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TORRICO ZAMUDIO, Rodolfo
1890-1955
En 1924, Ovidio Urioste escribió un artículo que titula “¿A dónde va? –“Turista” es un artista” y entre otras cosas dice: “El mejor día, se ve la enjuta humanidad de Rodolfo Torrico Zamudio, llevando sobre sí la indumentaria del alpinista; la bolsa de comestibles, la cantimplora y la máquina fotográfica, una manta enrollada, cual insignia de mandatario sobre el pecho, y un palo o cayado para apoyarse. ¿A dónde va? Ya se sabe: camino de la cordillera o del valle. Tiene la pasión por los viajes pedestres y largos; no se amedrenta ni con el frío ni con el calor; le es tan igual marchar cara al furioso y despiadado viento de la meseta andina que estropea su rostro, que sentirse anegado en sudor en cualquier barranco del trópico… Tan pronto se encara sobre una roca donde sólo se posan las águilas y los cóndores, como sobre un árbol, para sorprender con el objetivo de su máquina fotográfica, cualquier panorama estupendo o cualquier detalle de la sombra umbría.”
Esta era la figura cotidiana de Rodolfo Torrico Zamudio, y hay que considerar que viajaba con una pesada y fina máquina fotográfica de caja, de marca europea, con aparejos aparatosos y pesados. Rigoberto Villarroel Claure recogió el siguiente testimonio del artista: “Lo que aprecio, sobre todo, son los contrastes luminosos, la enfocadura con luz contraria. Cuando debo copiar un paisaje, las nubes son un excelente cortinaje; en la vida profesional hay que aumentar o disminuir sombras artificialmente, cosa que en la naturaleza se encuentra a primera vista. Todo el busilis se halla en esa observación y en ese momento supremo; de lo demás se encarga la química… El mes de marzo es, según mi experiencia, el mejor en Cochabamba para la reproducción de paisajes, por las nubes favorables.”
Rodolfo Torrico Zamudio tiene en Bolivia tiene la misma importancia que Martín Chambi en el Perú; quizá el artista cusqueño registró tipos humanos y costumbres populares de su entorno mestizo e indígena, mientras Torrico fue más bien una percepción enamorada de la naturaleza, pero en ambos se nota la intensidad del oficio, la pasión artística y la sensibilidad para captar a ojo luces y sombras; y esto les permitió dejar valiosos archivos sobre personajes, vida cotidiana y sucesos de su época.
Rodolfo Torrico Zamudio es el fotógrafo más importante de la primera mitad del siglo XX boliviano. Paisajes, evocaciones de la guerra del Chaco, de la historia de la aviación en Bolivia y del desarrollo urbano de Cochabamba son los temas recurrentes del rico acervo fotográfico del llamado Turista Torrico, así nombrado por su afición por los viajes, que en la época se hacían en diligencia o a lomo de bestia.
Rodolfo Torrico Zamudio nació un 29 de agosto y murió un 5 de junio. Era hijo del médico cirujano Adán Torrico Cortéz y de Amalia Zamudio Ribero, hermana de la poetisa Adela Zamudio, quien lo crió desde los 12 años por la muerte de su madre, junto a sus hermanas Carolina e Isolina.
La estética de un artista se forma en su concepción del mundo, en sus ideas. En ese proceso influyen los mayores, las lecturas, los viajes. En el caso de Rodolfo Torrico seguramente influyó Adela Zamudio con sus evocaciones del proteico paisaje boliviano que escribió en 1920 en homenaje a su sobrino. “Un viajero solitario, amante apasionado de la naturaleza, la ha recorrido a pesar de todo, sin más auxilio y equipaje que un abrigo y una máquina fotográfica sujetos al hombro. Desde su lago histórico, dormido en una porción de la extensa meseta andina, al pie de los colosos de la Cordillera, hasta sus ríos navegables, tributarios del Amazonas y del Plata, lo ha visto todo y todo ha sido reproducido en el objetivo de su pequeño aparato”, tal la cita de la poetisa que evoca el periodista Jorge Delgado en una valiosa reseña. En ella cuenta que El Turista escaló a la cima del Tunari a sus veinte años, y que el fruto de su trabajo figuró en el célebre Álbum del Centenario de la República (1925) y en Bolivia Pintoresca, editado por The University Society (Nueva York, 1926). Dice también que el investigador e historiador norteamericano Daniel Buck califica el archivo fotográfico de Torrico como el más extenso de Bolivia registrado y reunido por un solo fotógrafo, el cual contiene al presente más de 4.000 imágenes a cargo de la Fundación Torrico Zamudio. Avelino Nogales, maestro de grandes artistas plásticos opinó lo siguiente: “Sus efectos de luna y las fotografías al sol, cara a cara sobre las aguas del río o las torrenteras del bosque, parecen composiciones perfeccionadas con elementos reales por lo bien escogidos, siendo por tanto verdaderos triunfos fotográficos. Sus penumbras, que merecen especial mención por haber conseguido destacar siluetas límpidas en primer término, a pesar de las impertinencias del ambiente difuso y sombrío, son soberbias”. Toro Moreno, artista ecuatoriano, dijo: “Los asuntos que presenta son novedosos por la feliz elección del paraje y en contraste sumamente original del claro-oscuro. Estos efectos de sol prueban la audacia del artista por conseguir la suprema belleza de la luz que, rompiendo suavemente cúmulos de nubes, se desgrana en las aguas inquietas cual perlas luminosas e impalpables. Las fotografías que nos presenta son verdaderos cuadros de arte que nos dan a conocer las bellezas que encierra la naturaleza de Bolivia.” (1924).
Luego de alistarse dos veces como combatiente en el Chaco y de registrar placas valiosas de la contienda, documentó entre 1921 y 1954 la introducción de la energía eléctrica en Cochabamba, el inicio de la aviación, de la práctica del fútbol y de la construcción de caminos, pues era empleado de la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica de Cochabamba, hoy ELFEC. Son únicos sus archivos fotográficos de la aeronavegación al Beni, de la instalación del Cóndor de la Plaza 14 de Septiembre, del viaje inaugural del primer tranvía, de la llegada de la primera locomotora a la capital cochabambina, del primer descarrilamiento de un tranvía, de la primera noche con luz eléctrica en Cochabamba, que coincidió con el homenaje del Presidente Hernando Siles a Adela Zamudio en 1926; en fin, del primer accidente aéreo en esta capital, cuando un avión Junker se incrustó en el balcón de una casa ubicada a una cuadra de la Plaza Principal. Sus descendientes cuentan que registró asimismo cuanto siniestro ocurrió en su ciudad y que fue citado como testigo en algunos juicios. Fue un fotógrafo de paisajes y también documentalista, digno heredero de exploradores e investigadores europeos como Nordenskjold, Posnansky, Ahlfed, Bennet, Orton o Erlt. Los hermanos Arnó publicaron las fotografías de Torrico en tarjetas postales.
La casa de los Torrico "Los Turistas" estaba ubicada en la esquina de Ayacucho y Santibañez. La recuerdo porque frente a la misma se encontraba (parcialmente demolida por el ensanche de Ayacucho) la casa de Dn Daniel Torrico Espinoza y Dña Sabina Rosa Cossio de Torrico.
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