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HEROÍNAS DE LA CORONILLA
27 DE MAYO DE 1812
La novela Juan de la Rosa, escrita por Nataniel Aguirre, está causando problemas de interpretación histórica del acontecimiento que narra, y esto ocurre a un siglo de su publicación por un desvío metodológico que considera caprichosamente como fuente primaria una obra de ficción. Se ha elaborado una nómina de mujeres que combatieron al ejército de Goyeneche en la colina de San Sebastián, llamada también La Coronilla, que destaca tres nombres: Manuela Gandarillas, la abuela ciega; Rosa Soto, la nieta, y Manuela Rodríguez de Arze, la esposa de Esteban Arze. La nómina oficial hasta hoy es la siguiente: Manuela Gandarillas, Manuela Rodríguez, Juana y Lucía Ascui, Rosa Soto, las hermanas Parrilla, Mercedes Tapia, María Pascuala Oropeza, Manuela Saavedra de Ferrufino, Lucía Alcocer, María Isabel Pardo de Vargas, María Teresa Bustos y Salamanca de Lemoine, María del Rosario Saravia de Lanza y Luisa Saavedra de Claure.
El culto a San Sebastián se celebraba en una ermita erigida en la cumbre de la colina, que fue derruida por orden del gobernador realista en 1731, después de clavar allí en una pica el brazo derecho de Alejo Calatayud. Si persistía el culto y la ermita, probablemente algunas de las mujeres que resistieron el ataque del ejército realista se hubieran refugiado en ese recinto sacro y quizá Goyeneche no se hubiera atrevido a profanarla. José Macedonio Urquidi dice que estaba emplazada en el flanco oriental de la colina, próximo a su base, y que fue incendiada después de la rebelión de Calatayud. Pero, desde entonces, la Coronilla fue escenario de corrida de toros, de fiestas cívicas, es decir, laicas, de amoríos ocultos y de refugio de jóvenes marginados por la sociedad. Una prueba del carácter sagrado de la colina al menos desde la cultura tiwanakota es la diadema y el peto de oro hallada en su cima, que fue trasladada a La Paz y se exhibe en el Museo del Oro. La diadema es a tal punto importante que se convirtió en símbolo del Instituto Boliviano de Cultura, del Viceministerio de Cultura y hoy del Ministerio de Culturas.
Los investigadores contemporáneos, que no niegan las peculiaridades de la batalla, ponen en duda dicha nómina basándose en fuentes primarias. Esto ocurre, por ejemplo, con Jaime De La Fuente Patiño (Los Tiempos, 13/07/2010), que atribuye a la imaginación de Nataniel Aguirre los pormenores que no conoció Bartolomé Mitre cuando se refirió al episodio, pues su relato se habría basado en el informe de Francisco Turpín, soldado del Primer Ejército Auxiliar argentino, alistado en la Primera Compañía de Fusileros del Regimiento Nº 6 a requerimiento del general Belgrano. La versión de Mitre es escueta; la que escribió Nataniel Aguirre es plena de imaginación sin fuentes documentales; pero en 1997, el historiador Pacho O’Donnell publicó el informe del soldado Turpín en el libro El Grito Sagrado, de la serie La Historia argentina que no nos contaron, en el capítulo “Las heroicas cochabambinas”.
Había llegado la noticia de la derrota de Esteban Arze en la batalla del Kewiñal y como escaseaban los hombres, las mujeres cochabambinas ofrecieron defender la ciudad. Se armaron de cuchillos, palos, barretas y piedras, porque el gobernador Mariano Antezana había guardado bajo llave las armas de fuego de la guarnición. Consiguieron abrir el arsenal y se proveyeron de fusiles, cañones y municiones, que trasladaron a La Coronilla. De nada sirvió un enviado de Goyeneche que intimó rendición al capitán de caballería Jacinto Terrazas, porque las mujeres victimaron al emisario y juraron morir matando a los españoles. Las mujeres hicieron fuego y los realistas atacaron por cuatro puntos y mataron 30 mujeres, 6 hombres de garrote y 3 fusileros; prendieron al soldado Turpín y a dos mujeres y ejecutaron al gobernador Antezana.
En Bolivia el Día de la Madre se conmemora el 27 de mayo en homenaje a las Heroínas de la Coronilla desde la administración del Presidente Daniel Salamanca, por gestiones de las bravas mujeres cochabambinas presididas por la esposa del Presidente, doña Sara Ugarte de Salamanca.
Ese fue el episodio y las mujeres que figuran en la nómina hasta hoy oficial habrían muerto varios años después, según los investigadores que ponen en duda la presencia de la esposa de Esteban Arze en la batalla. El cónsul argentino en Cochabamba, Gabriel Servetto, ha tomado contacto con un descendiente de Juan Manuel de Goyeneche, conde de Guaqui, que mantiene casa solariega en una ciudad de Navarra, y por él sabe que se conserva el archivo personal del general realista. El cónsul pide una solicitud colectiva al gobierno español, para que permita la digitalización de ese archivo para uso de los investigadores que así esclarecerán ese y otros episodios de la guerra de la Independencia.
En todo caso, la corrección de la nómina de las heroínas no desvirtúa ese acto de valor y entrega a la causa independentista, que tanto alabó el General Belgrano.
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