miércoles, 22 de septiembre de 2010

GUEVARA ARZE, Walter

Identifica a tus antepasados. Envíanos biografías u hojas de vida y fotografías de ellos para incluirlos en el blog!

GUEVARA ARZE, Walter

1912-1996

El Dr. WALTER GUEVARA ARZE nació en Cochabamba el 11 de mayo de 1912 y murió en La Paz el 20 de junio de 1996. Fue Presidente de la República del 8 de agosto de 1979 al 1° de noviembre del mismo año. Hijo de Walter Guevara Gómez Ortega y de Victoria Arze Virreira, tuvo un hermano, Luis, muerto en la guerra del Chaco. Se casó con Lola Anaya, con quien tuvo un hijo, Walter, y luego con Rosa Elena Rodríguez Rivas, con quien tuvo dos hijos: Ramiro y Carlos.
Hizo sus primeras letras en la Escuela de Palca, hoy Independencia y en la Escuela Modelo Nº 1 de Cochabamba. Prosiguió estudios en el Colegio “Sucre” de Cochabamba, en el “Bolívar” de Oruro y en el “Ayacucho” de La Paz. Estudió Derecho, pero ingresando a tercer año tuvo que alistarse para concurrir a la Guerra del Chaco. A su retorno se graduó de abogado en Cochabamba en 1937. En 1944 hizo estudios de Sociología en Chicago. Fue redactor del diario “La Calle”, fundador del Movimiento Nacionalista Revolucionario, Secretario del Presidente Gualberto Villarroel, diputado por Ayopaya, senador por Cochabamba y por Oruro, Ministro de Relaciones Exteriores y Culto en el primer gobierno de Víctor Paz Estenssoro y en el del Gral. René Barrientos Ortuño, Ministro de Gobierno en el primer gobierno de Hernán Siles Zuazo, fundador del Partido Revolucionario Auténtico, Embajador de Bolivia en las Naciones Unidas, Presidente del Senado en 1979 y Presidente de la República el mismo año. Fue candidato a la vicepresidencia como acompañante de fórmula de Víctor Paz Estenssoro y de Gonzalo Sánchez de Lozada.
La crisis más importante que le tocó enfrentar ocurrió en 1959, cuando no vaciló en movilizar a los milicianos armados de Ucureña a Santa Cruz para controlar un movimiento separatista. La excesiva energía de los milicianos provocó asesinatos, casos de tortura y resentimientos muy serios contra su persona, originados también por el posible suicidio del líder falangista Óscar Únzaga de la Vega ocurrido en La Paz el 19 de abril de aquel año, durante uno de los muchos levantamientos de su partido, la Falange Socialista Boliviana, contra el régimen movimientista.
Guevara Arze sufrió a su vez persecución y exilio por más de 14 años en Argentina, Chile, Paraguay y Venezuela. En 1996 entregó al Archivo Nacional de Sucre dos legajos de documentos que contienen sus ensayos. El más célebre de ellos es el “Manifiesto a los campesinos de Ayopaya”, de mayo de 1946, con el cual candidateó a la diputación por ese distrito, en realidad un documento de una lucidez extraordinaria en la interpretación de la realidad boliviana, que se convirtió en una suerte de catecismo ideológico del partido que contribuyó a fundar, el MNR. A Guevara se le debe asimismo el Plan Inmediato de Política Económica de la Revolución de 1952 que tomó como base los planes Bohan y Keenleyside para el desarrollo del país y la diversificación de la economía.

EL CÉLEBRE “MANIFIESTO”

“No sólo las condiciones objetivas del país tornan imposible una revolución socialista ortodoxa en Bolivia sino también el desarrollo insuficiente de la conciencia de clase y la incipiencia de la capacidad revolucionaria de nuestro proletariado. ¿Si no podemos hacer la revolución socialista, qué podemos hacer entonces? Podemos -y debemos-hacer la Revolución Nacional. La Revolución Nacional no niega la lucha de clases pero no se funda en ella”... “¿Cuáles son las oportunidades que nuestra democracia ha ofrecido a millones de indios, cientos de miles de artesanos y obreros, miles de gentes de la clase media? ¿Qué democracia pretenden defender aquellos que luchan tan denodadamente contra la Revolución Nacional...?”... “Donde hay extremas desigualdades la democracia es un mito”... “Patiño y cualquier Mamani como extremos de riqueza y miseria; Jaimes Freyre y Mamani como extremos de refinamiento cultural e ignorancia; el niño que se inscribe en Oxford al nacer y el llokalla que no aprende a leer porque no hay escuela que se lo enseñe”... “La Revolución Nacional es sobre todas las cosas un esfuerzo encaminado a crear en Bolivia las condiciones propias a la democracia”... “Las grandes Empresas mineras saben bien que una democracia real les exigiría retener en el país, las riquezas que hoy exportan a otras naciones. Los propietarios de grandes extensiones de tierras y miles de indios no conciben cómo sus colonos pudieran tener iguales oportunidades y derechos que ellos. A esto hay que añadir el factor racial que yace como un fondo de desprecio al indio en la mentalidad blancoide y mestiza de ciudadanos y pueblerinos”... “Cualquier intento democrático tiene que comenzar aquí por solucionar problemas resueltos hace siglos en otras naciones”. Estos son algunos párrafos del “Manifiesto de Ayopaya”. Luego de añadir al análisis el problema colonial y semicolonial, Guevara plantea “una rebelión nacional y no simplemente de clase o de grupo, porque los males de una economía semi-colonial alcanzan a todos, desde la incipiente burguesía nacional que lucha por desarrollarse hasta los empleados de la clase media, los obreros y los indios”. De este modo justifica la alianza de clases, pues ese conjunto de problemas afecta “a la Nación como un todo y no exclusivamente a una de sus clases”.
Anotemos ahora un par de impresiones. A más de medio siglo de distancia y con la lógica de hoy, el “Manifiesto” podría parecernos nada más una prueba del indeclinable, proverbial y robusto sentido común del Dr. Guevara; pero hay que ubicarse en la época para valorar más bien la capacidad de síntesis, el talento analítico, la imaginación creadora y la fuerza expositiva de un joven intelectual armado del materialismo dialéctico como una sólida herramienta metodológica, pero dotado asimismo de un rigor crítico con el dogma marxista como para evitar sus simplificaciones.

RECUERDOS DE INFANCIA

Gracias al interés constante de Mariano Baptista Gumucio en los estudios biográficos tenemos un valioso esbozo de memorias que escribió Guevara cuando ya había quedado viudo tanto de Lola Anaya como de Rosa Elena Rodríguez y vivía rodeado de nietos. Una incógnita que quedará en ciernes proviene del extraordinario talento de Guevara para la narrativa, género que no pudo cultivar llevado por la pasión política. Cierta vez ganó un premio nacional con el cuento “Tempestad en la cordillera”, pero en los apuntes que publica Baptista Gumucio hay muchos otros estupendos pasajes que hablan de la atención minuciosa del narrador por los detalles. Dice Guevara que pasó buena parte de su niñez, primero en la finca “Machajmarca”, de propiedad de la familia Arze, próxima al histórico pueblo de Pocona y en Palca, hoy Independencia, también de la familia materna. Allá en Pocona, el pequeño Walter descubrió la vida rural de entonces, con pongos y mithanis que cumplían la servidumbre, con la práctica del quechua, idioma que dominaba las relaciones de entonces, con el rigor de los padres, “cariñosamente severos con los errores de dicción” en castellano; con el sólido y a la vez frugal alimento criollo a base de maíz cocido o tostado, quesillo, trigo, papas y pedazos de charque. Allí encontró uno de sus primeros personajes potenciales, el herrero David, que tenía taller y maestranza en la pequeña casa de hacienda, que había quedado huérfano en la revolución federal de 1898 y criado por los abuelos maternos de Guevara, el Dr. Delfín Arze y doña Brígida Virreira. Aquellas fueron sensaciones compartidas por Walter con su hermano Luis, dos años menor que él, muerto muy joven en la guerra del Chaco.
El señuelo de la minería en la localidad de Kami acabó arrastrando a la familia, pues era Subprefecto de la provincia Ayopaya don José Tristán Arze, casado con la hermana de la madre de Walter y padre de José Antonio Arze. El relato del viaje que hizo por la cordillera fue la primera, exitosa y única aventura literaria de nuestro biografiado.
Walter se remonta con facilidad a la memoria de sus antepasados más remotos, Marcos Guevara y Felipa Quesada, quienes tuvieron un hijo de nombre Jacinto en 1805, avecindados en Ayopaya y luego en Tarata, aunque probablemente hayan venido de Isla Margarita, Venezuela. “Y, si tal fuera el caso, yo me he preguntado siempre, ¿por qué se le ocurrió a ese bodoque venir aquí?”, se pregunta Guevara, refiriéndose a su tatarabuelo Marcos.
El padre, Walter Guevara Gómez Ortega, era hijo de una sobrina de Gabriel René-Moreno, de nombre Elisa, hija de Antonia Moreno. “El lado Arze de mi familia puedo decir también que es de Tarata y el primer antecesor sería un cura de ese apellido, hermano de Esteban Arze, el héroe de la Independencia cochabambina”, dice Guevara. La relación familiar más importante que mantuvo fue sin duda con su primo hermano José Antonio Arze, quien lo inició en la lectura de los clásicos del marxismo, al mismo tiempo que leía la obra de Mariátegui. No era raro encontrar libros en casa, una constante de la familia Arze que le sirvió para leer a Verne, Salgari y Vargas Vila. Se vivía tiempos difíciles y ni siquiera estaba garantizada la educación de los niños, menos aún su futuro. “Quisiera sobrevivir hasta que terminen la escuela primaria”, era el sueño de la madre del pequeño Walter, y su temor era que sus dos hijos se quedaran en Cochabamba como empleados de “los turcos”, nombre genérico que se daba a los comerciantes árabes. De ese modo los muchachos emigraron primero a Oruro y luego a La Paz.

RECUERDOS DEL COLEGIO

Una anécdota por demás extraña nos contó el Dr. Guevara probablemente en 1973, durante un viaje que hacía en ferrobús. “Vengo de revisar el archivo de notas del Colegio “Sucre”, pero lamentablemente no he encontrado constancia de un hecho sorprendente: uno de mis condiscípulos fue Augusto Pinochet”. Contó luego que el padre de Pinochet había llegado a Cochabamba a hospedarse en el Alojamiento Herboso, ubicado frente a La Coronilla. Por recomendación de la familia Herboso trabajó en la recaudación del impuesto a la chicha con don Félix Capriles. En esas circunstancias lo habría traído a su hijo Augusto, quien habría estudiado en el Colegio “Sucre” siendo más tarde dictador de Chile.
Nada de esto dice Guevara en los apuntes que citamos. Se acuerda en cambio de sus profesores por sus apodos: El Allpico Gonzáles y el Piskhola Viscarra, director del Colegio “Sucre”, hijo este último del célebre tribuno Eufronio Viscarra.
“Su poder persuasivo, que era considerable a pesar de su enfoque altamente lógico, estaba basado en parte en una apariencia física de un magnetismo imponente, a la cual se sumaba una gran fuerza intelectual. Cuando en su juventud se dedicó por un tiempo al boxeo, sus rivales le pusieron el apodo de ‘Máximo Maxilas’. Por su amplia frente calva, pómulos salientes y grandes orejas, hubo quien lo apodó ‘El Tártaro’”, dice su hijo Walter Guevara Anaya refiriéndose a la personalidad y la contextura física de Guevara Arze.
En La Paz, ambos hermanos tuvieron que estudiar en el Colegio “Ayacucho” nocturno, pues de día trabajaban para sostenerse.

UNA EXPERIENCIA CENTRAL

Walter trabajó como auxiliar segundo del Ministerio de Comunicaciones. A la caída de Siles, el nuevo oficial mayor, Juan Bautista Arze, le hizo copiar el Arancel Aduanero. De esa manera aprendió algo que le serviría toda su vida: escribir a máquina. Poco antes del estallido de la guerra, fue promovido a Jefe de Archivo del Ministerio de Hacienda, “uno de los dos cargos administrativos que han tenido valor vital en mi formación cultural y política relativa a Bolivia”, pues en ese archivo encontró “cómo se convierte una tesis política en una realidad administrativa”... “cómo se estructuran las ideologías políticas en realidades administrativas del Estado”.
Su único hermano murió en la zona de operaciones de Villamontes en 1933. Su padre le había instruido no dejar los restos de Luis Guevara Arze en el Chaco. “¿Se imagina lo que es quemar a un hermano echándole gasolina poco a poco hasta reducir los huesos a polvo?”... “Redujimos los huesos a cenizas que metí en una lata de percutores de artillería... y estuve andando el resto de la guerra por un año más, llevando los restos de mi hermano en esa lata de percutores de un lugar a otro, poniéndolo siempre a mi lado, a veces incluso como almohada”, cuenta Guevara en una de sus páginas más desgarradoras.
Formó parte de la batería Ayllón, en el sector de Ibibobo, cumpliendo funciones de guía de artillería en un puesto de observación avanzado.
Al retorno prosiguió estudios de Derecho, integró grupos de jóvenes socialistas y viajó con Hernán Siles Zuazo y otros a un congreso latinoamericano de estudiantes en Santiago de Chile.
Concluida la guerra trabajó como Jefe del Departamento de Estadística Demográfica de la Dirección Nacional de Estadística, experiencia que cimentó aun más su formación apegada a la realidad del país y le sirvió para escribir su tesis de grado sobre la población de Bolivia. Fue impulsor de la promulgación de la Ley del Registro Civil y de su aplicación en rincones apartados del territorio.
Un tanto más joven que esa pléyade de hombres que se formó en la revista “Arte y Trabajo”, bajo la dirección espiritual de Cesáreo Capriles, su contacto principal con la vida intelectual fue su primo hermano José Antonio Arze. Quien más quien menos participó del gobierno del Presidente David Toro. En el caso de Guevara, esa experiencia le sirvió para formar parte de la Convención de 1938 en calidad de diputado a sus 26 años de edad. Para entonces, Germán Busch “tenía en el Estado Mayor una oficina política que manejaba Carlos Montenegro” en estrecho contacto con Augusto Céspedes y otros. Más jóvenes eran Paz, Siles, Iturralde Chinel y otros de cuyo seno saldría más tarde el núcleo del MNR.
Para el joven diputado, la Reforma Agraria, una medida liberal, debió haber sido ejecutada por los liberales de Montes. Así lo expresó en el Parlamento defendiendo la sindicalización de los campesinos a quienes debía liberarse de la servidumbre y no volver a llamarlos “indios”. Por excesos verbales del diputado obrero Carvajal, quien dijo que los pongos servían hasta de consoladores de las patronas, Guevara y Céspedes, que asumieron la defensa, fueron amenazados de muerte y tuvieron que escapar por un forado del Legislativo. Cuando Busch se proclamó Dictador, Guevara y Céspedes marcaron distancia respecto del régimen. Paz Estenssoro encargó a José Cuadros Quiroga la redacción de las bases y principios del movimiento que habían formado, documento que tenía “un marcado sabor totalitario y anti semita por la aversión que se tenía a Hoschild”, revela Guevara. Para entonces gobernaba el Presidente Enrique Peñaranda y un agente de inteligencia inglés, de nombre Montgomery Hyde fraguó una carta firmada por el mayor Elías Belmonte, adjunto militar a la Embajada de Bolivia en Berlín, dirigida al embajador alemán en Bolivia Ernest Wendler en la cual se hablaba de un ‘putsch’ nazi para que Alemania se hiciera del corazón de Sudamérica con un golpe de mano, todo para precipitar el ingreso de Estados Unidos en la guerra mundial. El canciller boliviano Ostria Gutiérrez dio crédito al asunto y desde entonces los movimientistas arrastraron el baldón de nazifascistas, pues de inmediato fueron confinados a San Ignacio de Velasco, entre ellos Guevara, Siles, Céspedes, Cuadros Quiroga y otros.

SEMBLANZA DE AMIGOS Y COMPAÑEROS

Guevara Arze escribía con un estilo vigoroso y claro, no exento de buen humor. “Siempre he tenido fama de equilibrado”, dice Guevara. “No sé en la teoría, pero muchas veces he visto en la práctica que los chiflados se casan siempre con otros chiflados, en Cochabamba los Almaraz se casan con los Mendoza y Pepe (Cuadros Quiroga), después de varias uniones sentimentales, muchos años después se casó con una persona muy rara. La llevó a París, cuando lo nombraron Embajador, donde el matrimonio duró menos de un mes”. Afirma que nadie fue más próximo a Paz Estenssoro que él, pues compartían un bufete y eran docentes en la Facultad de Ciencias Económicas. Desde el inicio de la administración de Villarroel participó el esquema tomando las instalaciones telefónicas de la Bolivian Power y las nuevas inauguradas por la Alcaldía Municipal de La Paz; fue su Secretario general durante veinte meses y autor del Plan de Gobierno, “un cuadro sinóptico, hoja tras hoja, problema por problema, Ministerio involucrado, solución, financiamiento etc.”, que Víctor Paz entregó a Villarroel en 1943.
Dice que en esa época quiso escribir la biografía de Paz Estenssoro. “Por entonces me daba la impresión que Paz sabía todo, que veía debajo del alquitrán. Éramos muy jóvenes en ese tiempo, 30 años”. Al final quedó como vestigio una semblanza que es la más dura que haya escrito nadie sobre la personalidad del estadista tarijeño. Publicó el “Manifiesto de Ayopaya” en el diario “Los Tiempos” en julio de 1946, mes y año del colgamiento de Villarroel. Guevara retornó de Chicago, donde estudiaba Sociología en uso de una beca. En el ínterin había sido elegido diputado por Ayopaya y como tal asistió a la asunción del general Juan Domingo Perón a la Presidencia de la Argentina. Retornó en la víspera del colgamiento y tuvo que permanecer oculto y luego marchar al exilio. Entretanto, su esposa, la señora Lola Anaya, había sido operada de cáncer en Buenos Aires y poco después fallecería.

EXILIO EN BUENOS AIRES

Tiempos duros fueron los del exilio. Por su entereza y prestancia, Guevara Arze trabajó como jefe de personal del frigorífico Wilson, en la Boca, con más de cinco mil personas a su mando. Pudo retornar en 1948, muy vigilado por la Policía, y su esposa Lola Anaya falleció un año después en Cochabamba. Aquel año estalló la guerra civil y fue nuevamente confinado a San Joaquín Pampitas, del Beni. En ese tiempo de persecuciones conoció a su nueva esposa, Rosa Elena Rodríguez Rivas, valerosa dama que alguna vez le ayudó a escapar por los tejados de Cochabamba.

EL GOBIERNO DE LA REVOLUCIÓN

Dice Guevara que para las elecciones de 1951 se había previsto la fórmula Franz Tamayo-Víctor Paz, pero que este último rechazó desde Buenos Aires toda posibilidad de que se lo colocara en segundo puesto. De ese modo se presentó la fórmula Paz-Siles Zuazo que ganó las elecciones aunque el gobierno se resistiera a transmitirle el Mando de la Nación.
En las acciones de abril de 1952, Guevara tomó la Prefectura de Cochabamba. Viajó el 12 a La Paz y fue designado Canciller de la República, cargo que ejerció hasta el fin del mandato en 1956. En esos primeros días presidió el grupo que elaboró el “Plan Inmediato de Política Económica del Gobierno de la Revolución Nacional” junto a Alfonso Gumucio Reyes, José Paz Estenssoro, Eduardo Hinojosa, Juan Haus Solíz y otros expertos bolivianos y de Naciones Unidas en consulta con el Presidente Paz. “En ese momento se importaba de todo, arroz, azúcar, ganado, productos lácteos, grasas comestibles, aceites vegetales, harina de trigo y trigo, algodón en ramas, maderas en general, petróleo, carbón y derivados”... “la economía del país dependía en más de un 90%” (de la minería), y a ese tema estaba dedicada la primera parte del Plan Inmediato, mientras la segunda parte hablaba de desarrollo y diversificación económica, petróleo, hidroeléctrica, agropecuaria y proyecto ganadero del Beni, entre otros temas. A Guevara le tocó también cumplir una importante negociación con Chile para normalizar el comercio exterior a través de sus puertos así como el tendido del oleoducto a Arica.
Guevara atribuye a la influencia trotskista el principio del fin de la Nacionalización de las Minas, pues no obstante la crítica situación financiera de la empresa los obreros se hicieron pagar indemnizaciones con el pretexto de cambio de razón social una vez creada la Corporación Minera de Bolivia. La adhesión de los dirigentes mineros a la “Tesis de Pulacayo” en lugar del “Manifiesto de Ayopaya”, el co-gobierno MNR-COB y el control sindical determinó que creciera la burocracia en COMIBOL mientras se reducía la producción en menos de la mitad. “Ese fue en parte el origen de la inflación que por poco nos devora”, dice Guevara. La polarización en el seno del MNR determinó la aparición de un sector de izquierda que de inmediato tildó a Guevara de representar a la derecha del partido. Apenas se vivían las postrimerías del 52 y el partido de gobierno se agrietaba. “Mi relación con Lechín nunca fue buena”, dice Guevara. “Siempre he sostenido que la revolución del 52 la debieron haber hecho los liberales a principios de siglo. A nosotros nos tocó hacerla con 50 años de atraso, cuando la minería estaba agonizando y sólo quedaban mendrugos que habían dejado las empresas mineras”. Presionando con el fantasma del no reconocimiento diplomático, los Estados Unidos pidieron indemnización a los Barones del Estado; el sector de izquierda comandado por Lechín se opuso a la medida y de esa confrontación salió malherido el partido de la revolución.

ROMPIMIENTO

Guevara Arze atribuye a una reunión entre Siles y Lechín su marginamiento de toda posibilidad de suceder a Paz Estenssoro en la Presidencia del gobierno de la Revolución Nacional. Dice que ello ocurrió en Nueva York antes que concluyera el primer gobierno del MNR. “Ambos acordaron que Siles sería el candidato oficial a la Presidencia en esa elección (1956) en la que yo, con pleno derecho, pensaba también terciar, puesto que había sido el brazo derecho de Paz durante su primer mandato, fui yo quien suscribió el plan inmediato de política económica del gobierno y obtuve el apoyo irrestricto del gobierno del norte que se concretó en ayudas alimentarias y soporte al Tesoro”, dice Guevara.
Lechín prefirió que Ñuflo Chávez Ortiz fuese acompañante de fórmula de Siles. “Para entender mejor el modo de actuar de Siles, situémonos dentro de un partido de fútbol, donde exista un tipo que es maestro para la cancha, lleva la pelota de un campo al otro haciendo cachañas, y cuando está prácticamente en la puerta del enemigo, en vez de disparar al gol comienza a regresar haciendo cachañas, porque lo que cuenta no son los goles, sino las cachañas. Ese es Siles”, dice Guevara.
Paz retornó de Londres, donde era embajador y el apoyo que dio a la candidatura Siles-Chávez, respaldada también por Lechín, decidió a Guevara a romper con el partido que había fundado.

EL PARTIDO REVOLUCIONARIO AUTÉNTICO

El Partido Revolucionario Auténtico, fundado en Oruro en 1959, respondería una vez más al modo de ser y de actuar de Guevara, que juzgaba, quizá con sobradas razones, llegada la hora del cuarto de conversión del modelo hacia alguna forma menos secante de estatización, con mayor participación de la iniciativa privada, adecuándose a los nuevos tiempos de entendimiento con los Estados Unidos. “Abogamos por la construcción de una sociedad democrática fundada en la concepción occidental de los valores humanos, en la función jurídico social del Estado y en la utilidad común del capital y del trabajo.
Estas ideas tardarían casi medio siglo en implementarse después de que el país diera tantos tumbos, caídas y recaídas”, resume Guevara.
Con el rompimiento vinieron las acusaciones “auténticas”, por un lado, y la reacción de los “idénticos”, como se llamaron los leales al partido de gobierno, traducida principalmente en una furiosa persecución por parte del Control Político de entonces. Guevara publicó su “Acusación contra Víctor Paz Estenssoro” desde el destierro, uno de los mayores alegatos contra la inocultable complejidad intelectual y moral del líder.
Dice Guevara que en principio todos creían en los atributos de Víctor Paz: inteligencia creadora, grandeza de alma, honestidad y coraje para guiar al pueblo, pero que todo se había convertido en un “trágico equívoco”. “En la doble perspectiva del tiempo y de sus actos, podemos ver al hombre reducido a su verdadero tamaño, reconocer sus pies de barro; su inteligencia sin originalidad, sus pasiones pequeñas, su falta de valor, su obsesión del poder por el poder mismo, su insaciable sed de alabanzas”. Sus éxitos parlamentarios se debían a “exponer como suyo el trabajo de otros”. “Cada uno de sus discursos fue preparado con el pensamiento, la investigación y el trabajo de muchas personas”, a tal punto que el líder “fue la obra de un grupo de intelectuales, políticos, economistas, técnicos y periodistas más bien que la expresión de las cualidades excepcionales de Víctor Paz Estenssoro”... “sin modificar siquiera los ejemplos, (la economía de Bolivia es como una torta...), el pensamiento y las palabras de otros”. Lo acusó también de no haber sido jamás perseguido ni haber empuñado un arma o conocer la clandestinidad. “Hay sin embargo algo que la Revolución le debe a él más que a nadie. Su obstinada ambición fue una fuerza útil, un punto de convergencia en la lucha”. Probablemente la pieza antes citada es, junto al alegato de Marcelo Quiroga Santa Cruz contra el entonces ex presidente Banzer, la catilinaria más sentida y contundente pronunciada contra algún jefe político después del 52. Como resultado, Guevara marchó al exilio a Chile por tres años, Al término de los cuales pudo trabajar en la Universidad de Cochabamba y en el ejercicio profesional.

CON EL GENERAL BARRIENTOS

Tal como muchos otros rivales y enemigos de Víctor Paz, Guevara secundó el golpe del General Barrientos contra el viejo líder, lo acompañó como Senador por Oruro cuando el general legitimó su Mandato, y fue su Canciller y Embajador ante las Naciones Unidas. Había vuelto en 1973 a radicar en Cochabamba cuando fue nuevamente conducido al exilio en Caracas, donde vivió como asesor del Presidente Carlos Andrés Pérez prácticamente hasta retornar al país para asumir la Presidencia de la República en 1979.

PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

En 1973 fue detenido en el Departamento de Orden Político, de La Paz. “Yo fui apresado por el régimen de Banzer”, recordó más tarde Guevara Arze. “Me condujeron a las celdas del DOP, a ese edificio posterior del actual Palacio Legislativo. Me encerraron en una celda del tercer patio, en una celda sin luz, con un poco de paja y una lata de conserva como servicio higiénico. El piso era de cemento y yo no estaba abrigado. Oí una voz, descubrí en una pared un agujero que comunicaba con la celda contigua. Conversé con la persona que estaba al lado, quien me pasó una chompa y cigarrillos. Era Jaime Paz”. Vivió en el exilio en Asunción, Buenos Aires y Lima antes de radicarse en Caracas entre los años 1975 y 1978.
Durante la resistencia al gobierno autoritario del general Hugo Banzer, Guevara Arze fue un factor de articulación y enlace entre el nacionalismo revolucionario y la izquierda nacional. Particularmente Jaime Paz Zamora recuerda haber sostenido conversaciones sobre la Revolución Nacional que influyeron en la recuperación del legado nacional popular del 52 para las nuevas generaciones políticas que irrumpieron en la apertura democrática de fines de los 70. Para Guevara era tiempo de olvidar rencores y de constituir frentes amplios y democráticos para iniciar un nuevo ciclo en la historia nacional. Su antigua concepción de la Revolución Nacional como el auténtico camino de la democracia le permitió superar diferencias con Víctor Paz y presentarse como su acompañante de fórmula en las elecciones de 1978 y senador un año después. En aquella oportunidad, como Presidente del Senado, Guevara Arze resultó electo Presidente de la República, para evitar el “empantanamiento” en la votación congresal que impedía la elección del Primer Mandatario. Era agosto de 1979; tres meses después se vendría un golpe militar comandado por el coronel Alberto Natusch Busch, costó muchos muertos y complicó a movimientistas afines a Víctor Paz en la aventura. El proceso duró apenas dos semanas y se vino abajo, pero logró quitar de en medio a Guevara Arze, según varias fuentes siendo esta maniobra de conocimiento de Víctor Paz, quien al preguntarse qué se había conseguido con el golpe habría respondido: “Al menos fregamos a Guevara”. El golpe del coronel Natusch, acompañado de civiles movimientistas y de otros partidos, fue doblemente bochornoso porque coincidió con la celebración de la Asamblea General de la OEA en La Paz, en la cual Bolivia logró una histórica Resolución de apoyo a la reivindicación marítima. Restablecida la democracia, asumió la Presidencia la señora Lidia Gueiler Tejada, quien sería depuesta por el general Luis García Meza el 17 de julio de 1980.
Guevara Arze pudo haber sido el sucesor de Paz Estenssoro en el proceso de la Revolución Nacional, pero fue marginado por éste. Luego de catorce años de vida política incierta logró ser Presidente de la República, pero duró apenas tres meses. Fue ideólogo indiscutible de la obra de gobierno del 52, pero fue sacrificado por los conciliábulos internos de sus propios compañeros. Acaso por eso alguna René Zavaleta Mercado dijo que al Dr. Guevara lo perseguía “la musa de la mala pata”.

3 comentarios:

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  3. Un análisis interesante sobre Guevara, aunque tal vez falten los comentarios que hacen sobre él, como los de Paz Estenssoro, Siles Zuazo, Guillermo Bedregal y otros. Sin embargo, en general es un buen análisis.

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