martes, 21 de septiembre de 2010

UCHU, Martín

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UCHU, Martín

Fue el héroe quechua más importante de los valles cochabambinos, que secundó la rebelión de Tupac Katari. Conocemos los detalles gracias a un documento valioso hallado por el investigador Edmundo Arze en el Archivo Histórico Municipal de Cochabamba, referido al que fue curaca de Sacabamba y se levantó contra la corona del 28 de febrero al 25 de mayo de 1871.
Según el legajo descubierto en 2003, Rosa Bartola, viuda de Martín Uchu, reclamó los bienes amparados en el libro Nº 5, Título 19 de las Ordenanzas de Castilla. Sacabamba comprendía Locotal y Paredones, y Martín Uchu había sido nombrado curaca por la Corona española, pero secundó o coincidió con las insurrecciones de Tupac Amaru en el Perú, Tupac Katari en La Paz y Tomás Katari en Chayanta, en el período 1780-1782, movimientos que pretendían romper el dominio peninsular y reconstruir el Tawantinsuyu.
Martín Uchu inició hostilidades el miércoles de ceniza del carnaval de 1781 contra la Colonia, para restaurar el antiguo sistema comunitario de la época incaica. Los rebeldes tomaron Sacabamba, incendiaron el templo y lucharon a orillas de los ríos Itapaya y Caine, en la hacienda Sucusuma y en las minas de Choquecamata, ubicadas en la provincia Ayopaya. Era gobernador de Cochabamba; alcalde, Antonio Martínez Lujan, y Corregidor, Ignacio Flores, y ellos enviaron al capitán de caballería Manuel de Olguín con más de mil quinientos jinetes, que fueron interceptados desde las alturas por hombres y mujeres en la batalla del río Lacapaya.
Otro grupo rebelde tomó Paredones en busca de vituallas y coca. Cayó allí Francisco Uchu, primogénito del curaca, que murió también ajusticiado. El segundo hijo de Martín Uchu, de nombre Nicolás, sacerdote, fue a reclamar el ganado que confiscaron a su padre, pero fue capturado, y al ser sometido a tortura reveló que los rebeldes tenìan conexiòn con los indios de Charcas y querían reforzar aquella sublevación. Era cierto: los insurrectos de la hacienda de Cliza se retiraban a Charcas, cubiertos con ponchos negros; pero fueron en la en la estancia Totoral fueron interceptados por la caballería realista y allí cayó Martín Uchu el 19 de mayo de 1781, y fue conducido a Toco, donde se hizo cargo de él Miguel Prudencio Sainz. Fue sometido a tormento, pero no reveló pormenores de la sublevación y así esperó su sentencia, que se pronunció el 25 de mayo, en dicha localidad y el Gral. realista Félix Joseph de Villalobos pidió que muriera descuartizado por cuatro caballos en plena plaza pública de la Viceparroquia. Así cumplió la orden Antonio de Luján frente a los testigos Vicente Flores, José Serrano y Julián Guevara, y los miembros de Uchu fueron expuestos como escarmiento de rebeldes en el pueblo de Tapacarí, en Sacabamba y en un lugar adicional. Fueron decapitados Mateo Tucu, Atenacio Alcocer y Josef Salazar, según fallo pronunciado en Tapacarí, en el mes de enero de 1782. La enseña del movimiento eran ponchos y lienzos empapados en sangre, “a modo de banderas”. Isidro Orozco, uno de los capitanes rebeldes “dijo ser soldado de Tupac Amaru y que degollarían a todos los peninsulares, pues al único rey que reconocían era Tupac Amaru”. Los rebeldes buscaban un pachakuti, es decir el vuelco drástico del orden existente. No incluían en sus planes a blancos, criollos y mestizos, pues querían restaurar el viejo orden del Tawantinsuyo.

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