miércoles, 22 de septiembre de 2010

PATIÑO, Simón I.

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PATIÑO, Simón I.
1860-1947

El empresario más importante de la historia boliviana, su nombre está ligado al inicio de la era del estaño, y es sin duda un personaje legendario. Gracias a la conducción sagaz de sus intereses a partir de la compra de la mina La Salvadora, en Llallagua, logró controlar las principales concesiones mineras de estaño y otros metales, codiciadas por capitales chilenos, y poco después internacionalizó sus empresas y se convirtió en el quinto millonario del mundo.
La historia de su ascenso ha sido comparada por Sergio Almaraz a cualquiera de los episodios coloniales del imperio inglés: gobiernos, leyes, justicia, régimen laboral, todo lo controló para desarrollar el capitalismo en Bolivia a partir de la minería. Durante la posguerra del Chaco surgieron críticos de la llamada Gran Minería y del entorno político que la protegía, la “Rosca minero feudal”, y desarrollaron tal campaña en contra de “los Barones del Estaño” (Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Víctor Aramayo), que esa acumulación de fuerzas determinó la revolución de 1952 y las medidas ulteriores, entre ellas la nacionalización de las minas de dichos propietarios y la proscripción de sus nombres que hoy no invocan ni los empresarios privados ni las universidades afines. La Fundación Simón I. Patiño desarrolla actualmente en Bolivia una labor encomiable en educación, cultura, genética, agropecuaria y salud.
Nació en Santiváñez, Cochabamba y murió en Buenos Aires, Argentina. Era hijo de María Patiño, y la “I.” de su apellido representaría el apellido Iturri, de su padre, que habría usado desde 1897. Luego de una infancia modesta, se trasladó a Cochabamba en 1875, donde su tío, Felipe Patiño, lo inició en el debate político de la época. En 1878 emigró a las minas de Colquechaca, Pulacayo y otras, pero volvió a Cochabamba y estalló la guerra del Pacífico. No se alistó en el Cuerpo de Voluntarios organizado por Nataniel Aguirre y José María Santiváñez, y retornó a Oruro en 1882. Allí trabajó en la tienda de Virreyra durante 5 años y, a la muerte del dueño, pasó a la casa comercial Fricke, exportadora de minerales a Alemania, donde permaneció durante 8 años. Allí constituyó la sociedad Oporto-Patiño, para explotar la mina La Salvadora, y al cabo de 3 años fue único dueño. Se casó con Albina Rodríguez, natural de Oruro, y tuvo 6 hijos: René, Antenor, Luzmila, Helena y Graziella. El inicio de la era del estaño lo favoreció e hizo fortuna porque poseía yacimientos ricos en ese mineral. En 1900 exportaba un tercio de las 9.000 tm anuales que vendía el país; construyó en Oruro un palacio y se hizo socio del Club Social, En 1906 fundó el Banco Mercantil con un capital de un millón de libras doblado al año siguiente, hasta alcanzar los 5 millones. En 1910 recibió la condecoración Águila Real, de Alemania. Estableció oficina en Hamburgo y adquirió un paquete de acciones de la fundición Zinnerwerke Wilhelmsburg Gmbh, para ingresar a los mercados de Estados Unidos e Inglaterra. Presentó al gobierno boliviano tres proyectos: la canalización del río Desaguadero, la construcción del Ferrocarril Cochabamba-Chimoré y del ramal Machacamarca-Uncía, y el establecimiento de una flota naviera para exportar sus minerales a Liverpool. En los años 1912-1913, la exportación de minerales estratégicos aumentó con la proximidad y estallido de la Iª Guerra Mundial y Patiño se convirtió en rey del estaño. No ejerció ningún cargo político, aunque fue Enviado Extraordinario y Embajador Plenipotenciario ante las Cortes de España y Francia a partir de 1921. Se estableció en París en el período 1939-1940 y desde allí controló la empresa que había establecido en Europa y los Estados Unidos desde 1924: la Patiño Mines and Enterprises Co.Inc. En Bolivia constituyó la Bolivian Tin and Tungsten Mines Co. Con domicilio en Oruro (1936) y con un capital de 2.2 millones libras. En 1929, la depresión mundial le permitió comprar paquetes de acciones del estaño malayo y el control internacional de la industria minera: explotación, fundición y refinamiento de minerales más capital de inversiones. En agosto de 1945 se estableció en Buenos Aires alimentando el propósito de retornar a Bolivia, pero murió allí; sus restos y los de su esposa descansan en su hacienda de Pairumani desde 1967. La ciudad de Cochabamba se benefició con el Palacio de Portales, que hoy es sede de un centro pedagógico y cultural de primera importancia.

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