miércoles, 29 de septiembre de 2010

CANCELARIOS Y RECTORES DE LA UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN SIMÓN

Identifica a tus antepasados. Envíanos biografías u hojas de vida y fotografías de ellos para incluirlos en el blog!

CANCELARIOS Y RECTORES DE LA UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN SIMÓN

LOS CANCELARIOS

Don Carlos Walter Urquidi dejó un valioso manuscrito preparado para el Sesquicentenario de la la UMSS (1982) que titula “Un siglo y medio en la vida de “San Simón”. Historia de la Universidad de Cochabamba.” En él califica como la Era del Patriciado aquel período comprendido entre 1832 y 1902 en el cual nuestra Universidad fue regida por Cancelarios, algunos de los cuales firmaron el Acta de la Independencia. Según el Léxico, citado por Urquidi, Cancelario es el que en las Universidades tenía autoridad pontificia y regia para conferir grados. Tenemos retratos de algunos de ellos en la Galería de Cancelarios y Rectores del H. Consejo Universitario, pero nos faltan. De modo que esta es una convocatoria a los descendientes de estos ilustres hombres públicos para que nos hagan llegar retratos que completen nuestra colección.
La lista que propone don Carlos Walter Urquidi es la siguiente:

1.- 1832.- Primer Cancelario: El Dr. Julián María López, personaje esclarecido, catedrático en el Colegio de Ciencias de Arequipa, Ministro en Propiedad del Tribunal de alzada en Cochabamba designado por el Senado en 1840, Profesor de Matemáticas en 1826, Vicerrector después y sucesivamente Rector del Colegio Sucre, Cancelario de la Universidad y Mnistro de la Corte Superior del Distrito.
2.- 1833.- El Dr. Miguel Vargas fue designado Cancelario el 24 de abril de 1833. Miembro de la Asamblea Deliberante de 1825 y signatario del Acta de la Independencia. Otra Acta de 7 de julio de 1833 se refiere a la instalación de la “Academia Bolívar de Practicantes Juristas” creada por Ley de 5 de noviembre de 1832, que se reunía en la Capilla del Colegio Sucre.
3.- 1836.- El Dr. Manuel Sánchez de Velasco había sido Vicecancelario y ascendió a Cancelario el 7 de octubre de 1836.
4.- 1837.- El Dr. Manuel Cabello ejerció desde el 29 de diciembre de 1837. Fue signatario del Acta de la Independencia.
5.- 1839.- El Dr. José Lorenzo Maldonado fue Cancelario desde el 29 de enero.
6.- 1840.- Volvió el Dr. Manuel Sánchez de Velasco desde el 31 de enero de 1840.
7.- 1841.- El Dr. Manuel Cabello volvió al Cancelariato desde el 26 de mayo. El 4 de marzo dictó el Estatuto General para las Universidades de Bolivia.
8.- 1842.- El Dr. Miguel María de Aguirre fue Canclario desde el 22 de agosto. Había sido Ministro del Presidente Sucre y miembro de los Congresos de 1831, 1834 y 1839.
9.- 1843.- El Dr. José de Ugarte fue cancelario desde el 30 de enero de 1843.
10.- 1844.- El Dr. Andrés María Torrico fue Cancelario desde el 5 de agosto. Antes fue Diputado por Cochabamba en el Congreso de 1831, Senador en la Constituyente de 1834 y Miembro de la Convención Nacional de 1851.
11.- 1845.- El Dr. Mariano Méndez fue Cancelario desde el 12 de septiembre. Participó en la Asamblea que creó la República en 1825 y firmó el Acta de la Independencia. El 25 de agosto se dictó un Decreto que habla por primera vez de Facultades y dispone que en las ciudades de Sucre, La Paz y Cochabamba se establezcan Facultades de Medicina. Fue Diputado por Cochabamba en el Congreso de 1831.
12.- 1846.- El Dr. Julián María López volvió al Cancelariato desde el 22 de septiembre hasta el 14 de septiembre de 1848.
13.- 1848.- El Dr. José Manuel Montero asumió el 15 de septiembre. El 12 de noviembre de 1846 se había aprobado la Ley que dividía la República en tres Distritos Universitarios: Sucre (Departamentos de Chuquisaca, Potosí y Tarija y la Provincia del Litoral); La Paz (los Departamentos de La Paz, Oruro y el Beni) y Cochabamba (Departamentos de Cochabamba y Santa Cruz).
14.- 1850.- El Dr. Braulio Quevedo asumió el 18 de mayo.
15.- 1850.- El Dr. José Manuel de la Reza asumió el 14 de septiembre. Fue Presidente de la Asamblea Constituyente de 1861, distinguido mentor y legista destacado.
16.- 1850.- El Dr. Eduardo María Caballero asumió el 27 de noviembre.
17.- 1852.- El Dr. Manuel Argote asumió el 4 de agosto. Había sido miembro de la Asamblea que creó la República en 1825 y signatario del Acta de la Independencia. Concurrió al Congreso Constituyente de 1834 y a la Convención Nacional de 1851.
18.- 1852.- El Dr. José Joaquín Aguirre asumió el Cancelariato el 27 de septiembre. Fue Representante Nacional en el Congreso Constituyente de 1839, político y diplomático de nota.
19.- 1853.- El Dr. Luis Mariano Guzmán fue Cancelario desde el 21 de abril.
20.- 1854.- El Dr. Melchor Terrazas fue Cancelario desde el 10 de enero. Era maestro y jurisconsulto esclarecido, primer y notable comentador del Código Civil boliviano, diplomático eminente, Ministro de la Corte Suprema de Justicia. Podemos agregar algunos apuntes: TERRAZAS, MELCHOR
1829-1898. Estudió Derecho en la UMSS y se graduó de abogado en 1849. Fue docente de Derecho, Vocal de la Corte Superior de Oruro, magistrado de la Corte SupremaSuprema; Ministro de Justicia, Culto e Instrucción con los Presidentes Agustín Morales y Tomás Frías; Ministro Plenipotenciario en Lima en 1873; Presidente del H. Concejo Municipal de Cochabamba (1879-1880). Viajó a Lima para negociar bases preliminares de una nueva confederación boliviano peruana. Era yerno del Dr. Melchor Urquidi, también Cancelario de la UMSS.
OBRA.- Código civil boliviano, explicado y concordado por Melchor Terrazas.

21.- 1854.- El Dr. Manuel María Arrieta ejerció el Cancelariato desde el 16 de agosto.
22.- 1854.- El Dr. Julián María López volvió por cuarta vez al Cancelariato de San Simón.
23.- 1856.- El Dr. Casimiro Valenzuela ejerció desde el 27 de diciembre.
24.- 1858.- El Dr. Cleto Marcelino Galdo fue Cancelario desde el 12 de abril. Hombre de vasta cultura fue maestro del futuro Presidente Mariano Baptista Caserta.
25.- 1861.- El Dr. Luis Mariano Guzmán volvió al Cancelariato el 4 de julio. En su gestión, el gobierno del General José María Achá creó la Escuela Normal de Agricultura y Ganadería, primera en su género en el país, por Decreto de 26 de octubre.
26.- 1862.- El Dr. Federico Blanco fue Cancelario desde el 4 de agosto. Jurisconsulto, historiador y geógrafo, fue autor del notable “Diccionario Geográfico de Cochabamba”. En su gestión, el gobierno del Gral. Achá promulgó la Ley de 12 de septiembre de 1863 que reitera el funcionamiento de la Facultad de Medicina en Cochabamba en las mismas condiciones que la de Sucre. Hasta 1898 en que se clausuró, tituló a 30 médicos. Se reabrió en 2 de marzo de 1932.
27.- 1864.- El Dr. Melchor Urquidi y Bustamante ejerció desde el 1º de febrero. Era un insigne estadista, Presidente de la Convención Nacional de 1851 y Ministro de Estado en las Carteras de Hacienda, del Interior y de Instrucción Pública, autor de “Bases para la Reforma de la Hacienda y Contabilidad Pública”, de “Indicaciones sobre Finanzas y Sistema Rentístico” y otros notables trabajos, y de la creación de varias Instituciones educacionales. Nació en Tarata, estudió en la Universidad de San Francisco Xavier y se graduó como doctor en Derecho Canónico y Teología. Exiliado por Andrés de Santa Cruz al Perú, retornó en 1841. Fue diputado en 1848,18 51 y 1862, presidente del Concejo Muncipal de Cochabamba en 1851 y en el de Cliza en 1861; Prefecto de Potosí entre 1854 y 1856 y de Cochabamba en 1861; Ministro de Instrucción Pública, de Hacienda y de Justicia con Belzu y de Hacienda con Achá (1862-1863). Gabriel René Moreno lo calificó de ardiente patriota e infatigable filántropo.


28.- 1864.- El Dr. Luis Mariano Guzmán fue Cancelario desde el 2 de septiembre. Había sido miembro del Congreso Constituyente de 1826 y prestó valiosos servicios a la Instrucción Pública.
29.- 1864.- El Dr. Federico Blanco ocupó por segunda vez el Cancelariato el 26 de septiembre.
30- 1865.- El Dr. Manuel Borda asumió el 25 de enero de 1865-
31.- 1865.- El Presbítero Ángel Remigio Revollo, el 25 de agosto del mismo año.
32.- El Dr. Casimiro Valenzuela asumió el 6 de octubre de 1868.
33.- El Dr. Luis Mariano Guzmán vuelve al Cancelariato el 2 de enero. La Ley de 22 de noviembre de 1872 entrega la Instrucción Primaria a las Municipalidades y declara libres la Instrucción Media y la Facultativa. Era Ministro del ramo el Dr. Melchor Terrazas, que propuso por primera vez la Centralización de las Universidades y en recomendar la urgencia de crear Escuelas Normales. Este Decreto, inspirado por aquella selecta mentalidad, hizo época ciertamente, y tuvo un trascendental significado en la evolución de las ideas de ese tiempo. Así lo juzgaron el notable pedagogo Don Ángel Chávez Ruiz y el excepcional valor cultural que fue el Dr. José Antonio Arze. El debate de la época registró por primera vez la necesidad de descentralizar las Universidades y otorgarles presupuesto, pese al ánimo del gobierno, que por decreto de 17 de enero de 1873 centraliza la educación superior en La Paz sin mayores justificativos. El 15 de enero de 1874 se formuló el primer “Estatuto General de Educación Pública”, que tuvo larga vigencia hasta la Ley de 25 de julio de 1930 que declaró la Enseñanza Libre en todos sus grados y creó los Consejos de Instrucción Departamentales, de los cuales formaban parte delegados de las universidades.
34.- 1876.- El Dr. Julián Ríos asumió el Cancelariato el 5 de junio de 1876 y lo conservó hasta el 9 de diciembre de 1880. En su gestión estalló la guerra del Pacífico, y los recursos destinados a la enseñanza se desviaron a lo gastos del ejército. El Dr. Serapio Reyes Ortiz, Cancelario de la Universidad de la Paz y luego Ministro de Instrucción por dos veces, expidió el Decreto de 29 de marzo de 1879 por el cual se entregaba a la empresa privada la enseñanza facultativa en tanto durara la Guerra, valioso antecedente de la creación actual de universidades privadas.
35.- 1880.- El Dr. Luis Mariano Guzmán desempeñó el cancelariato por quinta vez desde el 10 de diciembre. La Convención de ese año, presidida por Nataniel Aguirre y luego por Mariano Baptista, afrontó las tareas de reconstrucción luego de la Guerra del Pacífico, y expidió la Ley de 12 de diciembre de 1880, propuesta por el Ministro Pedro H. Vargas, que establece la “instrucción subvencionada por el Estado en todos sus grados” y crea el Consejo Supremo de Instrucción, al cual están subordinados los Consejos Universitarios Distritales, que designan a Cancelarios y Vicecancelarios a propuesta de cada región.
36.- 1886.- El Dr. Benjamín Blanco fue Cancelario desde el 10 de febrero. En su gestión el Ministro de Instrucción Manuel María Gómez ordenó la importación de la primera partida de material didáctico de Europa, y el 12 de octubre de 1892, una ley establece el Sistema Gradual Concéntrico en la Instrucción Secundaria Facultativa. Benjamín Blanco fue un esclarecido hombre de letras y Académico de la Lengua. Es autor de un libro de Poesías y también del Himno a Cochabamba, con música de Teófilo Vargas.
37.- 1894.- El Deán Dr. Jacinto Anaya (1839-1916) fue Cancelario desde el 7 de junio. Era Obispo, Licenciado en la Facultad de Teología de la UMSS en 1861 y doctorado en 1865; profesor de Teología, estudió Derecho y salió abogado en 1868. Fue Rector del Colegio Nacional Sucre en 1864, diputado en 1871, Convencional en 1880, ministro ante la Santa Sede en 1883 y Obispo de Cochabamba en 1894. Escribió acerca de él Monseñor Pierini y dejó varias cartas pastorales.

38.- 1896.- El Dr. Luis Felipe Guzmán asumió el Cancelariato el 1º de febrero. Fue autor de la obra clásica “Instrucciones para la vida campesina”, de “La Villa de Oropesa”, de un “Bosquejo Geográfico y Estadístico de Cochabamba” y del “Problema Pedagógico de Bolivia”.
39.- 1899.- El Dr. Julio Méndez fue Cancelario desde el 1º de mayo. Eximio polígrafo, parlamentario y estadista, de amplio saber, profundo y universal, escribió “Realidad del equilibrio Hispano-Americano y la mediterraneidad de Bolivia.
40.- El Dr. Julio Rodríguez Morales (1843-1926) fue el último Cancelario de San Simón, desde el 10 de may o de 1902 hasta el 1º de enero de 1905, pues a partir de esta fecha se inicia la era de los Rectores. Fue médico de notable trayectoria y gran predicamento. Su hijo, el Dr. Julio Rodríguez Rivas, escribió una valiosa biografía de nuestro personaje. En su gestión se expidió la Ley de 17 de diciembre de 1904 que fija las condiciones de capacidad para el ejercicio del profesorado.
La figura más visible de este linaje de galenos y hombres públicos, ratificada por la de su hijo, el Dr. Julio Rodríguez Rivas, de imperecedera memoria en la docencia y el ejercicio profesional.
Era hijo de un militar peruano que llegó con el Ejército Libertador, y de una dama cochabambina. Estudió Derecho en la UMSS entre 1860 y 1861, y Medicina en la Universidad de San Francisco Xavier (1862-1866). Retornó a Cochabamba en 1871. Militó en las filas de los ex linaristas “liberales” y fue regidor municipal. El Presidente Agustín Morales lo nombró cónsul en Valparaíso, y a su caída, renunció en 1872.Viajó a Europa en 1873-1874. Desde 1881 ejerció de Teniente del Protomedicato en Cochabamba. Fue Presidente del Concejo Municipal en dos períodos: 1884-1886 y 1894-1900. En salud pública propuso en 1879 la construcción del nuevo Hospital, inaugurado en 1884. Militó en el Partido Conservador a órdenes de los Presidentes Pacheco, Arce y Baptista. Rompió con éste en 1892 y a partir de 1896 pasó a las filas liberales. Fue diputado en 1883, Presidente de la Convención de Oruro 1899-1900, senador por Potosí 1901-1904 y por Cochabamba 1904-1906. Fue asimismo Cancelario de la Universidad de San Simón (1902-1904).
SOBRE ÉL.- Julio Rodríguez Rivas: Don Julio. Retrato de los años cruciales de la turbulenta Bolivia, 1843-1926.

LOS PRIMEROS RECTORES

En 1905, el Presidente Ismael Montes cambió la denominación de Cancelarios, que se había prolongado en 40 gestiones desde 1832, por el de Rectores. De 1905 a 1931 se extiende un período previo a la instauración de la Autonomía Universitaria, en el cual los Rectores fueron designados por el Gobierno central de acuerdo a la siguiente nómina tomada del valioso estudio de don Carlos Walter Urquidi:
1. 1905. Dr. José Rafael Canedo, jurista, comentarista del Código Civil, se posesionó el 2 de enero y ejerció hasta el 7 de agosto de 1906. En su gestión se promulgó la Ley de ejercicio profesional de ingenieros, arquitectos y agrimensores, reglamentada por Decreto de 16 de mayo de 1906.
2. 1906. El Dr. Luis Felipe Guzmán se posesionó el 8 de agosto. Ya había sido Cancelario. Vigente su gestión, se promulgó la Ley de 21 de noviembre de 1907 que reguló los Exámenes de Medicina y Farmacia, reglamentada por Decreto de 23 de marzo de 1910.
3. 1907. Breve período rectoral del Dr. Mariano Fernández.
4. 1908. Dr. José Rafael Canedo, posesionado el 12 de septiembre. Era Ministro de Instrucción Pública el Dr. Juan Misael Saracho, y como tal, encargó al Dr. Daniel Sánchez Bustamante un viaje de estudios sobre organización escolar y orientaciones pedagógicas en Sudamérica y en seis países europeos. Entonces se contrató a la Misión Belga presidida por Georges Rouma, que fundó la Escuela Normal Mixta de Profesores de Sucre y el Instituto Normal Superior, de La Paz. Sánchez Bustamante ocupó luego el Ministerio del ramo y entonces propuso a la Legislatura de 1908 su Plan General de Educación, aprobado por unanimidad.
5. 1909. El Dr. Zenón Salinas se posesionó el 17 de septiembre. Era jurisconsulto, diputado en 1913 y Presidente del Concejo Municipal de Cochabamba. Su gestión fue breve.
6. 1910. El Dr. Enrique Araníbar asumió el Rectorado el 11 de septiembre.
7. 1912. El Dr. José Rafael Canedo volvió al Rectorado desde el 6 de mayo hasta el 5 de mayo de 1920. El Decreto de 26 de febrero de 1915 atribuye a los Rectores la supervigilancia de la Escuela Normal de Sucre y de los establecimientos de enseñanza técnica en el país. La Ley de 15 de septiembre de 1915 establece patentes y derechos sobre el ejercicio de la Medicina y Ramas Anexas. El Decreto de 6 de mayo del mismo año establece las mismas gabelas para el ejercicio de las profesiones en general. La Ley de 6 de diciembre de 1917 y los Decretos de 23 de abril de 1926 y 5 de julio de 1927 se refieren a la Escuela Nacional de Ingenieros de Minas. Por Resolución de 5 de marzo de 1918, los Decanos de las Facultades de Derecho deben ser elegidos por los catedráticos. Lo confirma el Decreto de 9 de mayo de 1921 agregando que el catedrático más antiguo será el Subdecano. El Decreto de 17 de septiembre de 1919 y el Decreto de 10 de febrero de 1920 restablecen la Facultad oficial de Derecho en la ciudad de Cochabamba, en iguales condiciones que las de Sucre y La Paz.
8. 1920. Arturo Oblitas, desde el 6 de mayo.
9. 1920. Gustavo Ríos Bridoux, desde el 24 de julio.
10. 1920. Enrique Arze, desde el 28 de octubre hasta el 6 de febrero de 1922. El Decreto de 30 de julio de 1921 reorganiza los Consejos Universitarios de la República, uno en cada Distrito, que será considerado como Distrito Escolar.
11. 1922. El Dr. Félix Antonio del Granado asumió el Rectorado el 7 de febrero hasta el 12 de marzo de 1923. El Decreto de 6 de noviembre de 1922 determina los Planes de Estudio para las Facultades de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas. Lo reglamenta el Decreto de 10 de noviembre de 1922. El Decreto de la misma fecha desarrolla un Plan de Estudios de las Facultades de Medicina. Sus biógrafos destacan que fue fundador de la Academia Boliviana de la Lengua en 1928 y padre del poeta Javier del Granado. Era, a su vez, sobrino del Obispo Francisco María del Granado. De pensamiento conservador, fue secretario del Presidente Bapñtista (1894-1896), Prefecto, Presidente del Concejo Municipal y Alcalde; Ministro de Instrucción Pública bajo las presidencias de Bautista Saavedra y Hernando Siles y Embajador ante la Santa Sede. Estudió Derecho en la UMSS y se graduó de abogado en 1894. Escribió El Gólgota, poema en tres actos (1894) y una biografía de Monseñor Manuel María Alcócer.

12. 1924. Gustavo Ríos Bridoux ejerció como rector del 29 de febrero al 30 de junio.
13. 1924. José Rafael Canedo reasumió el Rectorado el 1º de julio. Era Catedrático de Derecho Internacional Privado, Medicina Legal y Procedimientos, autor de un “Prontuario de Procedimiento Civil” muy consultado, de Procedimientos en Minería y Derecho Penal. El Decreto de 18 de febrero de 1924 expone el Plan de Estudios de la Facultad de Odontología.
14. 1925. José David Ichazo
15. 1925. Aniceto Solares
16. 1925. Roberto Arnez Pereira asume el Rectorado y es reemplazado por José David Ichazo el mismo año.
17. 1925. Aniceto Solares, el mismo año.
18. 1926. Guillermo Viscarra
19. 1926. Francisco G. Prada.
20. 1927. Gerardo Berríos. En los 4 últimos casos no hay precisión en las fechas. De este período es la Resolución Suprema de 26 de enero de 1925 que aprueba el Reglamento Interno de la Facultad de Odontología y el Decreto de 21 de septiembre de 1927 determina que los exámenes de la Facultad de Derecho se harán por escrito.
21. 1926. Guillermo Viscarra.
22. 1926. Francisco G. Prada.
23. 1927. Gerardo Berríos.
24. 1928. Ismael E. Céspedes. En su gestión se inició el Congreso de Estudiantes Bolivianos en Cochabamba, que impulsó la Reforma Universitaria y logró incorporarla al Referéndum de 1930 y a la Constitución de 1931.
25. 1928. Ricardo Bustamante fue también rector durante el Congreso de Estudiantes Bolivianos. Este año se expidió el Decreto de 21 de agosto que regula la concesión de permisos a los ciudadanos extranjeros para el ejercicio de las profesiones de Médico, Dentista, Farmacéutico y demás especialidades anexas a la Medicina. Se dictó también la Resolución de 28 de agosto que declara que los catedráticos pueden ser Directores de Bancos y de Asociaciones Privadas.
26. 1929. Dr. Aniceto Solares. Don Carlos Walter Urquidi lo califica como “profesional de justo predicamento dentro y fuera del país”. El Decreto de 10 de enero de este año fija los requisitos para ingresar a la Universidad. Se suprime los exámenes de Bachillerato y se especifica la forma en que los Rectores otorgarán el Título de Bachiller. La Ley de 31 de diciembre restablece la Escuela de Agronomía y Veterinaria en Cochabamba.
27. 1930. Ismael E. Céspedes vuelve al Rectorado. “Profesional de nombradía”, según Urquidi, era catedrático y Fiscal del Distrito.
28. 1930. Francisco G. Prada ejerció como Rector el mismo año.
29. 1930. Carlos Araníbar Orozco también ejerció como Rector el mismo año. El 13 de febrero se dicta el Decreto de revalidación de Títulos de Médico de ciudadanos extranjeros y el ejercicio profesional de los extranjeros nacionalizados. El Decreto Ley de 25 de julio de 1930, elevado a Ley en 11 de marzo de 1931, formula el Segundo Estatuto de la Educación Pública, que sustituye al de 15 de enero de 1874. Hasta aquí se suceden los Rectores previos a la instauración de la Autonomía Universitaria.



RECTORES AUTONOMISTAS

Una vez aprobadas las reformas sujetas al Referéndum del 11 de enero de 1931, entre las cuales figuraba la Autonomía Universitaria, el Presidente Gral. Carlos Blanco Galindo expidió el Decreto Ley de 23 de febrero del mismo año por el cual se ordenaba la incorporación de las nuevas instituciones a la Constitución Política del Estado, sancionada por la Convención Nacional el 30 de octubre de 1938 bajo la Presidencia del Tcnl. Germán Busch. De ese modo se sucedieron veintiún rectores autonomistas –excluyendo a los designados por el Consejo Nacional de Educación Superior /CNES, creado por la dictadura del Gral. Hugo Banzer Suárez, que propició la Intervención de la Universidad Pública. El último de ellos, ya finado, fue el Dr. Jorge Trigo Andia, de acuerdo al siguiente orden.

1. 1931.- Dr. Carlos Araníbar Orosco. Ya era Rector y permaneció en el cargo por su prestigio como médico y docente muy apreciado por la comunidad. Este año se aprobaron las Reformas Constitucionales sujetas al Referéndum del 11 de enero de 1941, entre las cuales la Autonomía Universitaria fue la Reforma Nº 8. El Decreto Ley de 24 de febrero de 1931 dispone que el Rector sea aboque a la gestión universitaria y el Jefe del Distrito Escolar a los ciclos inferiores. En vía de ilustración, las principales Reformas sometidas a consulta por el Referéndum Nacional fueron la Nº 2, que ordenaba el sometimiento a la soberanía nacional de las empresas extranjeras (principio vulnerado por el proceso de Capitalización); la Nº 5, Improrrogabilidad del período del Presidente de la República e irreligibilidad de éste y del Vicepresidente para un período inmediato; la Nº 7, Descentralización administrativa y la Nº 8: Autonomía Universitaria. Esta última dio origen al siguiente artículo incluido en el Decreto Ley: “Las universidades nombrarán sus rectores, profesores y funcionarios, expidiendo sus títulos; podrán aceptar legados y donaciones; administrarán sus rentas propias; proyectarán su presupuesto anual para someterlo a la consideración del Poder Legislativo y podrán negociar empréstitos con garantía de sus rentas y aprobación del Congreso, para realizar con autonomía sus fines y sostener sus institutos y facultades.” Disposiciones complementarias, en especial de carácter económico, fueron dictadas luego de ser promulgada la Constitución.
2. 1932.- El Dr. Francisco G. Prada ejerció el Rectorado hasta 1936, desplegando una actividad encomiada por el Dr. Arturo Urquidi en 1946 en estos términos: “La organización básica de nuestra Universidad corresponde al ilustre Rector Don Francisco G. Prada, pues durante su jefatura se fundaron la Facultad de Medicina (1932), las Escuelas de Odontología (1932), de Farmacia 1932, de Agricultura (1931) y el Instituto Tecnológico (1936), es decir, todas las Facultades y Escuelas que hemos tenido hasta hace poco, excepción hecha de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, benemérita depositaria de la tradición académica de Cochabamba. La organización impresa por el Dr. Prada se mantuvo intangible hasta el año 1946, época en la cual asumimos el Rectorado. Naturalmente, en el interregno, las Facultades y Escuelas alcanzaron mayor grado de progreso, mejoramiento de recursos y Planes de Estudio, gracias a la labor del Rector Dr. Martín Cárdenas”. En esta gestión se promulgó la Ley de 2 de marzo de 1932 que otorga recursos a la Facultad de Medicina provenientes de los impuestos departamentales que gravaban a cuatro sucesiones.
3. 1936.- El Dr. Aurelio Meleán desarrolló su gestión como rector con notables auspicios, como el Decreto Ley de 1º de julio de 1936, que consagra la Autonomía Económica de las Universidades y señala sus recursos, expedido por el Presidente Gral. David Toro, siendo Ministro de Educación el Tcnl. Alfredo Peñaranda; decreto modificado por Ley de 5 de febrero de 1941 y otras disposiciones. Asimismo se expidió el Decreto de 26 de septiembre, que autorizó la expropiación del terreno contiguo a las dependencias de la Universidades ubicadas en el actual Campus Universitario, ampliando el área del Fundo Las Cuadras.
4. 1936.- El Dr. Agustín Virreira ejerció un corto interinato.
5. 1937.- El Dr. Aurelio Meleán ejerció brevemente el Rectorado.
6. 1937.- El Dr. José Valdivieso sucedió interinamente al anterior. Fue el fundador de la “Revista Jurídica” en agosto de este año, que fue calificada como el mejor medio de difusión de la Universidad de San Simón.
7. 1937. El Dr. Martín Cárdenas ejerció el Rectorado interino, y al año siguiente fue ratificado y permaneció en el cargo hasta 1944. En esta gestión, el Dr. Cárdenas marcó la Universidad con su prestigio personal, estableciendo una red de relaciones y una consolidación de la institucionalidad académica reflejada en múltiples testimonios. En 1938, Además de una amplia labor de equipamiento en beneficio de la Facultad de Medicina, la Escuela de Odontología y del Instituto Tecnológico, la Facultad de Agronomía recibió por Ley las propiedades de Linde y Callacchullpa para convertirlas en centros de experimentación agrícola, además de la adquisición de un Observatorio de Metereología y un lote de 2.000 árboles frutales del Criadero de Santa Inés, de Santiago de Chile. El Instituto Tecnológico se benefició con la contratación del célebre biólogo Dr. Jorge Federico Nicolai y del conocido fisiólogo Dr. Alejandro Lipschultz. San Simón asistió a congresos internacionales, como las Jornadas Odontológicas de Estados Unidos; el Congreso Odontológico de Montevideo, la Primera Reunión Sudamericana de Botánica; el Congreso de las Democracias, del Uruguay; la Octava Conferencia Panamericana y la Celebración Mundial del Centenario de la Teoría Celular, realizada en México. Recibió asimismo comisiones científicas extranjeras, que enviaron: la Escuela de Agricultura de Cambridge, que investigó el virus y la genética de la papa en Colomi; la Universidad de California, cuyo botánico W. Eyerdam estudió las especies silvestres de tabaco; y el Museo de Historia Natural de Santiago de Chile, que envió al entomólogo Dr. Emilio Ureta, para estudiar los insectos del Chimoré. En 1939 se realizó entre el 22 y el 29 de junio, el Primer Congreso Nacional de Facultades de Derecho, con catedráticos de las siete universidades nacionales. Por Cochabamba asistieron José Macedonio Urquidi, Ricardo Anaya y José Torrico Sierra, y fueron invitados especiales: Franz Tamayo, David Alvéstegui y María Josefa Saavedra. La resolución principal adoptó un Plan de Estudios propuesto por la Delegación de Cochabamba para todas las Facultades de la República. Se recomendó la reforma integral de la Legislación encomendando el estudio técnico a las Facultades de Derecho y a jurisconsultos notables; codificar la Legislación Tributaria; revisar y complementar la Ley Fundamental del Trabajo y organizar el Seguro Social Obligatorio; eximir de impuestos a la importación de libros, crear un Banco Agrícola; permitir a los trabajadores y docentes universitarios acogerse a la Ley de Jubilaciones e instituir la ciudadanía femenina. Este año se creó el Centro de Estudiantes de Derecho, que organizó conferencias, entre ellas la del profesor Raúl Prebisch.
8. El Dr. Arturo Urquidi Morales fue cinco veces Rector en la era de la Autonomía Universitaria, consolidó la propiedad sobre el Fundo Las Cuadras, actual Campus Universitario de San Simón; propició la construcción de la Ciudad Universitaria proyectada por el Arq. Franklin Anaya Arze; creó facultades, institutos de investigación y proyectos, e hizo méritos suficientes para ser considerado Mentor de los sucesivos rectores de esta casa de estudios superiores fundada en 1832, sin duda la institución educativa y cultural más grande e importante del Departamento, y una de las tres más conocidas del país.



RECTORES DESIGNADOS POR EL CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN SUPERIOR (CNES)
1.- 1972.- El Dr. Walter Pereira Reynolds fue designado por el CNES, organismo creado por el régimen del Presidente Hugo Banzer Suárez, y permaneció hasta el año 1974. El 13 de junio inauguró la Galería de Retratos de los Cancelarios y Rectores de la Universiddad. El 19 de noviembre se reorganizó el Sindicato de Docentes de la UMSS. El 7 de diciembre se inauguró el Centro de Medicina Nuclear. Este año fue creada la División de Extensión Universitaria. En 1974, el 16 de octubre, San Simón apoyó el seminario “Crisis, cambio y desarrollo, vocación y destino de Cochabamba”, organizado para celebrar el IVº Centenario de la fundación de la ciudad. Se dieron los pasos necesarios para instituir el Seguro Médico Universitario. En el sistema “departamentalizado”, que creó el CNES, se fusionaron las Carreras de Derecho y Economía, que comprendían los Departamentos de Derecho, Economía, Auditoría y Administración de Empresas. Se obtuvo del gobierno la concesión de 10.000 hectáreas en el Valle del Sacta. Se creó la Facultad de Educación Física y Deportes con la cooperación del Gobierno del Brasil y del Comité Olímpico Alemán. Se consiguió fondos para la compra de computadoras.
2.- 1976.- El Dr. Ernesto Daza Ondarza asumió el Rectorado como el Decano más antiguo. En mayo se instituyó el otorgamiento de medallas de oro y de plata a los docentes que cumplan 25 y 10 años de servicio, respectivamente. Fueron designados Profesores Eméritos: José Antonio Zegada, Julio López Lafuente, José Antonio Olguín y Alfredo Cuadros Mejía, Adrián Trigo y Eduardo Saracho López. En agosto y septiembre se realizaron las Terceras Jornadas Quirúrgicas Internacionales bajo la Presidencia honoraria del maestro de neurocirugía Prof. Alfonso Asenjo. La Alcaldía donó a la UMSS un lote de terreno en la avenida Ramón Rivero para la instalación del Museo Arqueológico, cumpliendo el D.S. 14143 de 29 de noviembre de 1976. El 15 de diciembre el Dr. Nathan Wachtel, Director de la Escuela de Altos Estudios, de París, ofreció una conferencia sobre “Etno-historia de los Grupos Indígenas de Bolivia”. El Dr. Mario Argandoña Yañez, profesor de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UMSS, planteó el tema “Psiquiatría Comunitaria” en la VIª Conferencia Panamericana de Educación Médica y en el XIVo Congreso Brasileño de Educación Médica (Río de Janeiro, 17 al 19 de noviembre). El Dr. Daza Ondarza falleció el 19 de abril. Fue catedrático de Derecho Constitucional, Decano de la Facultad de Derecho, Vicerrector y Rector, diplomático y Ministro de la Corte Suprema de Justicia.
3.- 1977.- El Dr. Augusto Morales Asúa tomó posesión del Rectorado. El 16 de enero, el antropólogo norteamericano John V. Murra dictó una conferencia sobre el tema “Coordinación entre Arqueología e Historia en el estudio del Mundo Andino”.
RECTORES AUTONOMISTAS, SEGUNDA ETAPA
21.- 1978.- El Dr. Jorge Trigo Andia fue elegido por el Claustro Universitario el 26 de septiembre junto al Vicerrector Dr. Mario Argandoña Yañez. El mandato duró hasta el 17 de julio de 1980, en que se produjo una nueva intervención, que designó Presidente de la Subcomisión de Reordenamiento de la Universidad al Dr. Luis Romero Amézaga. La Subcomisión funcionó desde el 29 de agosto hasta el 15 de abril de 1981. Un día después fue impuesto como Rector el Tcnl. Juan Vera Antezana por el gobierno del Gral. Luis García Meza. Fue sustituido por el Ing. Freddy Mercado Rojas el 10 de septiembre y permaneció hasta el 11 de mayo de 1982.
22.- 1982.- El Arq. Freddy Araníbar Salazar fue designado Rector por el Consejo Universitario, que se reunió el 12 de mayo luego de la intervención a la UMSS. Un nuevo Claustro Universitario determinó que retornara como Rector el Dr. Jorge Trigo Andia y como Vicerrector el Dr. Mario Argandoña Yañez.
23.- 1982.- El Dr. Jorge Trigo Andia asumió el Rectorado. (Ver su biografía).
El rector actual es el MSc Juan Ríos del Prado (2007-2011).

viernes, 24 de septiembre de 2010

ACHÁ VALIENTE, José María

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ACHÁ VALIENTE, José María
1810-1868
El Gral. JOSÉ MARÍA ACHÁ VALIENTE nació en Cochabamba el 8 de julio de 1810 y murió en la misma ciudad el 29 de enero de 1868. Inició su carrera militar en las campañas de la Confederación Perú-boliviana. Se levantó más tarde contra Belzu, pero fue derrotado en Sutimarca. Era ministro de Guerra de Linares, pero se coludió con los generales Manuel Sánchez y Ruperto Fernández para derrocar al célebre dictador en 1861 y constituir un triunvirato que sólo duró cuatro meses. Sánchez murió en ejercicio del triunvirato, y poco después el general Achá consolidó el ejercicio único de la Presidencia.
Una medida precursora de la justicia social fue el decreto de Achá que otorgó parcelas a los campesinos sin tierra y el derecho propietario sobre ellas si se acreditaba una posesión continua de 10 años. En su gobierno fueron descubiertos los ricos yacimientos de guano y salitre del Litoral y se iniciaron las tensiones con Chile, que condicionaron la autorización de declaratoria de guerra pronunciada por el Congreso boliviano. La inestabilidad interna determinó que Achá se apoyara en la mano rígida del prefecto de La Paz, Agustín Yánez, quien fue el tristemente célebre autor de las “matanzas de Yánez” en el cuartel del Loreto ubicado en la actual Plaza Murillo, de La Paz, donde murieron en una sola noche 50 connotadas personalidades, entre ellas Francisco de Paula Belzu, hermano del caudillo, y Jorge Córdova, ex Presidente. Convocó a elecciones en 1862 y él mismo salió electo; pero arreció la oposición. Uno de sus puntales era su paisano el general Mariano Melgarejo, de sólido prestigio militar. Achá cometió el error de postergar las ambiciones presidenciales de Melgarejo designando a Sebastián Ágreda como su sucesor. No lo permitió el caudillo tarateño y esgrimiendo el nombre de José Ballivián, quien había sido su protector, derrocó al Presidente Achá en 1864. Se retiró a Cochabamba, donde falleció el 29 d enero de 1868.

AGUAYO DE MENDIZÁBAL, Cira

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AGUAYO DE MENDIZÁBAL, Cira

AGUAYO, Jesús

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AGUAYO, Jesús

AGUIRRE ACHÁ, José

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AGUIRRE ACHÁ, José
1877-1941
Quien entona el himno Salve oh Patria o el vals En las playas tranquilas del Beni debe recordar que ambos poemas se deben a este militar, escritor y diplomático, que fue hijo de Nataniel Aguirre. La revolución federal signó su destino pues se alistó en las filas liberales, donde hizo sus primeras armas, y luego participó en la guerra del Acre, en la cual ascendió a Teniente Coronel y luego a Coronel. Fue Subsecretario de Colonización, Goberndor de Puerto Acre, integró la Comisión de Límites Boliviano-Argentina, fue Prefecto de Potosí, cónsul en San Francisco y Nueva York, Primer Secretario de la Embajada boliviana en Washington, Encargado de Negocios en Buenos Aires y experto en cuestiones de límites con Chile y Paraguay. Su obra periodística fue publicada en El Comercio y La Igualdad, de Cochabamba, donde dirigió la revista Gutenberg Ilustrado. Trabajó asimismo en El Ferrocarril, de Oruro, en El Comercio de La Paz y en El Norte. Escribió sobre su obra Augusto Guzmán, entre otros.
OBRA.- De los Andes al Amazonas. Recuerdo de la campaña del Acre (1902); Poesías. Ideales de gloria. Hijas íntimas. Anhelos y fantasías (1912); Platonia. Escenas de la democracia en la América Latina. Novela política (1923), entre otras.

AGUIRRE GAINSBORG, José

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AGUIRRE GAINSBORG, José
1909-1938
Admirado por Tristán Marof, José Antonio Arze y Guillermo Lora, fue un joven teórico del marxismo cuya muerte temprana nos privó de un líder popular, a juzgar por la influencia que tuvo en las ideas-fuerza de la época en que le tocó vivir exiliado en Chile y luego en Bolivia. Era nieto de Nataniel Aguirre e hijo de José Aguirre Achá y fundador del Partido Obrero Revolucionario (POR), de tendencia trotskista, luego de haber integrado el Comité Central de un partido similar, de la magnitud con que arraigaron las ideas trostkistas en Chile, aun más que en Argentina, según comentario de Guillermo Lora.
La carrera diplomática de su padre determinó que naciera en Nueva York y su muerte se produjo de modo intempestivo y absurdo al precipitarse de una rueda Chicago en un parque de diversiones de La Paz. Estudió Derecho en la UMSA y en la UMSS, donde se recibió de abogado en 1932; según Lora fue militante del Partido Comunista clandestino, fue tenaz y consecuente en su pacifismo frente a la Guerra del Chaco, posición que le valió el exilio. Ingresó al Partido Comunista chileno y fue expulsado en 1933 por su pensamiento trotskista. Fue líder de la organización “Izquierda Boliviana”, que se alió con el grupo “Tupac Amaru”, presidido por Tristán Marof para fundar en 1935 el por. De retorno al país, integró la Logia Beta Gamma (Bolivia Grande), que consiguió rebautizar con el nombre de “Acción Socialista Beta Gamma” (ASBG). Fue Subsecretario del Ministerio de Trabajo creado por el Presidente David Toro e Inspector del Ministerio de Comercio e Industria. Exiliado nuevamente a Chile, presentó a la IIª Conferencia del POR su tesis “Apuntes para la elaboración de una política del POR”, que inspiró el accionar del trotskismo boliviano hasta nuestros días, según Lora. Escribieron acerca de él Guillermo Lora, José Antonio Arze, Porfirio Díaz Machicao (La bestia emocional), Herbert S. Klein y Valentín Abecia López, entre otros.

AGUIRRE GONZÁLEZ-PRADA, Nataniel

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AGUIRRE GONZÁLEZ-PRADA, Nataniel
1843-1888
Probablemente no hay en la literatura boliviana un inicio mejor que el de la novela Juan de la Rosa, de Nataniel Aguirre González- Prada, que ha sido seleccionada entre las 15 novelas fundamentales de Bolivia. “Rosita, la Linda Encajera, cuya memoria conservan todavía algunos ancianos de la Villa de Oropesa, que admiraron su peregrina hermosura, la bondad de su carácter y las primorosas labores de sus manos, fue el ángel tutelar de mi dichosa infancia. Su cariño, su ternura y solicitud maternales eran sin límites para conmigo, y yo le daba siempre con gozo y verdadero orgullo el dulce nombre de madre. Pero ella me llamó solamente "el niño", menos dos o tres veces en las que la palabra "hijo" se le escapó, como de un modo muy cruel sus entrañas.” Este primer párrafo de la novela contiene el secreto de una relación filial nostalgiosa. Juan de la Rosa fundó el culto a las heroínas de la Coronilla, pero también generó una confusión histórica debido al perfil que se le da al escritor como un oráculo en esta parte del mundo: lo que es ficción fue tomado como documento histórico, y ahora resulta que la nómina de heroínas de Juan de la Rosa no corresponde a los nombres de las mujeres que resistieron en La Coronilla a las fuerzas de Goyeneche.
Hay una diferencia de calidad entre Juan de la Rosa y el conjunto de la obra literaria de Aguirre, como La bellísima Floriana, teñida de romanticismo y nostalgia colonial, mientras Juan de la Rosa, aun siendo romántica, es la novela realista más vigorosa del siglo XIX, seleccionada como una de las 15 novelas fundamentales de la literatura boliviana por un equipo de expertos convocado por el Ministerio de Culturas. Se editó en Plural este año con estudio inicial de Gustavo García, quien lanza una hipótesis audaz: el autor de Juan de la Rosa no habría sido identificado, y don Nataniel sólo era su editor, según varias pistas que ofrece en el citado estudio.
Con todo, la personalidad de Aguirre no se reduce a la literatura, pues fue un hombre público de nota; muy joven peleó contra la tiranía de Melgarejo, y concurrió con hijos de León Galindo a la Batalla de la Cantería, donde murió fusilado uno de ellos, Néstor. Fue también celoso defensor de la heredad nacional en la guerra del Pacífico como una de las cabezas de la tendencia reivindicacionista, que quería la reanudación de la guerra, y partidario del federalismo, al influjo del Dr. Lucas Mendoza de la Tapia.
Nataniel Aguirre González-Prada nació en Cochabamba y murió en Montevideo. Estudió en el Colegio Junín, de Sucre, y se graduó de abogado por la Universidad de San Simón. Fue profesor de Derecho Constitucional, Civil e Internacional Público, diputado en varias legislaturas y, siendo Prefecto de Cochabamba cuando estalló la Guerra del Pacífico, organizó el Regimiento “El Vanguardia” junto a José María Santiváñez y lo comandó en persona. Al término de la guerra ocupó varias carteras ministeriales.
Era hijo de Miguel María de Aguirre y nieto de Manuel González-Prada, Intendente de Cochabamba en 1810 y de Jerónimo Marrón de Lombera, comandante de plaza por entonces. Don Miguel María fue ministro de Sucre a sus 27 años. La madre del escritor, María Manuela González-Prada murió cuando Nataniel sólo tenía tres años. En 1864 contrajo matrimonio con Margarita de Achá y tuvo nueve hijos. Margarita era hija del Presidente José María de Achá, depuesto por Mariano Melgarejo tras un golpe de Estado, hecho que selló el destino de Nataniel, que se inclinó por la política principista contra el caudillo, luchando en las barricadas y en combates formales como la de La Cantería, donde salió vencedor Melgarejo y ordenó fusilar, entre otros, a Néstor Galindo, hijo del Gral. León Galindo, héroe de Ayacucho. La caída de Melgarejo y de su sucesor, Agustín Morales, empujó a Aguirre al debate de la época entre los unitarios de Evaristo Valle y los federalistas de Lucas Mendoza de la Tapia, con los cuales cerró filas. En 1877 publicó “Unitarismo y Federalismo”. Era de ideas liberales: “Hagamos del pobre indio un ciudadano como nosotros”. También era bolivariano, en 1883 escribió una vindicación de Bolívar y también del Gral. O‘Connor, cuando Melgarejo lo borró del escalafón militar.
OBRA.- Juan de la Rosa. Memorias del último soldado de la independencia, 1885; Unitarismo y federalismo;Biografía del Coronel Burdett O´Connor, Bolivia en la Guerra del Pacífico, "Bolívar", "La bellísima Floriana" y otras.

ALFARO DENIS, Samuel

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ALFARO DENIS, Samuel

ALMARAZ PAZ, Sergio

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ALMARAZ PAZ, Sergio

SERGIO ANTONIO ALMARAZ PAZ nació en Cochabamba el 1º de diciembre de 1928 y murió en La Paz el 11 de mayo de 1968. Hijo de Julio Almaraz Salinas y María Jesús Paz, tuvo una hermana, Margarita. Se casó con Elena Ossio y engendró dos hijos: Pablo y Alejandro.
Hizo sus primeras letras en el Colegio Alemán de Cochabamba , en la Escuela México de La Paz, y de retorno a Cochabamba, en la Escuela Crisóstomo Carrillo y los colegios La Salle e Instituto Americano; más tarde debió continuar en el ciclo nocturno del Colegio Nacional “Sucre”, cambio sobre el cual registré hace algún tiempo un testimonio del finado Dr. Carlos Quiroga Ocampo. Me decía que ambos, siendo estudiantes de secundaria, habían repartido volantes, probablemente contra el régimen de Peñaranda, desde un avión que sobrevoló Cochabamba. Fueron detenidos y Quiroga tuvo que salir a Chile; Don Julio Almaraz, profesor de Química y de familia muy respetada, logró el indulto para Sergio. Veraz o inventada, la anécdota es al menos valiosa para comprender el compromiso temprano de Sergio con las luchas populares, pues a sus 18 años ya era miembro de la “Célula Lenin” del Partido de la Izquierda Revolucionaria.
En 1943 se radicó con su madre y hermana en La Paz e ingresó a la Facultad de Derecho de la UMSA. Para entonces ya militaba en la Juventud del Partido de la Izquierda Revolucionaria / PIR. Desde muy joven organizó grupos de estudio, tales como el “Centro de Estudios Sociales Libertad”, junto a la vieja luchadora doña Angélica Azcui; la Federación de Juventudes Piristas y la “Célula Lenin” “Sergio Almaraz era un convencido del trabajo en grupo, en conjunto, de esta manera, uno de los grandes aciertos fue el diseminar, a lo largo de su vida, pequeños núcleos de trabajo”, dice Valentín Abecia López, y señala entre ellos el grupo “Wiphala”, conformado por artistas e intelectuales como Walter Solón Romero, Rolando Costa Arduz, Enrique Arnal, Gil Imaná Garrón y Óscar Soria”, entre otros. “Wiphala” tomó a su cargo una iniciativa de Almaraz, la construcción de la Ciudad del Niño, mediante una subasta pública de obras pictóricas.
Enamoró con una estudiante del Liceo de Señoritas Venezuela, Renata Kochmann, también militante de la juventud pirista, pero el partido lo envió a la escuela de cuadros del Partido Comunista de Chile, donde habían estudiado antes José Aguirre Gainsborg y José Antonio Arze. Dice Taboada Terán que Almaraz se casó con Renata “en un altar judío”, pero que la unión no duró mucho tiempo. A su retorno, Almaraz trató de reproducir la experiencia formando una escuela de adiestramiento político en la que enseñaba la historia del Partido Comunista de la URSS y fundando el periódico “Orientación”, órgano de las juventudes piristas.
Contrajo matrimonio con Elena Ossio el 11de abril de 1951 y juntos integraron la delegación boliviana al IIº Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de Berlín. Fueron luego invitados al Congreso Mundial de la Paz, en Viena, y a visitar la Unión Internacional de Estudiantes, en Varsovia. Allí conocieron a Pablo Neruda, Jorge Amado e Ilya Ehremburg, entre otras personalidades.
Almaraz fue dirigente de la FUL de La Paz en 1948, y de la CUB hasta 1953; debido a las persecuciones y exilios no pasó del tercer año de Derecho. Por entonces se relacionó con la segunda generación de “Gesta Bárbara”, junto a Gustavo Medinaceli, Julio de la Vega, Mario Guzmán Aspiazu, Armando Soriano Badani y Valentín Abecia Valdivieso.
Los errores históricos del PIR no se redujeron al colgamiento de Villarroel, que en lo inmediato le dio crédito político entre trabajadores y estudiantes; se acrecentaron con la inopinada autorización de un ministro del Trabajo pirista a la Gran Minería para el retiro de sus trabajadores en 1947. La juventud pirista fue distanciándose de la dirección del partido por obra de la Célula de Miraflores, que celebró seis sesiones de autocrítica en un salón ubicado en la Plaza Murillo, de La Paz, frente al Comité Central integrado por Arze, Anaya y Arratia. Arze decidió disolver el partido y el 17 de enero de 1950 nació el Partido Comunista de Bolivia, cuyos fundadores fueron Sergio Almaraz, Jorge Ovando Sanz, Luis Luksic, Jorge Kolle, Víctor Hugo Libera, Néstor Taboada y otros. El Presidente Urriolagoitia declaró al PCB fuera de la ley y Almaraz fue confinado a la isla de Coati, donde permaneció durante tres meses, al cabo de los cuales salió al exilio en Santiago de Chile. Allí se habría firmado un pacto de apoyo del PCB al MNR para la revolución del 52.
El Partido Comunista naciente se diferenció del viejo tronco del PIR en que apoyó al MNR para la revolución de abril de 1952. “En 1952, la insurrección de las masas acaudilladas por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) dio impulso a un torbellino que arrastró también al PCB; tendencia que no habría de mantenerse, al ser este último una y otra vez subordinado a la estrategia internacional de la URSS. Esta y otras causas hacen que en 1956, Almaraz presente su renuncia al Partido por considerar que su permanencia en él, ‘no convenía a ninguna de las partes’”, dice Vila de Prado. Ya libre de la militancia partidaria, en 1953 abrió la librería “Mundo Nuevo”, en La Paz. Publicó “Petróleo en Bolivia” en agosto de 1958, y el ensayo “Buscando el de profundis de una generación”.
En 1953 integró una delegación de la COB a Europa, que precedió a su renuncia y expulsión del PCB, y luego fue designado Oficial Mayor del Ministerio del Trabajo por el gobierno del MNR. Allí conoció a quien sería su compañero de lucha, el intelectual argentino Alfredo Perelman. Integró también una delegación de dirigentes sindicales invitados por el Foreign Office inglés con el propósito de conocer la fundición Williams Harvey en Liverpool, donde comprobó el propósito inocultable de disuadir a los bolivianos de instalar hornos similares en el país. A la caída del MNR se retiró a una pequeña propiedad heredada de su padre en Cochabamba, donde se dedicó al cultivo de rosas y claveles hasta l965, así como a la lectura y la reflexión para enriquecer sus ensayos posteriores. Fundó la revista “Praxis” (1964) y “Clarín”, de larga memoria, en la cual colaboraron los más destacados intelectuales de la época.
En 1967 ganó el Primer Premio Municipal de Ensayo en Cochabamba con su obra “El Poder y la Caída”. La Alcaldía se resistió a incluir en la edición prima el capítulo titulado “El sistema de Mayo”, porque era una crítica directa al régimen de entonces. A fines de este año participó en el célebre “Foro Nacional sobre el Petróleo y Gas” organizado por la FUL cochabambina, en el cual lanzó la consigna de la nacionalización de la Gulf Oil. En 1968 se agravó su salud y falleció el 11 de mayo de ese año luego de una operación en la Clínica Boston, de La Paz. Poco después se publicó su ensayo “Requiem para una república” y en 1979 salió a luz una colección de ensayos suyos, entrevistas y homenajes compilados por Mariano Baptista Gumucio con el título de “Para abrir el diálogo”.
SEMBLANZA
Uno diría que su temprana muerte fue también su paso iniciático hacia la gloria, porque de inmediato fue trasladado al Paraninfo de la Universidad de San Andrés y desde entonces se cumplieron en su honor múltiples homenajes póstumos. Son conocidas las palabras de Marcelo Quiroga Santa Cruz en aquella fecha luctuosa: “Por la misma puerta que entró a dialogar con los universitarios hace dos meses, salió hace pocos días su cuerpo que ya es bandera”... “Detrás de él saldrán mañana los universitarios y detrás de ellos todo un pueblo en procura del ideal de la independencia y la dignidad nacionales. Sergio Almaraz nos dio su obra y su vida; ahora nos da también su muerte”. En su vida hay un parteaguas que pareciera haber significado para él una ruptura epistemológica: la revolución de 1952. El último intento de limar diferencias con sus viejos camaradas fue la fundación del PCB, pero los acontecimientos desatados por la Revolución Nacional lo llevaron a encontrar su verdadera misión existencial: estudiar el proceso histórico boliviano sin ataduras ideológicas, sin obedecer a dogmas, con un claro y desprejuiciado examen de la realidad. Siendo testigo de un proceso nacional-popular de grandes transformaciones en lo económico, lo político y lo social, consagró su vida a fijar la historia con un rigor no superado y a encontrar en el presente las líneas de profundización del proceso. En la mejor de las acepciones, Almaraz fue testigo de su tiempo. A diferencia de los militantes de la izquierda tradicional, que se evadieron del proceso del 52, él fue testigo en el sentido de “mártir”, que rescata Ernesto Sábato. Al mismo tiempo asumió un compromiso existencial con ese proceso, similar en hondura filosófica a la que postulaba Albert Camus. Eso le permitió evadirse del dogma estalinista y hacer estudios específicos sobre las dos producciones de punta de una economía dependiente como la boliviana: la del estaño, que inició aun antes de la Nacionalización de las Minas su declinación en el mercado mundial, y la del petróleo y el gas, recursos en los cuales basaba la única esperanza de liberación de la Nación boliviana. La lucha por el estaño lo llevó a identificar a los numerosos agentes solapados de la Williams Harvey, transnacional que disuadía todo propósito de instalar hornos de fundición en Bolivia, y a destacar la labor de pioneros de la empresa privada en esta línea, como José Núñez Rosales, José Zalesky y Mariano Peró. La lucha por el petróleo y el gas lo llevó a denunciar el Código del Petróleo promulgado por el régimen movimientista, apellidado Davenport porque vino ya hecho de un célebre bufete norteamericano; así como el trato expoliatorio de la Gulf Oil con la Nación boliviana, pues nos pagaba regalías e impuestos muy inferiores a los que honraba en otros países productores, como Venezuela. Estas denuncias se tradujeron en su prédica constante por la nacionalización de las concesiones de la Gulf Oil en Bolivia. “Precediendo a la defensa del gas, del zinc, del estaño que debemos conservar como parte del patrimonio nacional, a tiempo de sostener que vamos a renacionalizar el gas y el petróleo, tendremos que recordar que hay un requisito previo: ha llegado a la vida nacional el momento en que debemos pensar todos en encontrar la forma efectiva y práctica de nacionalizar nuestro propio gobierno”, dijo Almaraz en su conferencia: “Lo Básico: No perder el gas y ganar el mercado argentino para YPFB”. “La estrategia del petróleo debe gravitar en torno a la conquista del mercado argentino en forma de operación a realizarse entre entidades fiscales de ambos países”.
Almaraz no se distanció del proceso iniciado en 1952; se aproximó al nacionalismo revolucionario y fue testigo de su declinación. En los últimos tiempos del régimen movimientista, llamó al proceso “la revolución arrodillada”; pero después de 1964 denunció que ese tiempo de las cosas pequeñas se había transformado en un entreguismo sin reservas. Almaraz no fue propiamente un militante estalinista del PIR, no fue propiamente un comunista aferrado a la línea internacional del partido, no fue propiamente un movimientista de conciencia adormecida por las canonjías del poder. Fue fundador de una línea de avanzada, la izquierda nacional. Antes que provocar diferencias en el seno de la izquierda con discusiones sobre formas de lucha y objetivos finales, logró unir a lo mejor de la “intelligentsia” de entonces con un programa mínimo: la defensa de los recursos naturales. Con ellos fundó la “Coordinación de la Resistencia Nacionalista”, opositora a la política del gobierno del General Barrientos. “No se trata de quitarle el fusil al combatiente y sustituirlo por un rosario, sino de utilizar otra clase de arma, el pensamiento, el que tiene su manifestación concreta en el diálogo”. “El encuentro que desea entre marxistas, cristianos y nacionalistas no es para buscar imposibles identidades doctrinarias, sino para encontrar soluciones a través de las cuales los sectores populares descubrirán el ser nacional, aquellas definiciones necesarias para trazar un arco de solidaridades que posibilite la existencia de la nación como sujeto colectivo.”, dice Vila de Prado. Por esa razón su legado se plasmó un año después de su muerte en la nacionalización de la Gulf Oil, y dos años después, en la estatización de Mina Matilde, además de una política de fundiciones que a la larga se plasmó en las empresas instaladas en Vinto, La Palca y Karachipampa.
UN MILITANTE “INORGÁNICO”
La vida “orgánica” de Almaraz en el seno del PIR y del PCB es una suerte de prehistoria de su auténtica vida política y de su desarrollo ideológico que se inicia con el rompimiento y la expulsión, momento en el cual recupera su voz propia y examina la historia del país sin dogmatismos ni ataduras, con una objetividad centrada en una sola consigna: la defensa de los recursos naturales. Usa con ductilidad los conceptos de clase y nación, pues si se limitaba al primero le hubiera impedido reconocer la obra de pioneros pertenecientes a la burguesía; no tiene maniqueísmos ni dogmatismos. Se atiene a una consigna unificadora: la defensa de los recursos naturales. Le preocupa la Nación. En ese sentido, es un pionero de la aproximación posterior de la izquierda al contenido nacional-popular del nacionalismo revolucionario, es decir, es fundador de la llamada izquierda nacional. “La clave para poner en marcha el desarrollo es la ampliación de la base económica del Estado. No se trata de dejar de lado a la empresa privada, pero paradójicamente en Bolivia para impulsar a la empresa capitalista no se debe proceder con mentalidad liberal y capitalista. En la puesta en marcha de estas transformaciones ningún sector de la población debe quedar excluido. Tal es su ideario político, el que toma forma concreta en un proyecto nacionalista, popular, revolucionario (por lo transformador) y democrático”, de este modo interpreta su pensamiento Vila de Prado.
Una idea cabal de la falta de vocación de Almaraz por la militancia en una organización cerrada es la carta que le envió en mayo de 1946 José Pereyra Claure, donde le advierte que está usando “una falsa política de clase”, falsa “por nuestro señoritismo y negligencia”. Le dice que las quejas de Almaraz sobre el funcionamiento de la célula se parecen “al llanto de un niño a quien le han quitado su chupón y no al marxista consecuente que sabe que el desarrollo es la lucha de contrarios”. Lo llama a convencerse de “tres verdades: primero: admitir la lucha de clases; segundo: que el proletariado es la única clase revolucionaria (El estudiantado como desclasado sólo en casos excepcionales); tercero: Que ella acabará con la lucha de clases”. “Hablas de camarillas. ¿En qué partido no lo hubieron? Ni siquiera en el ruso dejaron de existir, mayormente en nuestro medio en que la política de cotorras propiamente de prostitutas ha de continuar todavía como una carroña mientras existan elementos como tú que se ahogan en un vaso de agua o de un alfiler vuelven una montaña, utilizando tus propias expresiones”. “El marxismo no siempre necesita hombres puros, deja que las ratas se queden royendo tu honra, olvidas acaso que Marx apreciaba como virtud la sencillez, tendiente a la unidad del fin, que su idea de felicidad era la lucha y lo que le causaba mayor repugnancia era el servilismo”. Lo insta a ser como Stalin: “Este oficio (de agitador), en cuyo horizonte se perfilan claramente, cualquiera que sea el camino que se tome, la cárcel, la Siberia y el cadalso no lo sigue todo el que quiera”.
La respuesta de Almaraz trasunta una profunda amistad, pero también fatiga y desaliento por las rencillas internas y, en el fondo, por una forma de lucha menuda para su verdadera vocación. “El saldo arrojado de todas estas actividades ha sido nefasto en la Célula. Aunque los camaradas no han querido manifestármelo, he comprendido que hay en ellos una marcada desmoralización.” Se queja del “tiempo de las cosas menudas” tan alejadas de su recia y sin embargo apacible personalidad: “La situación de la Célula, como a un principio te decía, anda equilibrándose en un cordelito, que el rato menos pensado puede rompérsenos y estrellarnos a la destrucción definitiva. Y la situación se agrava más con la campaña desatada por los cerdos de Taboada. Esta campaña que ha venido repitiéndose con una continuidad sistemática de algún tiempo a esta parte, es un franco ataque de quintacolumnismo dentro del Partido. El objetivo de esta nueva táctica –que esta palabrita la voy odiando cada día más—tiende a la pronta aniquilación de nuestro grupo, y para lograr este apetecido fin no han vacilado en emplear armas como la calumnia. Y esto, es tan cierto que los ‘rumores’ del Partido llegan como un ventarrón hacia nosotros trayendo cosas como éstas: ‘El grupo Lenin es un conjunto de bebedores”, o bien ‘los de la C. Lenin, han vendido su poligrafiadora y se han gastado el dinero’, y cosas más puercas todavía”... Todas estas cosas no merecen otra respuesta que el desprecio, salen de la cloaca de Taboada y se quedarán allí”. Su desaliento existencial llega al extremo de expresar lo siguiente: “No siempre ‘el templado y férreo espíritu del revolucionario’ se mantiene incólume; hay circunstancias en las que uno está próximo a acabar con su paciencia. Y eso me va pasando a mí, y más aún cuando estas porquerías que se van propagando y encuentran clima en los ‘dirigentes’ y aquellas roscas y circulillos que atestan dentro del Partido, uno está próximo a echar por tierra hasta con sus mismas convicciones”. Por supuesto que estas fueron diferencias de extrema juventud, pues tanto Almaraz como Taboada protagonizaron juntos la fundación del Partido Comunista y este último no acabaría de hallar su verdadero perfil sino cuando abandonó la militancia para dedicarse de lleno a la literatura.
Almaraz frecuentaba las reuniones de la segunda generación de “Gesta Bárbara”. “Almaraz compartió aquellas noches tormentosas del ‘Domecq’ y el sabor amargo del ‘Singapur’, con todos los bárbaros que, en su mayoría militaron en el pirismo y luego fueron comunistas”, dice Abecia López. “Estos grupos, clubes y cafés constituyen espacios discursivos, según Habermas, cuya importancia radica en que dan origen a corrientes de opinión que luego emergen en la esfera pública. Recordemos a la “Bohemia Trujillana”, en los orígenes del APRA peruano, con la diferencia de que los miembros de esta última estaban más en contacto con las novedades que se producían en Europa” según Roberto Vila de Prado.
Como se verá, ya en 1946 estaba prefigurada la expulsión de Almaraz por la burocracia del Partido Comunista, fundamentada en un lugar común de la época: la acusación de desviacionismo pequeño burgués. En 1959, Jorge Kolle Cueto llegó a decir: “Finalmente Almaraz, cuya podredumbre ideológica buscó hacer extensiva a las filas partidarias, encubriendo, de modo cobarde, sus pretensiones con el monto de la discrepancia política, táctica o ideológica, de su ‘neohumanismo” en el fondo revisionista”; aunque más tarde, en 1980, otro camarada suyo, Marcos Domic, escribió sobre él un juicio más equilibrado.
Aquellos eran tiempos en los cuales se leían los esquemáticos manuales de la Academia de Ciencias de la URSS, que consideraban “literatura burguesa”, la de Sartre o Camus, proscribían el surrealismo y el cubismo en nombre del “realismo soviético” y defendían la teoría de los reflejos condicionados de Pavlov frente al psicoanálisis de Freud. Almaraz prefería leer a Camus antes que a los teóricos soviéticos como Konstantinov, según René Zavaleta.
PERFIL FINAL DE ALMARAZ
"No importa desde qué ángulo ideológico se pronuncie el escritor. Lo importante es que diga su verdad con lealtad absoluta", escribió Almaraz en “Para abrir el diálogo”. “Un apasionado lector de los existencialistas no podía ignorar que lo absoluto no es de este mundo; y que, por lo tanto, no es bueno que el hombre espere a que existan causas perfectas y medios irreprochables para decidirse a actuar”, dice Vidal de Prado.
La grandeza inaugural de Almaraz, su ecuanimidad temprana frente a la historia queda expresada en este juicio sobre la revolución del 52: "La experiencia boliviana desemboca en el punto más ardiente del debate sobre la revolución en nuestro tiempo. Los bolivianos hicieron la suya y su instrumento fue el MNR. La observación de que habría sido preferible otro tipo de revolución es pueril porque la historia no es un escaparate. La revolución fue ésta y no otra, sin margen de elección". Como pocos bolivianos en su tiempo, y por eso mismo tiene talla de fundador, era enemigo de dogmas, de rigideces académicas y de sistemas: "...No debemos entregarnos al culto perverso de lo abstracto. Uno de los malos signos de nuestro tiempo es la facilidad con que los hombres se apasionan por conceptos absolutos: matan y mueren por ellos. Ni la idea más grande vale más que la vida del más humilde de los hombres [...] Es la ponderación de los conceptos abstractos la que divide, y los escritores y artistas están más propensos a estos peligros que los demás hombres". Su experiencia como militante de izquierda y su acendrado ‘neohumanismo’ inspirado sobre todo por Albert Camus le harían pronunciar un consejo imperecedero: "El talón de Aquiles de todo intelectual en función política es perder el sentido común y caer en el esquema. Muchas revoluciones dejaron de hacerse por ello. Muchos partidos de izquierda vegetan por la misma causa. No hay nada más grande ni más peligroso que un ideólogo de izquierda. Mientras su mente la tenga más fresca, menos influenciada por el planteo teórico, mientras razone con el rigor lógico de un obrero y sea capaz de sistematizar conclusiones con en nivel de una formación cultural superior, entonces y sólo entonces se desempeñará en función dirigente."
"La fidelidad política no le prohibía el tener una comprensión penetrante de la vida de los personajes históricos, incluso cuando eran los enemigos de sus ideas, y cómo disponía Sergio de una admirable captación del matiz vital. Era militante pero su prosa no tenía nada que ver con la propaganda", dice René Zavaleta. “Su compromiso político no le permitió gozar de las condiciones mínimas necesarias para plasmar su potencial como escritor. Prefirió la lucha a la consagración estética”, agrega Zavaleta, aun con su sobrado talento para la prosa austera y precisa al servicio de la claridad de su pensamiento. “La cárcel, el destierro, las huelgas de hambre y la angustia por lo que sucedía en Bolivia minaron su salud de forma irreversible”, dice Vila de Prado. Jamás se refugió en la sinecura oficial ni en la academia para desarrollar su obra. “Hay que resignarse a escribir en un clima febril bajo la sensación de estar constantemente sobrepasados por el tiempo. Los intelectuales que han aceptado el compromiso no tienen mucho tiempo...", escribió en “Para abrir el diálogo”. " Hace cuatro meses que no escribo, me impide hacerlo mi enfermedad y una creciente angustia. A veces odio mi oficio; la máquina de escribir me parece un terrible monstruo", confesó en una entrevista.
“Admiro la fluidez con que escribe (Augusto) Céspedes, René Zavaleta, Quiroga Santa Cruz y Mariano Baptista. Son estupendamente fluidos; me diferencio de estos escritores por su estilo poético y un cierto pathos; mi mentalidad es demasiado racionalista”, recordó Almaraz. Sin embargo cultivó "una prosa tranquilamente bella, como la propia belleza de su espíritu. Cultivaba un estilo serenamente inteligente en el que la lucidez del fondo daba la belleza de la forma, estilo claro y esbelto por las mismas razones por las que es esbelta y clara la pureza, como el agua de una vertiente quechua de los altos cerros del valle donde Almaraz nació”, recordaba Zavaleta.
“Almaraz es un hombre de maneras lentas y voz pausada, que puede sostener una conversación con el más recalcitrante anticomunista en términos tolerantes y de espontánea cordialidad”, opinaba Quiroga Santa Cruz. “La amplitud de espíritu y la madurez de Sergio Almaraz era una lección para quienes lo trataban. Porque dialogaba... y respetaba profundamente a los demás. En medio del dolor físico y de la angustia espiritual, Sergio conservó la sobriedad y la claridad de los objetivos”, dijo Alberto Bailey Gutiérrez a un año de la muerte de Almaraz. “Aunque era un convencido no era un exaltado. Sabía escuchar y se interesaba en lo que su interlocutor le decía en lugar de escucharse a sí mismo como hacen tantos engreídos con talento. Dueño de una inteligencia lúcida y brillante, la puso al servicio del país, como combatiente político y como investigador, descubriendo y denunciando a los nuevos y a los viejos explotadores de la riqueza boliviana...” “No tenía afectación de ninguna clase, no hablaba nunca de lo que había hecho ni de lo que había escrito”, recuerda Baptista Gumucio.
En términos estilísticos es útil estudiar su estrategia ensayística que en realidad es narrativa y cinematográfica. " Nos da una panorámica general del cartel petrolero mundial, formado por las Siete Hermanas [...], luego una toma de conjunto sobre la suerte de los hidrocarburos latinoamericanos que va de la autodefensa nacional en México hasta la apertura a la libre empresa extranjera en Venezuela. Finalmente en el primer plano nos presenta lo que más nos atañe: el drama del petróleo en Bolivia", dice Orlando Capriles. "Detective por encargo de su patria", la suya fue una “lucha agónica hecha de números y de pesquisa de datos sepultados; se entregó a un juego insólito y amenazante", hecho de "diálogos interminables, de comunicados que nadie quería publicar, de discursos que otros leían mal", según Zavaleta. Su investigación semejaba una pesquisa policíaca, de literatura negra, poderosamente eficaz para correr el velo de la explotación de nuestras riquezas.
“En “El poder y la caída” se pueden apreciar los procesos a través de los cuales la fuerza económica se transforma en fuerza política. La clase que convierte a su estructura de poder en núcleo aglutinante y a su propio espacio social en el espacio de casi toda la nación; transformando a elementos de la sociedad civil en parte de su propio proyecto, y a su proyecto en el proyecto de toda la nación”... “La categoría central del libro es la "estructura del poder", y su objetivo es una tentativa de interpretación de la misma.”, sintetiza Vila de Prado, y agrega: “Hay tres ensayos en esta obra en los que Almaraz alcanza su máxima altura como prosista: “El tiempo de las cosas pequeñas”, “Los cementerios mineros” y “El sistema de mayo”. Dice Gerardo Irusta que Almaraz obró en el ánimo del general Alfredo Ovando Candia ya en 1966, para establecer negociaciones secretas con la fundidora alemana Klockner destinadas a instalar el complejo metalúrgico de Vinto”. Su influjo en los gobiernos de Ovando y Torres, aun después de muerto, fue evidente. “Recuerdo todavía la sorpresa, entre indignada y confusa, de la gente cuando en los funerales de Sergio, también definido políticamente, se anotició de la presencia de los generales Ovando y Torres, en calidad de convidados de piedra, en el acompañamiento”, recuerda Zavaleta.
Era un personaje polémico. Veamos un testimonio de Eduardo Galeano, referido a un seminario sobre Almaraz, Quiroga y Zavaleta. “Al exponer el pensamiento de Sergio Almaraz destaqué el inmenso aporte de su pensamiento a la lucha liberadora. Para sorpresa mía, allí apareció un sociólogo pirista para quien el autor de ‘El Poder y la Caída’ era algo así como un reaccionario, un derechista porque no era obrerista, porque no se definía con ‘claridad’ como marxista, porque utilizaba conceptos ‘subjetivos’ como el de ‘ser nacional’, heredados de otros ‘subjetivistas’”.
En la edición de “Última Hora” conmemorativa del Sesquicentenario de la Fundación de la República me tocó hacer una reseña sobre el ensayo en Bolivia, en la cual destaqué a Montenegro y Almaraz: “Ya el primer ensayo de Sergio Almaraz, ‘Petróleo en Bolivia’ (1957) plantea la línea ideológica de investigación inaugurada por Montenegro, constante de tres elementos: la defensa de nuestros recursos naturales, el despertar de la conciencia nacional y el papel protagónico de nuestra historia en manos del pueblo”. “Sergio Almaraz (1928-1968) repite el luctuoso destino de Montenegro: muere en la cima de su madurez intelectual dejando tras de sí no sólo una obra fundamental sino la congoja de conjeturar cuánto más hubiera podido aportar a Bolivia de haber seguido viviendo”. “No es aventurado, entonces, entroncar el pensamiento de Almaraz con la obra de Montenegro. Almaraz es la profundización de la perspectiva revolucionaria nacional inaugurada por Montenegro”.
"Hay una correlación directa entre el hombre que ya se sentía morir y el mensaje alucinante y feroz del ‘Requiem’", dice Zavaleta. Se refería proablemente a esa invocación de un patetismo siempre actual que nos permite medir la hondura de su angustia postrera: “Qué nos ha pasado. Por qué somos una nación vencida? Por qué hemos fracasado siempre? ¿Qué nos ha pasado? Somos una raza perdida de Dios”.

ALVARADO RIVAS, Eliodoro

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ALVARADO RIVAS, Eliodoro
1941-2004
Fue dirigente de la Federación Universitaria Local, de la UMSS, (1968-1969), en una época de brava resistencia contra la política entreguista del Presidente René Barrientos, que lo confinó a Madidi junto a connotados dirigentes de izquierda, defensores de los recursos naturales. No pudo asistir, por su confinamiento, al XVIIIº Congreso de la Universidad celebrado en Potosí en 1968, pero fue declarado “Líder Universitario Nacional y Dirigente Universitario del año”, y fue elegido Primer Vicepresidente de la Confederación Universitaria Boliviana por la gestión 1968-1970. Bajo su dirección, la FUL convocó al Foro “Autonomía Universitaria y Liberación”, cuyas ponencias fueron publicadas en libro, y al célebre “Foro Nacional sobre el Petróleo y Gas” al cual presentaron valiosas ponencias intelectuales y líderes políticos, como Sergio Almaraz, René Zavaleta y Marcelo Quiroga, recogidas en el libro “Gas y Petróleo – Liberación o Dependencia”. En el 75º aniversario de la Autonomía Universitaria, se nominó la Sala del Consejo Universitario con el nombre de Eliodoro Alvarado Rivas por Resolución 12/05 de 20 de mayo de 2005, siendo Rector Franz Vargas Loayza, a solicitud de la Federación Universitaria Docente, presidida por Juan Ríos del Prado, actual Rector de la UMSS.
Eliodoro Alvarado Rivas nació en Quillacollo un 3 de julio y murió en Valencia, Venezuela un 25 de mayo. Hizo la secundaria en el Colegio Calama, de Quillacollo, y egresó de la Facultad de Medicina, de la UMSS. En abril de 1969 partió a proseguir sus estudios de Medicina en el Instituto de Medicina de Rostov, Unión Soviética. Años después se radicó en Valencia, Venezuela. El Concejo Municipal de Quillacollo lo declaró “Hijo Predilecto” con carácter póstumo, por Ordenanza Municipal Nº 04/05 de 27 de enero de 2005 durante la gestión del Presidente Marcelo Galindo y del Alcalde Ricardo Mercado.

ALVÉSTEGUI LAREDO, David

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ALVÉSTEGUI LAREDO, David
1887-1973

A su celo se debe una monumental biografía del ex Presidente Daniel Salamanca, copiosa por su documentación y el sentimiento de solidaridad con el que respaldó al Hombre Símbolo tras su caída para vindicar su memoria.
Era político y periodista. Estudió Derecho en la UMSS. Fue diputado en 1916 por el Partido Republicano y luego militante del Partido Republicano Genuino, encabezado por Salamanca; director de El Republicano, de Cochabamba y de La Nación, de La Paz, y uno de los fundadores de La Razón en 1917. Los liberales lo enviaron al exilio, que se repitió tras la revolución del 52. En el interín, a la caída de Villarroel fue nuevamente director.
Su experiencia administrativa con Salamanca se desarrolló en las carteras de Gobierno y de Relaciones Exteriores (1922-1924); fue embajador del Paraguay un año después y luego asesor de la Cancillería. Volvió a la cartera de Relaciones Exteriores bajo la administración Tejada Sorzano. Presidió la delegación boliviana a la Conferencia de Paz de Buenos Aires, (1936-1938); Embajador en Brasil y Argentina. La revolución del 52 señaló el fin de su carrera política, que utilizó para escribir una monografía del Chaco y la biografía de Salamanca, publicada por la Editorial Canelas.
OBRA.- Salamanca. Su gravitación sobre el destino de Bolivia, 4 tomos, 57-70.

ANAYA DE URQUIDI, Mercedes

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ANAYA DE URQUIDI, Mercedes
1885-1970

La magnitud de la obra de su esposo, José Macedonio Urquidi, se complementó con la obra no menos valiosa de doña Mercedes, escritora, historiadora, tradicionista, feminista, de obra profusa publicada en la prensa boliviana y argentina, perteneciente a la generación indigenista e integrante de la Sociedad Geográfica e Histórica de Cochabamba. Fundó revista Anhelos, Cochabamba en 1928.
OBRA.- Tradiciones y leyendas del folklore boliviano; Indianismo, 1947. Evocaciones de mi vida y de mi tierra, 1965. Folklore religioso en Bolivia, Leyendas del trópico y Pasó el silencio, novela, inéditas.

ANAYA ARZE, Franklin

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ANAYA ARZE, Franklin
1912-1998

Por intuición y comprensión del espíritu humano antes que por estudios académicos, es el pedagogo más importante de la segunda mitad del siglo XX en Bolivia, de la talla de Simón Rodríguez y Elizardo Pérez. Su obra mayor como educador fue la fundación del Instituto Nacional de Educación Integral y Formación Musical Eduardo Laredo, que dirigió hasta su muerte, que este año cumple sus Bodas de Oro educando a jóvenes en Humanidades y Música bajo un principio central: no buscar el orden del cuartel sino la armonía de la orquesta.
No se entendería la profundidad de su obra si se olvidara la sólida formación humanista de sus hermanos Ricardo, Rafael y Héctor, que también ejercieron la docencia para difundir la ideología marxista y sus amplios conocimientos en los campos más diversos de las ciencias sociales, la música y las ciencias exactas. Su hermana Teresa agregó a su capacidad intelectual la de su esposo, el Dr. Gustavo Medeiros Querejazu, diplomático y catedrático de Derecho, y la de su sobrino, el Arq. Gustavo Medeiros Anaya, con quien don Franklin diseñó, entre otras, la Ciudad Universitaria de Oruro.
Como urbanista, fue pionero en Bolivia y coautor del primer Plano Regulador de Cochabamba, que data de 1961. Fue proyectista de la Ciudad Universitaria de San Simón, y logró ejecutar un edificio armonioso en sus líneas, inspirado en las enseñanzas de Le Corbusier, que aprendió mientras estudiaba arquitectura y música en la Universidad de Chile, donde presentó inicialmente el proyecto de Ciudad Universitaria Panamericana, que luego inició en Cochabamba.
Se graduó de arquitecto en Chile con Distinción Unánime y fue declarado Miembro Honorario de la Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la misma universidad. A su retorno, fundó la Facultad de Arquitectura de la UMSS, de la cual fue Decano. Bajo su mandato, los arquitectos Gustavo Medeiros Anaya y Jorge Aramburo trabajaron en la transformación del plan de estudios de la Carrera. Los alumnos del Taller 2, de Medeiros, ganaron los concursos internos para el diseño de la Biblioteca Central y de la Facultad de Agronomía, que luego el BID financió, para lo cual Aramburo y otros docentes formaron oficina para el desarrollo del proyecto.

La obra musical de don Franklin se inició con composiciones juveniles, como el tango A tu salud, compañero, con letra de Carlos Montenegro, y luego compuso una treintena de obras mayores, la más conocida “Wayra”, y dirigió coros infantiles y juveniles. Fue Director de la Academia de Música Man Cesped. “No hay desarrollo económico-social sin desarrollo cultural paralelo”. En 1994 mereció el Premio Nacional de Cultura y en general el Estado y la sociedad bolivianos reconoció sus méritos en vida, otorgándole el Cóndor de los Andes. Fue un humanista, y por eso su obra se extiende en varias disciplinas: el urbanismo, la pedagogía, la arquitectura, la música y el diseño, como ocurrió con el escudo de la Universidad Mayor de San Simón, pleno de contenidos filosóficos que él explicitó en un libro, el emblema del Club Wilstermann y el escudo oficial del Instituto Eduardo Laredo.
OBRA.- Función del desarrollo cultural dentro del desarrollo integral de Bolivia, 1980. La revolución del reloj y el vidrio – Emblema de la UMSS – El hombre y su morada, 1994.

ANAYA ARZE, Héctor

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ANAYA ARZE, Héctor
1911-1987

Hombre de fina vena humorística y de una agudeza sin par en los epigramas y cuartetas que componía al desgaire, se destacó en la docencia de Matemáticas en el Colegio Nacional Bolívar y en la Facultad de Ciencias Económicas, de la UMSS. El poeta Jorge Claros Lafuente comparó su sentido de la ironía al de Heinrich Heine y al de Coleridge. Fue Concejal y diputado; perteneció a la generación de los fundadores de la Autonomía Universitaria y del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), liderizado por José Antonio Arze y Ricardo Anaya Arze. Quienes disfrutaron de su conversación saben que fue humanista y autodidacta por vocación y ejercicio.

ANAYA ARZE, Rafael

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ANAYA ARZE, Rafael
1915-1997

Decir que fue maestro normalista, profesor de música y gran cultor del quechua no agota la recia personalidad de Rafael Anaya Arze, quien fue director de la Academia de Música Man Cesped (1954-1955) y director fundador del Instituto Eduardo Laredo (1971), y colaboró estrechamente en la consolidación de este proyecto pedagógico. Como Presidente de la Fundación Simón I. Patiño, defendió la Granja Pairumani de la amenaza de ocupación por los campesinos de la zona; Nivardo Paz destacó esta actitud y la colaboración de Juan Lechín y Ñuflo Chávez para salvar esta prestigiosa institución.
Era musicólogo y lingüista. Se había formado en la Escuela Normal de Sucre-Sección Primaria y Sección Musical, en el Instituto de Lenguas de la Universidad de San Francisco Xavier y en el Instituto de Fonética de la Universidad de París (1947). Hizo sus primeras letras en la Escuela Juan Crisóstomo Carrillo y el bachillerato en los colegios Sucre y Junín, de Cochabamba. Fue miembro de la Sociedad Filarmónica de Sucre y socio fundador de la Filarmónica de Cochabamba, así como del Instituto Boliviano de Lingüística (La Paz y Cochabamba); Vicepresidente y luego Presidente de la Fundación Universitaria Simón I. Patiño (1971-1988), y luego Presidente Honorario de dicha institución a partir de 1989. Representó a Bolivia en el Primer Seminario de Educación, Sévres, París, por UNESCO (1947), Jefe de la Sección Musical, profesor de solfeo, dictado musical y armonía de la Escuela Normal de Sucre y docente en varios colegios de educación primaria y secundaria. En 1946 ganó por examen de competencia el cargo de Bibliotecario de la Universidad San Francisco Xavier; el mismo año obtuvo el primer premio en el Gran Concurso de Música Popular Boliviana convocado por la UMSS. En 1967 obtuvo medalla de oro en el Festival de Salta por la cueca “Nuestro Continente”. Participó en importantes seminarios de Lingüística, Educación Musical, de Academias de Música, Conferencia Nacional de Etnomusicólogos y Presidente de la Comisión de Cultura en el Seminario “Crisis, Cambio y Desarrollo: Vocación y destino de Cochabamba. A él se debió la organización del Primer Concurso Interprovincial del Charango en Cochabamba. (1971). Descubrió talentos en la Academia Man Cesped y el Instituto Eduardo Laredo, como la vez que habló con el padre del pianista Walter Ponce, el Dr. Walter Ponce Montán, y le dijo: “Salva el talento de tu hijo. Llévalo afuera como lo hizo Eduardo Laredo con Jaime”.
La UNESCO lo distinguió por su colaboración en el Seminario de Sévrres; en 1968 recibió la Lira de Oro por la Sociedad Filarmónica de Cochabamba; y el Premio al mérito artístico musical Teófilo Vargas, otorgado por la Alcaldía de Cochabamba (1992). En 1993 recibió una medalla de oro como reconocimiento a su labor de Presidente de la Fundación Simón I. Patiño, impuesta por el ex Presidente de Pro-Bolivia, Lic. Fritz Honeger.
OBRA.- “Ensayo sobre fonética y Fonología del Quichua”; “Causas de la salinización del Valle Central de Cochabamba. Soluciones”. Conferencias: “El Himno Nacional: injerto que no se prende”; “La Radiodifusión y su influencia educativa”; “Educación del Lenguaje”; “Porvenir del Castellano en el área quichua de Bolivia; “La alfabetización solamente es posible cuando se emplea la lengua en que se piensa, siente y actúa alfabetizando”; “Bases para una reforma educativa en Bolivia”; “El lenguaje y la música” y otras.

ANAYA ARZE, Ricardo

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ANAYA ARZE, Ricardo
1907-1997

Ricardo Anaya Arze nació en Cochabamba el 6 de febrero de 1907 y murió en la misma ciudad en 1997. Hijo de Franklin Anaya y María Arze, por línea paterna y materna integró familias oriundas de Tarata, de gran vuelo intelectual y larga memoria en la historia nacional. Fue el mayor de cinco hermanos –los otros eran: Franklin, arquitecto y musicólogo; Héctor, economista; Rafael, lingüista y musicólogo; Teresa; y una hermana mayor de padre, de nombre Célida.
La contribución de los Anaya al país en el campo de la producción intelectual y la docencia ha sido muy importante. Particularmente Franklin fue fundador del Instituto de Formación Musical “Eduardo Laredo”, que proporciona bachillerato en Artes, una de las experiencias pedagógicas que, junto a la de Warisata, constituyen la vanguardia de la educación nacional.
Ricardo Anaya se casó en primeras nupcias con Blanca Oblitas Velarde y tuvo dos hijos: Iván, muerto muy joven, y Vilma. Se casó luego con Lizzie Roth.
Abogado de profesión, Ricardo Anaya fue junto a su primo hermano José Antonio Arze uno de los grandes animadores del debate nacional y el movimiento universitario y político del “bienio rojo” 1928-1930, que desembocó en la conquista de la Autonomía Universitaria consagrada por la Constitución del 30, luego de un referéndum popular que la aprobó. Como consecuencia, Anaya fue el primer presidente de la Federación Universitaria Boliviana, Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Rector de la Universidad Mayor de San Simón. Fue diputado nacional durante ocho años, fundador y subjefe del Partido de la Izquierda Revolucionaria hasta 1952, senador por Cochabamba en el período 1966-69, Ministro de Minas y Petróleo y Canciller de la República en 1978.
En su larga carrera política, se caracterizó por el rigor expositivo del que hizo gala muy temprano, como redactor de importantes documentos que introdujeron el pensamiento marxista tanto en la política nacional y el movimiento sindical como en la enseñanza académica. Junto a Arze fue pionero en el análisis crítico de la historia y la actualidad bolivianas a la luz del materialismo dialéctico, y de ese modo ambos signaron el discurso de su tiempo, tanto en lo político como en lo académico, prácticamente hasta nuestros días, pues las vicisitudes históricas vividas en el escenario internacional de la segunda guerra mundial y la lucha contra el nazifascismo determinaron la insurgencia de otros protagonistas de la Revolución de 1952, relegando a Arze y Anaya del contacto con las masas, pero su pensamiento permeó no sólo el ideario y los programas de gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario, sino y sobre todo constituyó el discurso dominante en la universidad pública.
Ya en 1926, con “La justicia del inca”, Gustavo Adolfo Navarro (Tristán Marof) había lanzado la consigna “Tierras al indio, minas al Estado”, ratificada en su obra posterior: “La tragedia del altiplano” (1934) y “La verdad socialista en Bolivia” (1938). El trotskismo tuvo asimismo un precursor en José Aguirre Gainsborg, fundador del Partido Obrero Revolucionario, secundado más tarde por Guillermo Lora, historiador del movimiento obrero boliviano. Pero, en ese contexto, sobresale, junto a la obra enciclopédica de José Antonio Arze, el empeño organizativo e intelectual de Ricardo Anaya, tal como lo destaca el historiador colombiano Pablo Guadarrama González, para quien el documento “Nacionalización de las minas en Bolivia” (1952) es su obra “más aportativa”.
Continuadores de la labor de articular el marxismo al estudio de la realidad socioeconómica y étnica de Bolivia han sido Arturo Urquidi, autor de “La comunidad indígena” (1951), Abelardo Villalpando con “La cuestión del indio” y Miguel Bonifaz con “Derecho agrario indígena en Bolivia”, caso sin otro precedente que el de Mariátegui en el marxismo latinoamericano, por su interés en el problema del indio.
El marxismo fue utilizado no sólo por políticos e intelectuales de esa filiación, sino por muchos protagonistas de la Revolución del 1952, vinculados al Movimiento Nacional Revolucionario, que apelaron al marxismo “como valioso instrumento epistémico para la comprensión de la realidad boliviana”, según Guadarrama.

APORTES AL MARXISMO
En la “Introducción Sociológica al Programa y al Estatuto Orgánico del PIR”, José Antonio Arze planteó inicialmente una diferenciación con los partidos tradicionales, cuyos programas se basaban en principios abstractos heredados del liberalismo, no así en el estudio de la realidad nacional, y entonces proponía “estudiar marxísticamente las peculiaridades sociológicas de la nación boliviana. Caracterizando la sociedad incaica y el régimen colonial, fue quizá la voz inicial, pero sobre todo la más clara en su tiempo en caracterizar la Guerra de la Independencia como la “mera substitución del poder feudal de los encomenderos y burócratas peninsulares por el de los criollos semi-acomodados”, mientras “la gran masa de indios y la de mestizos pobres no ve cambiar su condición económica y puede comprobar que más bien ella ha empeorado”. Esta afirmación hubiera sentido mero sentido heurístico si a continuación Arze no proclamaba que a 115 años de la independencia (1940), las bases económicas de la nueva república seguían “casi tan feudales como en los tiempos de la Colonia”. Es la primera vez en nuestra historia que se expone de modo tan sistemático el conjunto de sobredeterminaciones extra nacionales que actúan sobre el curso de nuestra historia nacional una vez que Inglaterra y los Estados Unidos inician su política de expansión imperialista en Sudamérica. Los ingleses inician la penetración en los puertos más favorecidos por su situación geográfica (Argentina y Chile) y extienden sus tentáculos sobre Bolivia con la explotación de las salitreras que, hasta entonces, eran riquezas “más bien potenciales” para el país. A partir del estallido de la Guerra del Pacífico, la conexión ferroviaria con la cuenca oceánica y la aparición de la intermediación bancaria, Bolivia inicia su articulación financiera con el mercado mundial. La guerra del Acre es un episodio similar signado esta vez por otro recurso natural: el caucho. Las dos décadas de gobiernos liberales, particularmente las administraciones de Ismael Montes se acelera esta articulación financiera, signada por “hechos no poco catastróficos para los intereses de la nación: la renuncia al derecho de una propia comunicación marítima con el Pacífico (Tratado de 1904), acto claramente dictado por la avidez de obtener las compensaciones bancarias que se ofrecían a cambio de tan grave mutilación; la entrega, al través del leonino contrato Speyer de la explotación de los ferrocarriles al Imperialismo extranjero”... “y la complicidad verdaderamente criminal con que se permite crecer y ausentarse al extranjero la fortuna de algunos grandes mineros, y en especial de Patiño y de Aramayo, mediante la aplicación de una complaciente política fiscal que sólo dejará migajas al erario público y que no garantizará en forma alguna el aumento de salarios para los trabajadores mineros, creadores principales de las monstruosas utilidades de los reyes del estaño y del bismuto”, que conformarán una “pequeña oligarquía burocrática” ya tipificada por Saavedra con el nombre de “Rosca”.
Arze identifica asimismo el inicio de la penetración del imperialismo norteamericano con la primera guerra mundial y la apertura del Canal de Panamá coincidiendo con la administración de Bautista Saavedra que acepta el leonino empréstito Nicolaus, la concesión de yacimientos petrolíferos a la Standard Oil y la internacionalización del capital del magnate minero Patiño para eludir la presión fiscal del Estado boliviano. El examen de las administraciones posteriores hace hincapié en los avances de la penetración del capital norteamericano y el conflicto de intereses yanquis e ingleses entre la Standard Oil y la Royal Dutch Shell Co. que precipitó la Guerra del Chaco.
En ese contexto de reagrupamiento de las fuerzas oligárquicas luego de las experiencias socializantes de Toro y Busch inscribe el nacimiento del PIR en julio de 1940, como “auténtica vanguardia de las clases oprimidas de Bolivia”.
El “Programa del Partido de la Izquierda Revolucionaria” fue redactado por Ricardo Anaya y auspiciado por la Delegación de Cochabamba al Congreso de Izquierdas de Oruro, celebrado en 1940. Este es un documento medular, no obstante su concisión, porque incorpora al debate político nacional los conceptos de imperialismo y lucha de clases, se propone formar una conciencia nacional de contenido económico, caracteriza con un inusitado rigor conceptual el problema del indio y la tierra, la centralidad proletaria, el sindicalismo marxista, la reforma educativa y la lucha por la unidad nacional basada en la necesidad de compactar un frente contra el imperialismo. Y anticipa conceptos contemporáneos de las ciencias sociales como el desarrollo desigual, las economías de enclave y la sustitución de importaciones, así como conceptos marxistas como el de formación económico-social.
Desvirtúa en principio la objeción de que por no existir en Bolivia una burguesía nacional no se cumpla la lucha de clases ni influya en su vida económica, social y política el sistema universal de producción capitalista. La dependencia de Bolivia es indiscutible, pues es “un país semicolonial gravemente afectado por el imperialismo”. Los intereses de la gran minería son manejados “desde las grandes urbes”, y determinan que “al servicio de ese capitalismo situado en el extranjero, se muevan millares de obreros asalariados, típicamente proletarios”. Anaya identifica una sub-burguesía “gestora del imperialismo” en el comercio y en la industria y una clase feudal latifundista que usa un sistema servidumbral de explotación, ambas aliadas del imperialismo que sojuzgan a una gran masa de siervos indígenas, proletarios de las minas, obreros del transporte y las fábricas. Y entre esos polos, una clase media de artesanos, pequeños propietarios del campo, de las minas, de las industrias y del comercio, burócratas y empleados particulares. Pero junto a esta diferenciación económico social, Anaya postula otra “matizada por factores de orden étnico y cultural”, que le permite distinguir a blancos, cholos o mestizos e indios, diferenciados inclusive por la vestimenta, que, sin embargo, transitan a veces entre varias clases sociales.
Aquí Anaya se adelanta en décadas a la formulación del concepto de “formación económico social” cuando dice lo siguiente: “Esta complicación de la estructura clasista en Bolivia se explica por la todavía acentuada diferenciación de zonas geográficas y de grupos étnicos y por la coexistencia de procesos económicos truncados en sus posibilidades de pleno desarrollo histórico por la deformadora acción del imperialismo. En Bolivia conviven formas de economía preincaica, de tipo casi comunista primitivo, como el ayllu, junto a formas de economía colonial, de tipo feudal, como las que rigen en los latifundios y hasta junto a formas del más avanzado capitalismo, como las que ofrecen algunos grandes establecimientos mineros”.
Hay que ubicarse en la época para medir el impacto que debió producir en los partidos tradicionales la presentación del PIR como “un Partido de la clase obrera o proletaria”... “vanguardia de las clases campesinas y medias del país” que busca implantar una “economía socialista, pasando por el tránsito inevitable de la revolución antifeudal y anti-imperialista”. Se propone hurtar a las clases medias de la influencia del fascismo, contribuir a que los “cholos” superen “ese complejo de inferioridad en que se mantienen frente a esas pequeñas oligarquías de blancos y mestizos, con pujos de ‘aristocracia’”; y en cuanto a los indios, propone “una política educativa y social que tienda a elevar su capacidad de consumo, a castellanizarlos sin perjuicio de ensanchar su cultura al través de sus lenguas nativas y a incorporarlos, en suma a las exigencias de la civilización occidental”... entre otros instrumentos mediante “una paralela política de elevación cultural de las categorías de cholos e indios”, aunque la verdadera solución del problema será económica.
La creación de una conciencia nacional de contenido económico, tiene como contendor el imperialismo y sus agentes locales; se propone depurar dicha conciencia “de ese chovinismo con que los social-patriotas y fascistas tratan de desviar el verdadero sentido de la lucha nacional”... “traicionando aun los mismos intereses de la burguesía nacional en cierne” en beneficio de intereses imperialistas. Postula que la riqueza nacional sea para los bolivianos, en particular para “la masa productora nacional”.
Entiende que al imperialismo sólo le interesa aquello que más tarde será tipificado con el nombre de “economía de enclave”, pero que está perfectamente descrito por Anaya. Por eso la explotación del estaño es “la única científicamente establecida en medio del atraso feudal de las demás industrias”, asistida por ferrovías mientras para el resto del país sólo hay caminos de herradura. Esta distorsión genera debilidad y falta de presencia estatal en otra zona que no sea el occidente nacional, mientras otras regiones se debaten en el abandono y el atraso, a veces sometidas a regímenes feudales impuestos por Suárez Hermanos, Zeller Mozer y otros. En este factor estructural, y no en los prejuicios raciales, encuentra Anaya el origen del regionalismo, de la “fuerte resistencia y aversión de los orientales contra los habitantes de la zona andina” con “fines disociadores”. Propone entonces que, mediante una política de desarrollo equilibrado, el PIR hará que los movimientos regionales se sumen “a las fuerzas de la cohesión nacional”.
La cita que sigue no ha perdido vigencia en más de 60 años:
“Contrariamente a la demagogia separatista y a las conclusiones simplistas de muchos, nuestro Partido propagará en los pueblos del Oriente, que su situación no se debe a diferencias raciales ni a su supuesta negligencia, ni al odio que pudieran sentir por ellos los hombres del collado”... “Propagará que el “absorcionismo del Norte” no es hegemonía del pueblo proletario, ni de las clases medias, también miserables y explotadas”.
Juzga que el futuro de la producción del Oriente está en el mercado interno, no así en la exportación, por la competencia del Brasil y de la Argentina.
La base de la unidad nacional es la diversificación productiva, frente a las economías de enclave del imperialismo que se sustentan con el comercio importador de artículos de consumo que bien podrían ser sustituidos por la producción nacional. No se puede imponer la unidad nacional si antes no se han creado las condiciones sociales, económicas y culturales para el bienestar equilibrado de los habitantes de todas las regiones, que generan la unidad nacional como un resultado.
En la cuestión agraria, el programa de Anaya es contundente: “Nuestro Partido –dice—encarará con toda energía la reforma agraria, sobre un vasto e intensivo plan de regadío y de tecnificación”... “Liquidaremos el latifundio feudal, aboliremos la servidumbre del indio, tecnificaremos las comunidades indígenas convirtiéndolas en granjas colectivas y otorgaremos a los pequeños campesinos facilidades para hacer más eficiente la explotación de la tierra, mientras lleguen las condiciones que han de hacer posible la colectivización de los campos”.
Con la misma energía dice: “El problema del indio es, ante todo, el problema de la tierra”, para contrarrestar las recetas de los ‘indigenistas’ que “creen que el problema del indio se ha de solucionar “por medios simplemente administrativos, eclesiásticos o pedagógicos”. Debido a la densidad demográfica de la masa indígena, “la emancipación indígena es, por antonomasia, la emancipación boliviana”; es la apertura “de un gran horizonte material y cultural a todas las demás clases sociales de Bolivia”.
Descarta la política fiscal de los gobiernos tradicionales, critica el crédito financiero y propugna el monopolio de éste por “un solo Banco de Estado” cuando cambien las relaciones de producción y de cambio “transformando el régimen capitalista en socialista”. Propugna la “Escuela única, activista, coeducativa y libre de prejuicios religiosos” y por fin afirma con rotundidad la centralidad proletaria del PIR, un partido de clase que exige “cierta discreción” en la apertura hacia otras clases bajo dos condiciones: la aceptación del socialismo científico y la conformación de los Comités directivos con una totalidad o al menos mayoría “de obreros o de intelectuales proletarizados”. “Los aliados del Proletariado deben ser admitidos con las reservas del caso”, concluye.

EL ENFRENTAMIENTO CON EL MNR

El programa con el que nació el MNR no se acercaba ni remotamente a la precisión conceptual y analítica del programa del PIR. Era un conjunto de enunciados emocionales para un colectivo más bien factual, que orientaba su accionar simplemente en un rotundo sentido de oposición contra la Rosca minero-feudal. La obra de Carlos Montenegro, ideólogo del MNR, “Nacionalismo y coloniaje”, no fue bien recibida por el PIR, pues identificaba una oposición entre nación y colonia que encubría la lucha de clases, pues ni siquiera la mencionaba. La aproximación del MNR a los militares jóvenes que encabezaba Gualberto Villarroel exacerbó la lucha contra el nazifascismo, que los piristas creían representado tanto por la Logia RADEPA como por el propio MNR y sus principales intelectuales: Paz, Montenegro y Céspedes, así como su órgano de expresión, el diario “La Calle”.
La muerte del presidente Villarroel fue en cierta medida un eco siniestro de la muerte de Mussolini, colgado cabeza abajo por una multitud enardecida. Para los piristas, la revolución del 21 de julio de 1946 tuvo el carácter de una gesta popular; pero la inmolación del Presidente lo convirtió muy pronto en un símbolo de lo contrario, de un mártir de la emancipación social. El triunfo de la revolución del 52 precedido por la victoria electoral del candidato movimientista Víctor Paz Estensoro en los comicios del 51 consolidó el símbolo, pues desde entonces Busch y Villarroel han permanecido de forma persistente e invariable en el imaginario popular, alentado por todos los gobiernos hasta nuestros días, y por la clase militar.
Anaya desvirtuó en 1956 la acusación contra el PIR de haber actuado el 21 de julio “aliado con la rosca”. “El levantamiento de julio fue una insurrección popular contra el terror, la incapacidad para resolver los problemas nacionales y el hambreamiento del pueblo. Los excesos en los cuales incurrió la insurrección no pueden imputarse al PIR, sino al desconcierto con que las fuerzas populares obraron en esos momentos, al clima de violencia y de desesperación” y “a las instigaciones que partieron de la rosca”, mientras los cuadros directivos del PIR, entre ellos él mismo, estuvieron en el destierro, en los confinamientos o en las cárceles. Acusó a los partidos tradicionales de traicionar los postulados de la insurrección de julio de 1946 para deshacerse de toda influencia de izquierda.
El triunfo movimientista en 1952 repercutió de tal forma en el PIR que se disolvió en ese mismo año. En 1950 ya se había desprendido de su seno el Partido Comunista de Bolivia, pero además algunos connotados piristas se sumaron a las filas movimientistas en una política de “entrismo” similar a la que ejecutaron los trostkistas.
José Antonio Arze falleció en 1955. Un año después, Ricardo Anaya convocó a sus leales para criticar la disolución del PIR en su Vº Congreso celebrado el 26 de julio de 1952, a la cual se había opuesto, y proclamar su retorno al escenario político nacional mediante una sucesión de documentos fuertemente críticos para la conducción movimientista de la llamada Revolución Nacional del 52. Consideraba que el PIR había sido “el único partido que estudió seriamente las soluciones adecuadas y los cambios que de modo ineludible tenían que operarse”. Había preparado “una escuela de varios años de capacitación teórica y práctica” para formar a los cuadros que dirigieran el proceso. Acusaba a “los sectores reaccionarios” de haber precipitado el ascenso de los nacionalistas al poder, como “fuerzas frescas, de reserva, a la feudal burguesía y sus aliados foráneos”. Decía que el gobierno del MNR había actuado “con exagerada timidez”, dejando demasiado tiempo a la gran minería para socavar la eficacia de la nacionalización de las minas, además de acusarlo de burocratizar el movimiento sindical y de asaltar la riqueza pública para enriquecer a sus partidarios.
Anaya denunció la existencia de una quinta columna dentro del PIR que actuó desde 1949 y atrajo a algunos grupos sinceramente revolucionarios y jóvenes que exigieron crear un partido comunista, no obstante que el MNR no había hecho una revolución democrático burguesa ni se habían cumplido las tareas para superar el país semicolonial y dependiente en el que vivían.
Anaya fue en todo momento categórico en su caracterización del MNR, pues para él jamás había sido “un partido de izquierda en el verdadero sentido del término. Ha sido y sigue siendo una montonera populista sin contenido científico, sin ideología ni línea definida, (tiene algo de troskismo, algo de marxismo desmedrado y algo de fascismo), sin organización democrática y con muy pocos hombres desinteresados y capaces”. ¿Cuándo había empezado la diferenciación? Uno de los hitos históricos fue la interpelación parlamentaria al régimen de Peñaranda a raíz de la llamada Masacre de Catavi, en 1942. Mientras los diputados piristas interpelaron al ministro de gobierno, Paz Estenssoro, a nombre del MNR, acusó al sistema en su conjunto en una crítica estructural, poblada de precisiones estadísticas, que consolidó su sobrenombre de Honorable Cifras. Anaya consideraba en 1956 que un pecado original del PIR tenía también que ver con Catavi: se trataba de la autorización para el retiro de trabajadores mineros del mencionado distrito que firmaron dos ministros piristas del régimen de Enrique Hertzog, según Anaya contra la voluntad del partido. Esta actitud provocó que aun los propios militantes piristas acentuaran “lo negativo de la línea de Unidad Nacional (con los partidos tradicionales)”. Anaya ratifica que la autorización de retiro “precipitó la declinación del PIR”.
Al MNR le reconocía su audacia “que muchas veces ha faltado al PIR quizá porque este partido (era) más ponderado, más previsor, más preocupado por las consecuencias de sus actos”. Reconocía en la revolución del 52 “la virtud de levantar la dignidad del obrero y del campesino, propiamente del indígena”, pero critica el estilo de reforma agraria, pues tal como se la ejecutaba vino a ser “una reforma social y política que descuida lo fundamental: la reforma económica”, sobre todo por el abandono de la burguesía nacional y de los agricultores progresistas que fueron “sañudamente perseguidos por el MNR en vez de ser fomentados”. Reconocía, por último, la organización de la Central Obrera Boliviana como “una obra de gran importancia”, como la consecución de “un viejo anhelo pirista”, pero exigía que la COB representara realmente a las bases y no constituyera una burocracia sindical.
“Después de 24 años de lucha universitaria y 12 de lucha partidista, se ve que no hemos sembrado en vano y que nuestro programa se ha convertido en programa de todo el pueblo”, escribía en 1952, ratificando que las consignas de nacionalizar las minas, revolucionar la agricultura y monopolizar el comercio exterior habían sido formuladas ya en el Programa de la Convención Nacional de Estudiantes de 1928 y en el Programa de Fundación del PIR en 1940, cuando se tildaba a los piristas “de no tener el sentido de la realidad”. Recordaba que “en la Legislatura de 1947, la Brigada Parlamentaria del PIR, presentó un proyecto de ley para la creación del Instituto de Reforma Agraria. Su consideración sufrió muchas dilaciones impuestas por la mayoría reaccionaria del Congreso y fue definitivamente diferida”. Criticaba el Código Davenport, que había devuelto el petróleo nacional al entreguismo y hacía agudas consideraciones sobre la solidaridad internacional.
En esta pugna histórica con el MNR, fácil es colegir que a la caída de ese proceso el PIR refundado se alineara con el Gral. René Barrientos Ortuño, corriendo desde entonces la suerte del “barrientismo” en su política de alianzas. De ese modo, Ricardo Anaya fue Canciller de la República en 1978, durante el gobierno del general Juan Pereda Asbún, la última actuación pública de su carrera.

SEMBLANZA FINAL
En una entrevista concedida a quien escribe estas líneas en 1985, el Dr. Anaya nos sorprendió por el orden meticuloso de su archivo personal, que aguarda la presencia de un investigador que estudie esos manuscritos y esclarezca el papel que jugó en la introducción y el desarrollo del pensamiento marxista boliviano. En una vena fuertemente anticlerical, producto quizá de su formación en contacto con Cesáreo Capriles, maestro de generaciones, el Dr. Anaya literalmente olía a azufre cuando recordaba el debate de la época contra el clericalismo que, a diferencia de la jerarquía eclesiástica de nuestros días, defensora del proceso democrático y de los derechos humanos, se alineaba con la oligarquía minero feudal y propalaba una ideología “feudal-católica”, como le gustaba sintetizar a Anaya. Otro de sus primos, periodista extraordinario y fino conversador auxiliado por su prodigiosa memoria, don Nivardo Paz Arze, recordaba que en la época del “bienio rojo” se cumplía en el Teatro Achá un congreso eucarístico abundoso en sermones y prédicas contra el comunismo. El enfrentamiento había llegado a tal punto que los estudiantes de los colegios católicos y las damas de extremado fervor salieron en procesión gritando: “Viva Cristo Rey, muera Ricardo Anaya”. Cuéntase también otra anécdota del maestro Cesáreo Capriles, quien escuchaba al parecer un sermón del célebre Monseñor Pierini, con quien debatió en esos tiempos doña Adela Zamudio, y como preguntara retóricamente por qué Bolivia vivía sumida en el atraso, la pobreza y la injusticia, Capriles, que escuchaba en la galería, se habría puesto de pie y gritado: “¡Por los curas!”
Pero, al margen de estos excesos de la vida parroquial cochabambina, sorprende el vuelo intelectual de Arze y Anaya, quienes al inicio del dígito 2 de su vida eran capaces no sólo de sintetizar un pensamiento de avanzada, como era entonces el marxismo, sino de aplicarlo con extremo rigor al análisis crítico de la historia nacional, tal como lo demostraron en 1940, en las “Bases para...”, documento fundacional del Partido de la Izquierda Revolucionaria / PIR y en otros documentos del mismo año, que aun hoy, con el desarrollo del marxismo europeo y latinoamericano, sorprende por sus ricas sugestiones y anticipaciones. Y todo ello escrito a sus 23 años y presentado por el joven Ricardo Anaya como jefe de la representación cochabambina al Primer Congreso de Izquierdas, de cuyo seno nacería el PIR.
Arze y Anaya, quizá siguiendo el ejemplo de Marx y Engels, desarrollaron desde muy jóvenes una activa y ejemplar cooperación intelectual, de la que luego fueron partícipes intelectuales que conformaron la pléyade de pensadores de izquierda, entre ellos Arturo Urquidi, Miguel Bonifaz, Abelardo Villalpando y tantos otros, destacados todos tanto en las aulas académicas como en la política nacional. El marxismo no se había despojado todavía de cierto mecanicismo expuesto sobre todo por Engels y heredado de Lewis Morgan sobre la clasificación de las eras históricas, de la comunidad primitiva al comunismo, pasando por el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo. Aun más, a ratos se hacía notorio el influjo esquematizador de Stalin sobre el pensamiento de Lenin, pero eran signos de la época y hay que juzgarlo hoy con la lógica de esos días. Antes de la revolución teórica de Louis Althusser basada en la relectura de la obra de Marx, del rescate del pensamiento marxista de Antonio Gramsci y de los extraordinarios avances del marxismo europeo y latinoamericano en el campo de las ciencias sociales, no se podía exigir a Arze y Anaya los refinamientos epistemológicos de nuestros días; pero de todas formas sorprende la lectura marxista que hicieron ambos sobre nuestra historia.
Anaya fue un revolucionario elegante, de palabra precisa y rigor conceptual, hábil para el debate y agudo para devolver estocadas. Se cuenta que en la cátedra, un joven comunista de no pocas luces pero conocido por su tartamudez, le reprochó con su habitual dislalia de no haber leído más que uno o dos tratados de marxismo, de donde extraía un resumen de conceptos. Anaya le dedicó una media sonrisa de caballero inglés para retrucarle: “Bueno, al menos usted tartamudea el marxismo”.
Como quería Óscar Wilde, Ricardo Anaya fue un estilo. Dejó afortunadamente una copiosa documentación que incluye volantes de propaganda de su primera época de dirigente estudiantil amorosamente preservados, archivo que está a la espera de un agudo investigador que escriba una semblanza completa de este nonagenario líder político e intelectual marxista.