a día a huéspedes tan peligrosos y más tarde
sufrió allanamientos y persecuciones. Uno diría que ella y su DEFENSORAS DE SUS CONVICCIONES
MARÍA MÁRQUEZ LAFUENTE
Va a cumplir 89 años y es un motor andando. Pertenece a
la familia Márquez, de Sacaba. Se llama María Rosa Márquez Lafuente. Nació un
29 de agosto y su vida es increíble, insospechada como la de toda mujer, porque
fue profesora de ruso en la Universidad de San Simón, estudió un tiempo en el
Instituto Lomonosov, de la extinta URSS y en su casa se escondieron cinco
guerrilleros del ELN.
La historia ha recogido el nombre de su esposo, el Dr. José Decker Morales, abogado civilista y magistrado de la Corte Suprema de Justicia, que obedeció a sus convicciones y ocultó a cinco personas en los momentos de más intensa persecución; pero pocos recuerdan a doña María, que pasó largos meses atendiendo cad
naron su regreso. Tuvo una semana más para despedirse, para conocer la Universidad Patrice Lumumba, donde estaba Elsa Lara, la esposa de Inti, y otros bolivianos. Doña María había llevado ají en medio de sus libros, se dio modos para hacer chuño en el refrigerador y con eso cocinó un picante con chuñu puti. “Mi hija Amalia estaba aprendiendo a bailar ballet y quise llevarle un tutú como regalo, pero me dijeron que era imposible conseguir uno. Visitó un colegio de danza, salió la primera bailarina, escuchó su pedido y me reg
hija Amalia son
las primeras actoras de esta historia familiar. Veamos. Su hija Amalia
consiguió escapar gracias a la familia Márquez; el Dr. Decker fue tomado preso
en varias oportunidades por los agentes de la represión oficial, pero a doña
María le tocó la tarea más difícil: la de continuar viviendo y cocinando y
peregrinando en busca de la libertad o del paradero de sus seres queridos.La historia ha recogido el nombre de su esposo, el Dr. José Decker Morales, abogado civilista y magistrado de la Corte Suprema de Justicia, que obedeció a sus convicciones y ocultó a cinco personas en los momentos de más intensa persecución; pero pocos recuerdan a doña María, que pasó largos meses atendiendo cad
naron su regreso. Tuvo una semana más para despedirse, para conocer la Universidad Patrice Lumumba, donde estaba Elsa Lara, la esposa de Inti, y otros bolivianos. Doña María había llevado ají en medio de sus libros, se dio modos para hacer chuño en el refrigerador y con eso cocinó un picante con chuñu puti. “Mi hija Amalia estaba aprendiendo a bailar ballet y quise llevarle un tutú como regalo, pero me dijeron que era imposible conseguir uno. Visitó un colegio de danza, salió la primera bailarina, escuchó su pedido y me reg
“Estuvieron aquí antes de partir a Oruro”, recuerda doña
María. Esos hombres traían dinero, alrededor de 20.000 dólares, pero no tenían
equipaje; doña María les dio pantalones,
camisas y sacos que usaba el Dr. Decker y su hijo José. Había que preocuparse
de alimentarlos y atenderlos. “Les gustaba comer picantito”, recuerda doña
María; la entrevisto junto a su hija Amalia (Amalia y José son los únicos
hermanos Decker Márquez; el doctor tuvo en un primer matrimonio dos hijos
conocidos por su actividad periodística y literaria: Carlos e Iván Decker
Molina).
“La Niña Amalia, le decían después de escuchar a la
Victita, la empleada que los había criado a mis dos hijos. El Pombo escuchaba y
desde entonces le dijo Niña Amalia. Una carta nos había mandado de
agradecimiento. Mi hijo Pepe no sabía; vendió el living, y allí, en el sofá, la
habíamos ocultado”, recuerda.
Amalia conserva otra carta de Pombo. “De alguna manera yo
fui reclutada por Pombo. Yo tenía 13, 14 años. Me dijo: Yo me comprometo, Niña
Amalia, que alguien va a buscarte para que vos seas guerrillera. También estuvo
Inti. Esta casa era un desfile”, recuerda Amalia. Un día el doctor Decker
reunió a la familia y anunció que quería contarles algo: los guerrilleros que
escaparon de Ñancahuazú estaban en Cochabamba y él se había comprometido a
ocultarlos a dos de ellos. “Esta casa corre mucho peligro; nada puede escaparse
de ustedes, ni a su mejor amigo, porque cae el ejército y nos va a
matar a todos”, les previno el doctor. “Nos habló del
compromiso con la revolución y de esa manera, por la noche, Roberto Arnez lo
trajo a Pombo, primero al bufete de mi papi, que funcionaba aquí mismo, y luego
directamente se fue al cuarto de arriba. No había ni baño privado, era una casa
precaria y había que llevarles bacinica para que hagan sus necesidades. Ni mis
tías podían enterarse. Pero un día mi primo René los había visto. “Un alto
negro está viviendo en tu casa y baja
por las noches”, me dijo. Ahí tuvo que participar mi tía y mantuvieron la boca
cerrada. Tenían mucha solidaridad entre hermanos”, recuerda Amalia.
Entonces comenzaron los sobresaltos: Amalia no estaba
todavía muy metida en el movimiento pero en esa casa se costuraba mochilas,
carpas y otras vituallas para la guerrilla. “Esto era un taller; mi mamá,y otras amigas , venían a costurar”, recuerda Amalia.
Don Jesús Lara tenía unos terrenitos y toda su cosecha la traía aquí para
darles a los guerrilleros”, recuerda Amalia y aclara: Por aquí pasó Pombo,
luego Inti con el Negro Omar, lugarteniente de Inti. Desde que llegó Pombo, yo
empecé a recortar periódicos con información sobre la guerrilla. Un día salió
la foto de cinco guerrilleros que había logrado llegar a Santiago, desde Oruro,
y el único ausente era Inti. Él llegó aquí con el nombre de Juan. Apenas
regresaba a la casa desde el colegio, corría arriba para que me cuenten de
Ñancahuazú, y él contaba que había estado allí. Le mostré la foto y le pregunté
por qué no aparecía. Entonces deduje que era el Inti y él se mataba de risa.
Luego llegaron Ricardo y Chato (Osvaldo Peredo Leigue), y luego el Max (Tineo Leigue); de la plana
mayor Pombo, Inti, Negro Omar, Ricardo y
Chato. Ellos vivieron aquí largos períodos hasta que mi papá se asustó, vio que yo estaba muy metida en cosas de grandes, lo llamó a
Ricardo (Elmo Catalán) y le dijo: “Mire, Elmo, yo comparto sus ideas, quiero
que se haga revolución, pero con gente que tenga criterio. A mi hija Amalia la
están metiendo en cosas de grandes. Entiendo que se meta, pero a condición de
que le den tareas apropiadas a su edad”, recuerda Amalia y añade:
“Lamentablemente no le entendieron y entonces a partir de eso me fui a La Paz”.
Allí la buscó
una amiga y compañera que recuerda con mucho cariño: es Nancy Olguín y recuerda
que le dijo: La revolución es muy larga, hay que prepararse, tienes que volver
al colegio. “La recuerdo con mucho cariño por haberme abierto los ojos. Era
gente con utopía, con ganas de cambiar las cosas, pero ahí están los
resultados. Yo había aprovechado los meses de vacación para salirme de mi casa
cuando me faltaba el último año de colegio, y aquí mi familia estaba muy
preocupada.
El Dr. Decker fue Presidente de la Corte Superior del
Distrito de Cochabamba y la gente del MNR lo respetaba mientras duró ese
régimen, pero en 1964 se inició el ciclo de dictaduras militares con el General
René Barrientos y entonces comenzaron las preocupaciones, porque don José y
doña María tuvieron que irse a su casa de Sacaba y abrir una panadería. El
doctor aprendió a sobar la masa y a repulgar empanadas; en poco tiempo se
convirtió en un panadero diestro. Cuando subió Barrientos lo habían tomado preso
junto a Jesús Lara, Manuel Guerra, el Titico Sempértegui (que murió hace poco a
los 95 años, ginecólogo) y otros. Doña María tenía que llevar el almuerzo todos
los días a los presos. Luego vino la dictadura del entonces coronel Banzer, en
1971, y otra vez comenzaron las persecuciones. Allanaron la casa de los Decker
en busca de Amalia y, como no la encontraron, se lo cargaron al Dr. Decker.
Querían llevarlo a su hijo Pepe más, pero el doctor les preguntó si habían ido
a detenerlo a él o a su hijo, y les previno que Pepe estaba enfermo. El doctor
estuvo ocho meses preso en Cochabamba. Víctor Zannier era pariente del coronel
Baldi, por entonces alcalde, y consiguió un cuarto especial para la detención
del doctor, pero él se resistió porque quería compartir la vida de los presos.
Un día dejaron a una monjita en la celda y ella se puso nerviosa al ver tantos
hombres, pero la tranquilizaron porque la iban a cuidar. En cambio a un
campesino lo masacraron, según recuerda doña María. Jesús Lara estaba también preso.
Doña María nació el 29 de agosto de 1923y se casó un 8
de septiembre en la fiesta de la Virgen de Chuchulaya. El pretendiente tuvo que
esmerarse para lograr la aceptación de la familia Márquez, que eran fervientes
católicos aunque el abuelo era pirista pero también piadoso. Por eso exigió que
al boda fuera por lo religioso y no solamente por lo civil. “Teníamos que ir a
confesarnos y a comulgar, y él al final aceptó y nos confesamos en Cochabamba
con el padre Roque, un buen amigo. Mi directora era la señorita Rosa Alborta y
no lo quería porque lo consideraba comunista, pero un día comulgamos con ella y
entonces se convirtió en su defensora”, recuerda doña María.
PROFESORA DE RUSO
Doña María conoció Moscú invitada al 50º aniversario
de la Revolución de Octubre. Antes había aprendido ruso en Bolivia con una
amiga que no sabía nada de gramática pero era rusa y luego, en la Universidad
de San Simón, con Valeria, que sí sabía gramática. Por entonces leía La mujer soviética, una revista que
llegaba desde la URSS. En esa época, el Presidente Barrientos dijo que los que
salían a países comunistas no podían volver a Bolivia. (Pepe tenía hipoclasia
medular por razones desconocidas). Doña María aprendió ruso y luego ganó un
examen de competencia para enseñarlo en la Universidad de San Simón. Le habían
dado una beca a Moscú, pero decidió dedicarse a la enseñanza. Entonces llegó la
invitación por el 50º aniversario de la Revolución y viajó; para sorpresa de
sus huéspedes, habló en ruso, les avisó que era profesora del idioma y que le
habían concedido una beca. Para ingresar a la URSS, le hicieron un examen
médico y entonces detectaron que tenía un mioma, pero para operarme necesitaban
autorización de su marido, porque era joven y podía concebir. De alta, la
llevaron al Instituto Lomonosov, que era la mejor universidad, y allí asistió a
clases de ruso por tres meses. Pero extrañaba a su familia, todas las noches se
soñaba con ellos y pidió retornar a su país para avisarle a su marido que
estaba estudiando. Planteó con algunas dificultades el reclamo y de inmediato
orde
“Mi papá la motivó mucho, compraba cosas, ella no
había terminado el bachillerato porque estudió en un Instituto donde formaban
“mujercitas de su casa”, que supieran bordar y tejer, pero mi madre tenía
avidez de estudiar y era la primera alumna del colegio. Le dieron dos opciones,
la primera, llevar el estandarte y la segunda,
volar en un avión caza. Por supuesto escogió la segunda y fue terrible
porque se la pasó vomitando. Era una mujer de ñeque”, recuerda Amalia. “En la
época de Banzer, escapé a Chile mientras a mi papá lo tomaban preso”, añade
Amalia. “Nos radicamos los dos en Antofagasta. Mi papá dependía mucho de mi
mamá, su mujer lo era todo para él y decidieron juntarse. Habíamos comprado un
coche y lo usábamos de taxi, yo al volante y mi papá como copiloto, porque de
algo teníamos que vivir. Pero mi mamá nos conto que la dictadura había
amenazado con no conceder el retorno a quienes viajaran al Chile de Allende y
se asustó, porque su mami rondaba los 90 años. Hubo cambio de planes y
decidimos emigrar a Salta. Yo les mentí que me había alejado de la guerrilla
para no preocuparlos, pero mantenía el contacto. Partimos en tren hacia la
Argentina y en Salta nos ayudó el compañero Carlos Ernst, muy solidario. Nos
llevó a un residencial de una tarijeña relativamente barato, nos preguntó si
teníamos dinero, acabábamos de vender auto y pensábamos comprar una casita.
Pero entonces Ernst comprobó que todos los dólares que llevábamos eran falsos.
¡Nos habían estafado! Tuvimos que alquilar un garaje al que el amigo lo llamaba
La Tapera, donde vendíamos carbón, kerosene y gas para subsistir. Llegó mi mami
y se acomodó a la nueva situación. Gracias a ella, el galpón se convirtió en
lugar de encuentro de los bolivianos. Mi mamá viajaba continuamente a Bolivia y
retornaba con chuño, api, charque y ají; se hizo amiga de los aduaneros a
quienes les llevaba empanadas Wist’u Piku y así le dejaban pasar maletas. Al
galpón iban Pipi Selum, Hormando Vaca Díez, Luis Sandoval Morón, infinidad de
bolivianos que lo llamaban El Cuartel. Allí pasábamos juntos la Navidad y otras
fiestas gracias a mi mami, que jamás le reprochó a mi papá la pérdida del
dinero de la venta de una propiedad en Tilcapujio, que mandó a Antofagasta para
comprar una casa. A mi papá lo acusaban de ser encargado de finanzas que
recibía dólares de Cuba; tanto conocía de dólares que se hizo engañar, porque
le dieron todos falsos”, recuerda Amalia.
AMALIA DECKER MÁRQUEZ
Alguna vez le dije Mamita de Urkupiña porque nació un
15 agosto. Confiesa que es la que más dolores de cabeza les ha dado a sus
padres. “Soy el resultado de la educación de mi padre. He crecido escuchando
primero a mi padre contando historias, porque era un gran narrador y dirigió
mis primeras lecturas. Era además un tipo seductor para invitarte a leer,
porque primero te contaba historias. Hoy descubro que algunos escritores que
conozco me los sugirió mi padre”, recuerda Amalia. “A él le debo encontrar mi
camino con los libros. Él hizo que toda la familia fuera de izquierda, siempre
nos hablaba de sus sueños, de sus utopías, de la necesidad de cambiar el mundo.
Él decidió ocultar en mi casa a los guerrilleros. Yo no hubiera tenido contacto
con ellos aunque siempre hubiese sido una mujer de izquierda, por línea paterna
y también materna, pues incluso mi abuela se hizo pirista por mi papá”.
El costo fue grande, porque la casa fue allanada
varias veces. Amalia pudo huir gracias a la estructura familiar y no a la
seguridad del ELN el 71 y el 80. Recuerda a su tío el Dr. Arturo Urquidi,
rector de San Simón, de quien era sobrina favorita porque era lisa. “Me tenía
simpatía, gozaba y reía de mis atrevimientos”, sostiene Amalia. Sus papás lo
llamaron para contarle el problema y el Dr. Urquidi pensó en principio que
Amalia estaba embarazada y querían casarla; no imaginó que estuviera metida en
la guerrilla. Su conclusión fue histórica: “Es una preocupación pero también un
orgullo”. Sin embargo, las cosas se complicaron, hubo persecución, detuvieron
al padre y doña María fue la que más cargó el peso. José, el otro hijo, intentó
ingresar a la universidad en Chile, pero tuvo problemas de salud y volviendo de
Antofagasta lo detuvieron en Oruro. Traía cosas inofensivas. ¿Cómo se las
arregló doña María para conseguir su libertad? Se fue a Oruro junto a la tía
Pancha, la madre de Ana Urquieta, otra valerosa militante de izquierda, todos
parientes del Dr. Decker. Ya habían dado la orden para trasladarlo a La Paz y
entonces hubo peregrinación de oficina en oficina. José (Pepe) tenía
hemorragias nasales; entonces doña María le instruyó que empapara un pañuelo
con su sangre y entonces salió con que su hijo se estaba muriendo, y si le
pasaba algo, los represores serían responsables. Incluso amenazó con declararse
en huelga de hambre hasta que consiguió que lo pusieran en libertad.
Llegó el golpe narcomilitar del general García Meza y
en vísperas del allanamiento de la casa velaron los restos de Julio Decker,
hermano del doctor. Amalia urgió a su padre que saliera del país, pero él, aun
sabiendo que iba a caer preso, decidió quedarse en el país. Amalia salió
vestida de monja en ferrobús hasta La Paz, junto a la Hermana Milagros, que le
consiguió asilo en la Embajada de México. Su padre cayó preso pero como se
resistiera al exilio, lo liberaron. Es que tenía la dura experiencia del golpe
de 1971. Él era un magistrado y un abogado civilista de prestigio, pero en
Salta tuvo que trabajar de carbonero. Así lo vio y reconoció un juez boliviano
que estaba de paso por esa ciudad. “Por eso recuerdo con cariño y
agradecimiento a mis padres, los dos eran muy generosos conmigo. Mis papás
fueron mis cómplices, a pesar de que se opusieron a que militara en el ELN,
pero en el fondo eran los que más me apoyaban”, recuerda Amalia.
Con la amnistía decretada gracias a la huelga de
hambre iniciada por Domitila Barrios de Chungara y las amas de casa de Siglo
XX, que se extendió a todo el país, Amalia retornó como candidata de la UDP a
diputada. Pertenecía al MPLN, un grupo de ex “elenos” crítico del foquismo. En
México y luego en Bolivia ha sido periodista de televisión, columnista de
prensa escrita y diputada, pero su verdadera vocación todavía estaba dormida y
se reveló con tres novelas: Carmela,
Tardes de lluvia y chocolate y Yo, la
reina de tus sueños. La segunda ha sido traducida al portugués y al
italiano; la primera espera en una editorial francesa.
GENNY KOLLER ECHALAR
1947-1970
Genny creció en su casa del Pasaje Zoológico –Villa
Montenegro--, que está intacta. La veíamos pasar en ese barrio todavía rural y,
pese a que era muy guapa, dudo que nadie la mirara con la codicia natural de
los varones, porque imponía respeto con su andar lento y majestuoso bajo una
sombrilla que la cubría del sol. Gustavo Rodríguez Ostria revela que su familia
era de origen austro-húngaro, hoy República Checa, de donde emigró a Cochabamba
ya en el siglo XIX para instalar un hotel en la Plaza 14 de Septiembre. Como
estudiante de Arquitectura fue dirigente de la FUL y secretaria de Asistencia
Social de la COD. Era imposible no tomarla en cuenta, sobre todo por las cartas
que dirigió al Presidente Barrientos: “Ponemos en alto el nombre del Che como
también el de Camilo Torres… porque vemos como una respuesta a esa nuestra
frustración que de una u otra manera la está agudizando su… gobierno”, y al
Cardenal Maurer: “La iglesia tiene que empalmarse con los humildes. No debemos
mostrarnos al lado de los poderosos, de los magnates”. En julio de 1969 dijo
que “el cristiano tiene el desafío de la liberación de los pueblos. Esta
liberación es imposible sin un cambio de estructuras socio-económicas. (…) Que
quede claro que no serán los hombres de buena voluntad los que consigan el
cambio: esta prioridad corresponde a la clase obrera (…) No oponerse a la
violencia de los opresores, equivale a provocar indirectamente la violencia de
los oprimidos”.
A los pocos días cobijó a Inti y Omar en su casa y se
alistó en el ELN. Rodríguez Ostria se basa en declaraciones de Omar para
deducir que hubo un vínculo afectivo entre Genny e Inti, y tal vez las últimas
horas del jefe guerrillero las pasó con ella, lo cual explicaría la falta de
custodia en la que murió en manos de los agentes de seguridad del Estado.
Genny nació un 11 de septiembre y murió un 8 de junio.
Bachiller en Perú, retornó a Bolivia en 1967. Dirigente de la FUL 68 y 70. 1969
Secretaria de Asistencia Social de la COD, Presidente Comité Promotor de la
Mujer Militante del FRUC. Murió trágicamente junto a su compañero, Elmo
Catalán, en un episodio confuso que se produjo en las filas del ELN.
VALDIVIA RITA
1946-1969
Rita Valdivia –Maya—era responsable del ELN en Cochabamba
cuando el destino la enfrentó con la muerte. Había acompañado horas antes a
Inti a una entrevista con el Dr. René Rocabado Alcócer y se retiró al pequeño
departamento que ocupaba en la calle Paccieri, cerca a la Plaza Colón, cuando
fue rodeada por un operativo comandado por dos represores del Estado: José
Abraham Baptista y Toto Quintanilla. Como estaba embarazada, pidió a Víctor
Guerra que la ejecutara: “Mátame o salgo y me hago matar porque no tengo
balas”, le habría dicho antes de ser ejecutada pero con ello se libró de caer
presa. “Menuda, con ojos rasgados, con pantalones verde olivo y cortas botas,
os parecía algo así como un combatiente vietnamita”, dice un testimonio
recogido por Rodríguez Ostria. Se llamaba Rita Valdivia Rivera. Nació en
Cochabamba el 20 de junio de 1946 y salió bachiller en Venezuela. Hizo estudios
de Etnología en la Universidad Karl Marx (Leipzig, RDA); al parecer perteneció a
un ejército irregular en Venezuela y a fines de 1967 ingresó al ELN boliviano.
Ingresó a Bolivia en octubre de 1968 y fue nombrada jefa en Cochabamba. Como
todos los jóvenes de esa generación vinculados a la liberación nacional, su
vida fue más importante que su muerte. Su calidad profesional y su elevada
conciencia social quizá la hubieran promovido hoy a situaciones de liderazgo,
pero murió joven defendiendo sus ideas.
Muy lindo articulo, me encantaria compartirlo. Sin embargo parece haber un problema informatico que hace que una linea del segundo parrafo haya saltado encima del titulo, y que todo el final del primer parrafo de "profesora de ruso" haya saltado al segundo parrafo. "naron su regreso. Tuvo una semana más para despedirse, para conocer la Universidad Patrice Lumumba, donde estaba Elsa Lara, la esposa de Inti, y otros bolivianos. Doña María había llevado ají en medio de sus libros, se dio modos para hacer chuño en el refrigerador y con eso cocinó un picante con chuñu puti. “Mi hija Amalia estaba aprendiendo a bailar ballet y quise llevarle un tutú como regalo, pero me dijeron que era imposible conseguir uno. Visitó un colegio de danza, salió la primera bailarina, escuchó su pedido y me reg"
ResponderEliminarSeria fantastico si se pudiese solucionar para que los lectores puedan apreciar mejor las cronicas. Muchas gracias!
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