LEONILDA ZURITA
El nombre completo de esta
conocida dirigente es Leonilda Zurita Valles. Le dicen Leona. Nació en
Chipiriri el 22 de abril de 1969, hija de Celestino Zurita Aguilar y de Damiana
Vargas Gonzáles, ambos de Colomi, que tuvieron los siguientes hijos: René,
Julio, Dionisio, Félix, Leonilda
y María Eugenia. Habla castellano y quechua.
Vivió su niñez en Villa Tunari, Sindicato Chipiriri, y
concurrió a la Escuela Walter Vallejos hasta Tercero básico; luego en la
Escuela Cosmos, de Tercero a Cuarto y el
ciclo medio. Salió bachillera del CEMA de Chipiriri, combinando sus estudios
con la atención del chaco de sus padres.
Recuerda que su padre falleció cuando ella tenía doce
años y entonces tuvo que ayudar a su madre en la atención del chaco. Trabajaba
para poder estudiar; su escuelita era de
palmas y su mesa y asiento era de chancas. Comía plátano, yuca, pescado, lagua
y walusas. En el chaco sembraban coca, maíz, maní y otros productos, que cosechaban
y carpían. La madre no podía atender la educación de los niños, que hacían sus
tareas solos. Dice que su abuelita los educó a chicotes.
En Cochabamba vivió en la Avenida Oquendo, cerca a la
Parada Chapare en una habitación pequeña, donde sus hermanos dormían en el
piso. Entre sus costumbres, señala la k’a cada primer lunes y primer viernes,
con coca, cigarro y lejía junto a su mama y su familia.
Su compañero es Teodoro y tiene dos hijos: Erika, que
estudia en el exterior y Alex, en Cochabamba. Desde 1984 participó en las
reuniones del Sindicato Chipiriri y fue dirigente entre los 24 y los 25 años de
edad, siempre en su Sindicato, de 1988 a 1991 como Secretaria de Vinculación
Femenina. En 1988 concurrió a la zona Castillo-Villa Tunari a protestar contra
la Ley 1008, donde hubo enfrentamientos que ocasionaron la primera masacre del
16 de julio de 1988. En 1994 la eligieron Secretaria de Actas de su Federación,
una de las seis federaciones del Trópico de Cochabamba, con la asistencia de su
hermano Dionisio, quien fue también dirigente, por cuatro veces. Aquel año
asistió a un ampliado de las seis federaciones del trópico de Cochabamba y
conoció a Juan Evo Morales Ayma y muchos dirigentes y el año 1997 la eligieron
Secretaria Ejecutiva.
Entre sus mejores amigos recuerda a sus vecinos, a sus compañeros
de curso y a sus hermanos. Entre los compañeros de lucha, a Rogelio Méndez,
Mercedes y Freddy.
Entre los principales problemas ý conflictos que enfrentó
señala los enfrentamientos con los agentes de narcóticos y los policías. Se
queja de que violaban a las mujeres y que no había justicia para ellas. Evo
Morales les dijo entonces que no solo los hombres tienen que luchar por sus
tierras y en defensa de la hoja de coca sino también las mujeres y los hijos;
por eso señala esas declaraciones como el inicio de los esfuerzos por organizar
a las mujeres.
Le impactaron como líderes regionales Feliciano Mamani,
Juan Evo Morales Ayma, Rolando Vargas, Felipa Mamani, Margarita Terán,
Feliciano Coca, Freddy Vega, Román Loaiza, Feliciano Vegamonte, Julio Salazar y
Asterio Romero, a quienes califica como compañeros de lucha.
Entre los líderes nacionales señala a Felipe Quispe, el
Mallku. Conoce personalmente a Evo Morales y dice que ha luchado por la
democracia boliviana y es el mejor líder.
Entre los valores que defienden están el estudio, la
honestidad, la lealtad, la paciencia y la conciencia, no olvidar las raíces de
donde uno viene, respetar nuestra identidad y aprovechar a los papás cuando
todavía viven.
Esta entrevista fue realizada por Raúl Chiri, Renán Gómez,
Juan Carlos Juchani y Jhoselin Lizondo, alumnos de Filosofía Política en la
UMSS.
EL RUN RUN DE LA CALAVERA
Muy joven me casé con Yolanda Escóbar Rosas, de
actuación destacada en la lucha por la democracia, y adopté como mío un pueblo
que no había conocido antes: Pocona, de donde eran mis suegros de entonces:
Celima Rosas Fermín y Raúl Escóbar Alcócer. Recuerdo que en la misa de nueve
días de doña Celima el templo de los Corazonistas estaba lleno con los
personajes de mi novela El run run de la calavera. En 1983 la escribí pensando
sólo en los paisanos poconeños y usando sus verdaderos nombres y apellidos; la
obrita no tuvo éxito hasta 35 años después en que fue declarada una de las
quince novelas fundamentales de la literatura boliviana por un jurado que
convocó el Ministerio de Culturas.
En realidad, doña Celima nació en Arani un 3 de marzo,
pero creció y vivió en Pocona y Cochabamba. Secundó las arduas labores de su
esposo, Raúl Escóbar, en la siembra de papa y en el transporte pesado.
Entretanto, cuidó la educación de sus hijos, Yolanda, Fredy y José Agustín. Los
dos últimos salieron bachilleres del Colegio La Salle y siguieron Ingeniería
Petrolera en la UNAM, México, donde recibieron una medalla del gobierno
mexicano entre los mejores estudiantes de ese país, de manos del Presidente
Luis Echeverría. Poco después, hicieron Maestría en la misma UNAM y hoy son
connotados profesionales. En todo ese proceso, la figura de la madre fue
central en la cohesión de la familia y en el cumplimiento de la máxima aspiración
de una madre cochabambina: que sus hijos estudien y salgan profesionales. Ya
con sus hijos graduados y meritorios, falleció un 21 de noviembre.
Su hermana Pacífica era una bella señora jacarandosa y
decidora, con una habilidad innata para improvisar coplas carnavaleras. Nació
un 5 de octubre y vivió toda su vida en Pocona. Junto a su hermana Celima
cantaba a dúo, cosa muy frecuente en ese pueblo de cantores. Era voluntariosa y
activa, de impecable buen humor y gracia al hablar en quechua o en castellano.
Tuvo muchos pretendientes pero nunca se casó, y sin embargo crió e hizo
estudiar a Rosmery, la hija de su ahijada, que hoy es madre de familia, con
hijos universitarios. La Ley de Participación Popular permitió que los
habitantes de los municipios locales escogieran a sus propios notables; de ese
modo, Pacífica Rosas fue elegida concejala en 1995. Sus hermanos Ricardo y
Ángel también murieron y de ellos sólo queda Victoria, que aún vive en Pocona,
una población floreciente, aunque la vieja aldea colonial se esté viniendo
abajo al empuje del progreso. Sus padres fueron Víctor Rosas y Rosa Fermín.
Entre los soldados de Almagro figura Tomás Fermín, probablemente uno de sus
antepasados, pues a poca distancia de Pocona, en el Puente Lope Mendoza, tuvo lugar
la última batalla de pizarristas y almagristas en el territorio que hoy es
boliviano. Pacífica murió en Cochabamba un 4 de octubre.
YOLANDA ESCÓBAR ROSAS
A Yolanda le tocó enfrentar desde su casa los siete
años de dictadura de Banzer (1971-1977); participó en la recuperación de la
democracia en Cochabamba y Oruro, particularmente en este distrito, donde,
entre otras tareas, grabó jingles en quechua, idioma que habla con fluidez;
pero sobrevino el golpe de García Meza (1980) y se dio modos para rescatar a su
esposo y seguirlo al exilio en México junto a su hija menor. Un año después,
sus dos hijos mayores pudieron recuperar a sus padres gracias a ACNUR. La
fotografía de pasaporte que se tomó junto a su hija Raquel, de cuatro años, es
un símbolo de la época, pues a la niña le pusieron un sello rojo que decía:
Expulsada por extremista.
Muchos años después, en el recuento de víctimas de la
dictadura, Yolanda no pudo acreditar exilio ni persecución, como si su esposo
hubiera sido el único en sufrir los rigores de esa época. Se había casado muy
joven y en sus primeros años de matrimonio tuvo que enfrentar quince largos
años de penurias. La indemnización nunca llega, pero tiene la promesa de
recibir el monto íntegro, por su valerosa conducta en la lucha por la democracia.
Yolanda nació un 24 de agosto en Pocona, provincia
Carrasco de este Departamento, hija de Raúl Escóbar y de Celima Rosas. Tiene
dos hermanos menores: Fredy y José Agustín, ambos ingenieros petroleros, y tres
hijos: Ariel, Manuel y Raquel. Estudió en el Colegio Santa Ana y luego en el
Instituto Colombiere. A poco de su retorno del exilio se divorció y asumió la
conducción de su familia. Sus dos hijos mayores estudiaron en México y son:
Ariel, licenciado en Comunicación, y Manuel, ingeniero de Sonido; Raquel
estudió Psicología en la UMSS y actualmente hace su doctorado en Madrid.
Yolanda trabajó en YPFB hasta su jubilación.
Consigno estos datos porque me constan, pues Ariel,
Manuel y Raquel son mis hijos.
INÉS ROJAS COSTAS
Doña Inesita es uno de los personajes más
queridos de El run run de la calavera.
Todavía la veo guapa, siempre rodeada de sus hijos y sus nietos. Alguna vez que
fui a Pocona me senté a la puerta de su casita para mantener la conversación
más amena con su esposo, don Óscar Terceros (+). Ambos constituyeron un
matrimonio duradero y feliz con 5 hijos: Elba, Óscar, Mardy, Gonzalo y María
Inés Terceros Rojas, todos brillantes profesionales. Hoy doña Inesita tiene 21
nietos y 9 bisnietos. Nació en Pocona el 2 de Marzo de l921; sus padres
fueron Néstor Rojas y Teodolinda Costas; sus hermanos: Idolina, Hugo y Emma
Rojas Costas. Junto a su esposo fue una activa impulsora de varios
proyectos que beneficiaron al Municipio de Pocona, como la construcción de la
nueva iglesia, del hospital, del molino y de la escuela. Ejerció el Magisterio
durante 35 años y fue mujer y madre abnegada y trabajadora, pues no sólo crio y
educó a sus 5 hijos sino también a 5 ahijados hasta su formación profesional.
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