viernes, 24 de julio de 2015

EXDIRECTORES: LUIS GONZÁLEZ QUINTANILLA



ENTREVISTAS A EX DIRECTORES

LUIS GONZÁLEZ QUINTANILLA:
TV Universitaria es parte fundamental de la lucha por la democracia en Bolivia
+++ Hace 37 años, un 5 de mayo de 1978, nació oficialmente Televisión Universitaria, Canal 11, en principio gracias a la buena voluntad y el esfuerzo de don Jorge Rivero, que obró en el marco de la intervención a la autonomía universitaria pero con su propio peculio en emisiones pioneras de este Canal. Sin embargo, recuperada la democracia y la autonomía universitaria, el ascenso de TVU a primera emisora televisiva en nuestra ciudad estuvo muy ligado al tema político, a la lucha con la dictadura y a la recuperación de espacios. Sin democracia y autonomía no hubiéramos podido controlar un medio tan importante como fue entonces TV Universitaria. Estas palabras podrían resumir los recuerdos de Luis González Quintanilla, quien fue director de este medio y promotor de una nueva imagen afín a la democracia y la autonomía universitaria, que le costaron dos veces el exilio.
Canal 11 de TV Universitaria había sido creado oficialmente el 5 de mayo de 1978, es decir, hace 37 años. Poco después, decretada la amnistía tras siete años de dictadura militar, Luis González Quintanilla se hizo cargo de este medio. Aparte de algunas emisiones experimentales, el canal universitario no funcionaba oficialmente debido a que la reconquista de la universidad para la democracia se produjo paralelamente a la amnistía, incluso un poco antes, gracias a la defensa de la autonomía universitaria protagonizada en San Simón.
Durante siete años (1971-1978), Hugo Banzer Suárez, en principio coronel y luego general, había dado un golpe de Estado el 21 de agosto de 1971 con el apoyo del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y de Falange Socialista Boliviana (FSB), que constituyeron el Frente Popular Nacionalista (FPN), una entidad de apoyo a la dictadura que duró hasta 1974, cuando Banzer decidió gobernar solo y deshacerse de civiles. Quizá este fue uno de sus errores tácticos más importantes, pues perdió la base social que significaba la alianza con ambos partidos. Además, el auge inicial de los precios internacionales de los minerales y la oferta de créditos de los bancos internacionales había hecho crecer la deuda externa hasta comprometer buena parte de nuestro PIB, por lo cual a partir de 1975 comenzó a desatarse una crisis económica indetenible, que culminaría en la hiperinflación durante el gobierno de la UDP (1982-1985). En ese trance, Jorge Rivero, un cochabambino emprendedor, aprovechó seguramente los vínculos que tenía con las autoridades interventoras de nuestra Universidad, para contratar técnicos, comprar equipos e instalar en sus inicios lo que más tarde sería Canal 11 de Televisión Universitaria.  González Quintanilla resume así las gestiones de don Jorge Rivero:
TV Universitaria había surgido discretamente un par de años antes, un 5 de mayo de 1975. Tenía emisiones limitadas a algunos horarios para el público cochabambino, porque entonces no había competencia regional con un canal estatal y algunas televisiones universitarias, como la de Cochabamba. Este canal se había ido armando según criterios de buena voluntad de Jorge Rivero, aunque políticamente servía a los interventores de la universidad para darles un espacio público, porque el rector salía en todas las audiciones, lo mismo los decanos, en emisiones muy oficiales. Sin embargo, Rivero producía musicales, insertaba imágenes y recuerdo que había un programa de recorrido por ciudades europeas, producido de buena voluntad por la señora Salamanca, que insertaba diapositivas con narración en off, entre otros programas. Jorge Rivero había repartido lotes de su propiedad en Sacaba para compensar a ciertos técnicos que había contratado en el esfuerzo de crear un canal local. Sin embargo, políticamente era favorable a la intervención e importantes cuadros del canal, como el jefe de producción y el de realización eran militantes falangistas (de Falange Socialista Boliviana); 4 o 5 personas, secundadas por gente autodidacta y otra que había llegado del exterior. Había un gran auditorio perteneciente a la Facultad de Odontología, que era el único salón, unas cuantas oficinas, dos cámaras a color que sólo se veían en blanco y negro porque el 98% de la población no tenía aparatos a color.
Desde sus inicios, Canal 11 se instaló en su ubicación actual (25 de mayo entre Colombia y avenida Heroínas) debido a que, tras la muerte del general René Barrientos Ortuño cuando era Presidente, los estudiantes universitarios habían tomado una de sus propiedades y allí trasladaron la Facultad de Odontología. Por entonces, la Federación Universitaria Local era dirigida por el estudiante Alberto Humérez, y la toma del edificio había formado parte de otras intervenciones, como la toma de las oficinas de USIS, la agencia informativa de los Estados Unidos y el apedreamiento del Consulado de los Estados Unidos, ubicado por entonces en la planta baja del Hotel Ambassador (Calle España casi Mayor Rocha). Cuando se decretó la amnistía general irrestricta, don Jorge Rivero renunció a la dirección del canal.
LA AMNISTÍA
El sacrificio de las amas de casa mineras que iniciaron una huelga de hambre conducidas por la legendaria Domitila Chungara se extendió a las principales ciudades del país y el gobierno del general Banzer se vio obligado a decretar amnistía general e irrestricta a inicios de 1978, al mismo tiempo que convocaba a elecciones generales para ese año y el candidato oficial fue el Ministro del Interior del régimen banzerista, General Juan Pereda Asbún, quien derrocaría al dictador en julio de ese año y se proclamaría Presidente de facto una vez que fue descubierto un gigantesco fraude en las elecciones generales de aquel año.
Producto de la amnistía y para participar en las elecciones generales, la gente exiliada durante el septenio banzerista fue llegando para acogerse al decreto de los militares democráticos que, entre otras conquistas, habían ordenado la recuperación de los puestos de trabajo que correspondían a los trabajadores universitarios hasta entonces en el exilio.
Un Comité Tripartito dirigido por el docente Jorge Trigo Andia, el estudiante José Luis Flores y Carlos Navia y el trabajador administrativo Néstor Valencia había conseguido que las autoridades interventoras de nuestra universidad convocaran a exámenes de competencia e instauraran el interinato del rector arquitecto Freddy Araníbar. 
Aquel año de 1978, González Quintanilla retornó al país tras siete años de exilio en Chile y Suecia a ver qué se podía hacer acá. Comprobada la situación, decidió volver definitivamente a fines de aquel año. Era un periodista profesional muy allegado al régimen del general Torres, del cual había sido jefe de redacción del Departamento de Noticias de TV Boliviana, luego Director Nacional de Informaciones y Director del periódico oficial El Nacional, es decir, suficientes méritos para vivir siete años de exilio. Esta hoja de vida le otorgaba un sitio de privilegio para optar por el cargo en un concurso de méritos y así ser director titular.
Un día no sé si aciago o no, hablé con un pariente mío para trabajar como jefe de relaciones públicas de un banco, pero llegué a Cochabamba y aquí en la UMSS todos eran amigos: estaba el rector Jorge Trigo Andia, el Vicerrector Mario Argandoña, el secretario general Ramiro Arze, el decano de Derecho Ramiro Villarroel, una época en la cual el MIR (Movimiento de la Izquierda Revolucionaria) controlaba todos los estamentos de la universidad. Ese fin de semana me convencieron para que me hiciera cargo del Canal universitario, pero yo exigí una convocatoria a concurso de méritos, y previamente me posesionaron como director interino porque había renunciado Jorge Rivero.
Las afirmaciones de González Quintanilla sobre las autoridades de San Simón, su dirección interina y luego titular del canal demuestran que la resistencia contra la dictadura militar y la lucha por la autonomía universitaria eran un solo proceso que había que afirmar, porque no todo estaba consolidado a favor de la democracia y la autonomía. Sin embargo, estaba claro que una y otra, la democracia y la autonomía, no funcionarían si no estuvieran juntas.
En el mismo seno de San Simón se daba una lucha política implacable para controlar los gremios y las fuentes del presupuesto.
Incluso el núcleo más importante del canal estaba en manos de una cooperativa de periodistas, gente equilibrada, pero no comprometida con el proceso democrático, que pagaba un canon muy bajo y hacían el informativo que emitía Canal 11.
Entre los recuerdos de González Quintanilla está un canal universitario en ciernes, que utilizaba el auditorio de la Facultad de Odontología como único set, donde se producía programas musicales y algún otro de viajes a Europa debidamente ilustrados con diapositivas, que hacía la señora Salamanca, por supuesto que sin cobrar. Las condiciones técnicas no eran óptimas y el transmisor era muy pequeño. Pero, por otra parte, estaba la necesidad de luchar por la democracia, que había atraído al país a un contingente enorme de exiliados por la dictadura de Banzer.
Desde el inicio nos impusimos un cometido importante, porque éste era el único canal en el país favorable a la democracia, al nuevo orden democrático recobrado, y en esa medida pudimos atraer un personal nuevo para cooperar en la tarea, compuesto por Luis Mérida Coimbra, Pocho Roca, Carlos Laserna y Fernando Aguilar, que se habían hecho profesionales en el exterior; Beba Fernández, Amalia Decker y otros que le dieron un impulso importante a la producción nacional.
DOS OBJETIVOS
Desde los inicios de la gestión que nos ocupa hubo dos objetivos básicos que se propuso el nuevo director-gerente: que Televisión Universitaria se viera mejor que el canal nacional y captara cada vez mayor audiencia local, por un lado; y por otro, que sirviera de instrumento político de la nueva democracia recobrada. En el primer caso, había que competir con emisiones extranjeras y series, adquiridas con un presupuesto consolidado pero sin mayor criterio estético, menos político, que difundía el canal oficial. Para ello, luego de conseguir una asignación en dólares del rector Jorge Trigo Andia, gracias a la colaboración del Vicerrector Mario Argandoña Yañez, de cuyo cargo dependìa el canal, González Quintanilla hizo un viaje oportuno a México, y allá adquirió los derechos de emisión de El Carruaje, una serie histórica de éxito sobre la vida del presidente Benito Juárez, quien a su condición indígena unía su resolución para luchar contra el emperador Maximiliano, que había atraído la propia oligarquía mexicana, y que fue de gran éxito entre la teleaudiencia local. Al mismo tiempo, González adquirió los derechos de emisión de dos series que por entonces e incluso hasta hoy fueron de enorme suceso: El Chavo del Ocho y El Chapulín Colorado, ambas creadas y producidas por Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, las cuales tenían como protagonistas antihéroes que contrastaban con los héroes del cine y la televisión norteamericanas difundidos por el canal nacional. Por último, las telenovelas difundidas desde La Paz prácticamente a todo el país no tenían las cualidades de las telenovelas brasileras, entre ellas la primera que fue difundida con enorme audiencia, tanto aquí como en todo el sistema universitario de televisión, y que titulaba El Bien Amado, un alcalde del pueblo de Sucupira, al cual siguieron otras telenovelas de igual nacionalidad.
No sé si me condene o me absuelva la gente pero una generación se formó con El Chavo y El Chapulín, que compré muy barato y repartí a todos los canales universitarios.
Era necesario construir una una televisión sostenible, con infraestructura y programas, que se conseguía por pura buena voluntad, como era el caso de la agencia de noticias alemana DPA, cuyo director era José Luis Salazar, íntimo amigo de Luis González Quintanilla, quien enviaba regularmente cassettes con noticias en calidad de donación, que luego servían para ser reutilizados, puesto que los cassettes U-MATIC eran muy caros. La DPA promocionaba temas científicos y a ello había que agregar la  producción nacional. Todo para que se viera bien el canal.
Sin embargo, esta remoción de las emisiones no hubiera sido suficiente en un ambiente político tan caldeado por la irrupción de la democracia y la autonomía universitaria, y Canal 11 debía colocarse a la vanguardia de dichos objetivos políticos. Mientras, por un lado, se creaba programas en producción nacional, por otro se buscaba contactos para completar la programación con donaciones y compras. En lo primero, se creó el programa A la hora del café, con una bonita presentación, destinado a entrevistas culturales. Otro programa estrella era el de Debate Político, para el cual González convenció a colegas como Jorge Suárez o Ramón Rocha, que oficiaban de interrogadores; y al otro lado, con posiciones más conservadoras, el periodista Juan Pereira Fiorilo. Este programa emblemático de la TV universitaria de entonces gozaba del predicamento de ser el único canal local, y por eso, en medio del debate político tan caliente de la época, tenía como invitados a connotados políticos de primer nivel, que al recibir una carta de invitación se venían a Cochabamba, se les grababa a las 8:30 de la mañana y el programa era emitido por la noche. Todo Cochabamba lo veía porque en siete años la audiencia había perdido la costumbre del debate político y la libertad de pensamiento y de expresión, porque todo se reducía a pensamiento único. Incluso las librerías habían ocultado sus títulos desde 1971 y las vitrinas estaban llenas de libros de ajedrez, pues en los inicios de los 70s se había registrado el campeonato mundial de Bobby Fischer y Boris Spassky, y la gente se había acostumbrado a prescindir de mesas de discusión. Pero además era un programa muy movido, con cuadros políticos de primera importancia, como Ñuflo Chávez Ortiz, Hernán Siles Zuazo, Antonio Araníbar Quiroga, Jorge Zamora Medinaceli, Eudoro Galindo y otros. El general Banzer no quiso venir, pero González le hizo una entrevista muy agresiva, y así se ganó, como dice él, el exilio posterior.
Fueron dos años en los cuales la tónica del canal universitario era la lucha frontal contra la dictadura y la intervención, con programas sobre Epizana y Tolata, masacres, persecuciones e incorporación de dirigentes sindicales de la COD, dirigentes obreros y políticos de izquierda. Hay que convenir en que la época no era de bonanza y había que convencer al rector Trigoque valía la pena invertir en el canal, lo cual se logró con la colaboración de las autoridades inmediatas de San Simón, como el Vicerrector Argandoña y el Secretario General Arze, de modo que se logró contar con un equipo propio para el canal, la Universidad, la democracia y la autonomía. El apoyo no sólo venía del Vicerrector y el Secretario General sino de los delegados al Honorable Consejo Universitario, que apoyaban los cambios, aunque los recursos nunca fueron suficientes.
GOLPES DE ESTADO
En medio de las dificultades del proceso, todo parecía marchar bien, pero de pronto llegó el primer golpe de Estado el 1º de noviembre de 1979, dirigido por el coronel Alberto Natusch Busch y secundado por gente del MNR y de FSB. Había que hacer un programa especial y las condiciones parecían propicias, con excepción de las dificultades técnicas de entonces, tan precarias que se tenía que editar los programas no en una isla sino con dos grabadoras U-MATIC, de modo que la imagen daba saltos. En realidad, todos los programas en vivo y fuera del canal, no en el plató central, adolecían de los mismos defectos, que la audiencia sabía disculpar por la exclusividad de las imágenes. ¿Quiénes producían los programas? No eran propiamente profesionales, pero hay que resaltar el empeño y la voluntad de gente que trabajaba con un mismo objetivo democrático, pues sólo tres o cuatro habían renunciado porque eran del anterior sistema, mientras la gente nueva se acoplaba a la nueva programación, con más del 50% de programas locales.
EL GOLPE DE NATUSCH
El golpe del coronel Alberto Natusch Busch fue una torpeza de los militares alentados por grupos civiles entre los que se encontraban movimientistas, como Guillermo Bedregal Gutiérrez, y falangistas connotados; pero, de alguna medida, fue un golpe blanco, porque los militares se sostuvieron quince días en el poder y es cierto que cometieron atrocidades al inicio, en la llamada Masacre de Todos Santos, pero al mismo tiempo había una libertad de prensa absoluta, con debates en el Parlamento, entre militares y dirigentes políticos y sindicales.
González viajó a La Paz y de inmediato se contactó con Ruth Llanos, directora de Canal 13 de Televisión Universitaria, dependiente de la UMSA, que todavía no había salido al aire, y esposa del dirigente mirista Ricardo Navarro, asesinado en la calle Harrington en 1981. No hay duda que era una mujer valerosa, que sorteaba el acecho de tanques y tiroteos para que el equipo de Canal 11 grabara los hechos con una pequeña cámara que había conseguido. De este modo González Quintanilla emitió un programa sobre la masacre y el golpe militar.
El objetivo era reforzar la campaña electoral de la UDP, pues era claro que Canal 11 era el único Canal que defendía la democracia en medio de un mar de medios contrarios, a los cuales se añadía Canal 7, de tendencia oficialista. Los medios escritos no eran la excepción y eran también adversos, pero Canal 11 defendía a la UDP.
NOTICIA INTERNACIONAL
Cuando se desató el Plan Cóndor en Sudamérica con todo su rigor, muchos y valiosos intelectuales argentinos, bolivianos, brasileros, chilenos y venezolanos se asilaron en México y allí obtuvieron no sólo la solidaridad del Estado mexicano sino el patrocinio para sus actividades. Es el caso de Fernando Reyes Mata, un gran comunicador chileno exiliado en México, que organizó un seminario latinoamericano para mostrar lo que se había hecho como resistencias populares a las dictaduras a través de los medios. González Quintanilla asistió al acto con una ponencia que tuvo gran éxito por razones que él mismo explica.
Los chilenos hablaban del trabajo en parroquias con denuncias al régimen de Pinochet, los brasileros acudían a las radios populares con algunos cassettes, y todos estaban vinculados a Derechos Humanos y a la Iglesia. En cambio los bolivianos teníamos un medio macro en la comunicación alternativa, que era el título de mi ponencia, lo cual parecía contradictorio, porque nosotros, al rescate de la democracia a través de un canal dábamos apoyo popular desde la universidad y la audiencia había subido mucho en la ciudad.
La audiencia fue apropiándose de las emisiones de Canal 11 Televisión Universitaria porque lo consideraba un canal cochabambino, y además porque en el canal nacional se difundía una visión oficialista de la vida. Hasta el té de señoras de los comandantes militares era noticia oficial y era grabado en todo el septenio. Los informativos oficiales tenían fuerte presencia de los comandantes militares, mientras en Cochabamba había cambiado la televisión con algunos arreglos que se hizo para darle un nuevo giro al medio. El título de la ponencia de González Quintanilla, que resumía la experiencia de Canal 11, era novedoso: Un medio macro como comunicación alternativa. Y era cierto, porque Canal 11 emitía la única producción alternativa en Bolivia con sectores ligados a la lucha por la democracia y con los más fieles representantes democráticos, a quienes se daba programas que producían ellos mismos con apoyo técnico de la TV Universitaria.
De inmediato se desató la polémica prevista sobre si Canal 11, al ser una televisión universitaria, debería circunscribirse a ser una emisora educativa. González dice que no quiso entrar en la polémica, pero entretanto algunos decanos vieron una oportunidad para popularizar la educación. Es el caso de Mario Borda Pisterna, quien no era precisamente devoto del proceso democrático, pero hizo un programa sobre el mal de Chagas que y alentaba a la población a eliminar las vinchucas.
LA VIDA EN PELIGRO
Es cierto que no faltaban militares institucionalistas que proporcionaban alguna información sobre listas negras y advertían al nuevo personal del canal que debía cuidarse. Los sectores duros de las Fuerzas Armadas se encontraban agazapados y pronto comenzaron a mostrar sus garras. Primero había sido el golpe de Todos Santos, en noviembre de 1979, que Víctor Paz Estenssoro, líder del MNR, habría comentado como un éxito porque al menos se habían librado del Dr. Walter Guevara Arze, hasta entonces Presidente en transición. Fue elegida Presidenta la señora Lidia Gueiler Tejada y de inmediato los sectores duros soltaron sus garras, en especial el Comandante del Ejército, General Luis García Meza Tejada, primo de la Presidenta que, aun así, no vaciló en atacar el Palacio Quemado en un aparente intento de secuestro. Los paramilitares de extrema derecha se aprestaban asimismo a intervenir e iniciaban sus allanamientos. En pleno arreglo de la crisis de noviembre con la asunción de doña Lidia a la Presidencia y con su ministro del Interior Jorge Selum Vaca Díez, a quien le decían Pipi, una media noche, alrededor de una docena de encapuchados allanó la casa del director de Canal 11 Luis González Quintanilla pretextando búsqueda de armas.
Mi familia sufría un terror bárbaro y mi esposa María Luisa, parecía una heroína de la Coronilla cuando alegaba que el allanamiento era inconstitucional. Eran doce tipos enmascarados y con ametralladoras.
Como se verá después, ellos más bien ocultaban armas y había por lo menos tres grupos que más tarde tuvieron prisiones privadas: la Legión Boliviana Social Nacionalista, conducida por los hermanos Guido y Gary Alarcón, la Célula militar Joaquín Zenteno Anaya y la Célula falangista Óscar Únzaga de la Vega, dirigida por Mario Jordán.
Los excesos se iniciaron con el asesinato del sacerdote jesuita Luis Espinal Camps y el atentado del 2 de junio de 1980 contra una avioneta en la cual debía viajar el binomio de la UDP dirigido por Hernán Siles Zuazo en gira electoral. A último momento, don Hernán suspendió su viaje, abordó su compañero de fórmula Jaime Paz Zamora y minutos después de despegar de El Alto, la nave se incendió y se precipitó a la altura de Laja. Murieron varios militantes del MNRI, partido de Siles Zuazo y sólo Paz Zamora se salvó al abrir la ventana de emergencia y lanzarse a las llamas en un volteo sobre el ala que le salvó la vida pero le provocó graves quemaduras. Faltaba poco para el golpe del 17 de julio de 1980 y, además de los grupos de paramilitares nombrados, Klaus Barbie, el carnicero de Lyon, teniente coronel de las Fuerzas Armadas Bolivianas, dirigía el grupo paramilitar Los Novios de la Muerte, en el cual militaban dos conocidos criminales y terroristas europeos.
Al director de Canal 11 el golpe le tocó en La Paz porque había pedido licencia de la UMSS para integrarse a la Comisión Nacional de Prensa de la UDP, en La Paz. Ya era la tercera elección y la UDP era seguro frente ganador, cosa que encendía más los ánimos en las Fuerzas Armadas. Los sectores duros se encontraban al acecho y además había divisiones internas no sólo en la izquierda boliviana, que no apoyaba a la UDP y ofrecía alternativas, sino en el propio frente dirigido por Siles Zuazo, pues los militantes de su partido, el MNRI y los militantes del MIR se tenían duras reservas que pronto se hicieron insalvables.
Recuerdo que cuando me recibió Henry Oporto, que era mirista, con un gran abrazo, teníamos al frente a un militante del MNRI, Mario Roncal, que literalmente odiaba al MIR. En esas condiciones viajé a La Paz, con división y problemas a todo nivel, cuando llegó el 17 de julio de 1980.
La UDP ganó las elecciones y aquella víspera del 16 de julio, día de La Paz, una multitud enfervorecida por el triunfo del frente de Siles Zuazo se aprestaba a festejar no sólo el aniversario cívico con un desfile de teas sino también la victoria electoral. Pocos sabían que las Fuerzas Armadas ya habían diseñado la estrategia del golpe con una maniobra distractiva en Trinidad, donde se inició la rebelión. Todo permitía indicar que González Quintanilla iba a hacerse cargo de la TV Nacional, Canal 7, pues el dirigente del MNRI Fernando Baptista Gumucio, más tarde Ministro de Hacienda del gobierno de la UDP, lo presentaba como futuro director y pedía consideración para él. 
Yo estaba en el hall del Palacio como a las 11 menos 10 de ese día (17 de julio), a la espera de Humberto Vacaflor, cuando de pronto vi que salían don Hernán Siles Zuazo y Antonio Araníbar, y ambos me pidieron que me fuera con ellos. Luego supe que a poco se asilaron en la Embajada de Francia y que salieron clandestinamente del país. Al mediodía me fui a la sede de la COB, porque había una reunión de CONADE; ya estaba por el Club de La Paz, en la avenida Camacho, cuando escuchamos una tostadera en El Prado justo en la COB, y allá lo despedí al camarógrafo y me fui a la oficina del MIR, que quedaba por el Tránsito, en la avenida Mariscal Santa Cruz. Allí vi a Pepe Reyes (José Reyes Carvajal, también victimado en la calle Harrington en 1981) que hacía cargar papeles y evacuaba la oficina, mientras cuatro cuadras más abajo asesinaban a Carlos Flores Bedregal, herían a Marcelo Quiroga y Óscar Eid pudo huir. Con Pepe nos fuimos caminando hacia la Plaza San Francisco y fue la última vez que lo vi, porque tuve que asilarme y luego salir al exilio en México.
Militares y paramilitares tomaron de inmediato las instalaciones de la UMSS, incluido Canal 11 y posesionaron a su gente. Como rector interventor, el coronel Juan Vera Antezana; como secretario general, Mario Katusic; y como director del Canal,… Las autoridades autonomistas tuvieron que ingresar a la clandestinidad y salir del país.
González Quintanilla insiste en que hoy no saben valorar el aporte de una generación a la lucha por la democracia, una generosidad de la juventud que se remonta a la guerrilla de Ñancahuazú, a la otra guerrilla de Teoponte, a los dirigentes muertos en la calle Harrington, a los cientos de perseguidos, exiliados, detenidos y muertos.
Era un sacrificio por los ideales, una entrega de tanta gente, incluso gente que no estaba consciente de lo que hacía, pero era arrastrada por una corriente de libertad, por los bienes de la democracia y la autonomía. Dábamos el cuero por lo que sabíamos, unos militantes políticos pero otros del modo más espontáneo.
González Quintanilla se refiere al caso ilustrativo del locutor oficial del informativo de este medio, Luis Andrade, que leía editoriales escritos por Nivardo Paz o por el propio director. Eran espacios de cinco minutos, demasiado tiempo televisivo, escritos por una persona como Nivardo, que fue hombre de izquierda de toda la vida y, según la feliz expresión de González, hubiera tenido éxito en su carrera si publicaba un diccionario de adjetivos, tres adjetivos por un sustantivo. Los editoriales eran muy duros y la figura de Luis Andrade concentraba la atención y el odio del régimen golpista.
Todos peleábamos en forma comprometida por la democracia y el movimiento popular contra la dictadura, una cosa que nos dolía en el alma, y que estaba acechando porque no había terminado de consolidarse nada.
Mientras González y las autoridades autonomistas pasaron a la clandestinidad, el régimen detuvo a Luis Andrade, lo torturaron durante un buen tiempo, lo confinaron durante tres meses al Beni, luego salió al exilio en México, se puso al servicio de Siles Zuazo y años después fue alcalde de Cochabamba por el MNRI.
Ese era el espíritu de una pléyade de jóvenes que peleaban, incluso en el pasado, los militantes del ELN, equivocados o no y aun con las barbaridades que hicieron algunos de sus jefes, pero esa juventud se comprometió y peleó por la democracia, con una capacidad de entrega superior a la del MNR incluso quizás en el sexenio, un compromiso por la sociedad, por los otros, por los pobres.

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