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domingo, 13 de mayo de 2012

EL HUERTO FAMILIAR, MIS HIJAS


EL HUERTO FAMILIAR
Amalia Decker me preguntó si iba a incluir en el presente libro a Carmelita, mi madre, y confieso que no se me había ocurrido, pero todo escrúpulo se disipó con las palabras de Amalia: ¿Qué derecho tienes de no incluirla? Me sirvió para volver los ojos al huerto familiar, porque yo también crecí rodeado de mujeres y su intervención crece mientras más me remonto en el pasado.
Oyendo los relatos de Carmelita pude reconstruir la azarosa vida de su madre, Concepción Block Zambrana. Tendría catorce años cuando solía pasear a caballo por la Alameda, de visita en la quinta de la tía Constanza, hermana de su madre. Natalia Zambrana Ruiloba, todas cochabambinas de cepa. Un día llegó a nuestra ciudad el alsaciano Charles Bloch Levy, fundador de una casa importadora de pianos, muebles y alfombras de Europa, que exhibía en el Bazar Alsaciano y también en la Casa Bloch. Bloch Levy aluden a su origen semita; el escudo de familia no reproduce la heráldica de los caballeros sino la de los mercaderes, probablemente vinateros: el de los Bloch es un odre y el de los Block un odre con remiendo (bonita broma del pasado). La primera pronunciación es francesa; la segunda, alemana; ambas aluden a la desmembración de Alsacia y Lorena para quedarse en manos de Alemania tras la guerra franco-prusiana. De esa unión nació la abuela, a quien le decían la Zamba Concha. Cómo la vería el coronel Ezequiel Barrón Zaballa que se la robó a Oruro y tuvo con ella dos hijos: Julio y Rafael, hermanos de César. Barrón Zaballa figura en la genealogía de los López, descendientes de Julián María López, casado con la hija de Jerónimo Marrón y Lombera, último comandante realista en Cochabamba. Ezequiel era compadre de José Manuel Pando y su jefe de la Casa Militar. Dicen que ya Presidente, guapo y socarrón, le decía a mi abuela: Conchita, qué pena que seas mi comadre. Ezequiel había recibido una herida en la batalla del Segundo Crucero, que determinó el traslado de la sede del gobierno a La Paz; la herida volvió a abrirse y murió. Joven y viuda, Conchita se trasladó a vivir a Viacha con su madre, probablemente porque su hijo Julio era oficial de ejército y estaría destinado en esa guarnición. Mi madre recordaba que Daniel Salamanca solía pasar por Viacha y su prima Natalia Zambrana lo esperaba en la estación del tren para saludarlo y recibir discretamente una ayuda económica. Ese era el perfil de las mujeres de mi familia: urbanas, bellas, de familias conocidas pero pobres.
En Viacha, la joven viuda se casó con el jefe de estación, un chileno natural de Quillota, hoy barrio de Valparaíso, de nombre Manuel Monroy Villagra, y ambos tuvieron tres hijos: Carmelita (mi madre), Germán y Eduardo. Monroy dejó un buen recuerdo entre los trabajadores que más tarde le serviría a su hijo Germán para estrenarse como diputado con el voto de los ferroviarios de Guaqui. Pero antes la familia tenía que pasar penurias sin cuento, porque el abuelo Monroy murió joven con gangrena por una mala inyección en una época en que no había beneficios sociales, dejando una joven viuda con tres hijos, en total cinco con los Barrón. Carmelita contaba que la abuela Concha subió al calvario de Viacha con dos damajuanas de vino para consolar su dolor, y que los tres hijos, todavía pequeños, apenas podían acercársele porque la madre los ahuyentaba, y así jugaban al pie del calvario y durmieron en el cementerio de la población hasta que el panteonero Garay los echó. Alguien le avisaría a Julio, el hijo mayor, que consiguió llevarse a la abuela a enfrentar su destino.
Como era costumbre en la época, el mayor varón fue educado con esmero: ingresó al Colegio San Calixto, de La Paz, y a la Facultad de Derecho. Ya iba por tercero y trabajaba en un juzgado cuando estalló la guerra del Chaco, se alistó y la abuela tuvo que reducirse nuevamente a una habitación en la casa del Dr. Pinilla. Entretanto, mantuvo a sus dos hijos con ayuda de una máquina Singer en la cual cosía blusas para cholitas (que todavía conservo). Eduardo, el hijo menor, entró al Banco Central a hacer los mandados para contribuir de alguna forma a la precaria economía familiar (y con el tiempo llegó a ser Tesorero General de la Nación). Luego de tres años de guerra, Germán retornó del frente, abrió una petaca oculta, que la abuela no había querido tocar, y de allí sacó sus ahorros provenientes de lo que ganaba en el juzgado. Este dinero más sus sueldos de tres años durante la campaña sirvieron para tomar un piso grande en la misma casa del Dr. Pinilla e iniciar una carrera política que lo llevaría al Parlamento, a la fundación del MNR, al Ministerio del Trabajo del Presidente Gualberto Villarroel y a la persecución, saqueo de su casa y exilio a Buenos Aires hasta el triunfo de la revolución de 1952, episodios que la abuela Concha tuvo que sufrir como si no hubiera tenido bastante desde la revolución federal en 1899. Historiadores del movimiento obrero boliviano, como Guillermo Lora, destacan la intervención de Germán, como Ministro del Trabajo de Villarroel, en la fundación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB). Hasta entonces el PIR dominaba los sindicatos, pero vino la Segunda Guerra Mundial y se alió con los “partidos demócratas” que precipitaron la declaratoria de guerra de Bolivia contra las potencias del Eje. Curiosa declaratoria que al país le deparó precios bajos para la venta de estaño, salarios bajos para los mineros y sindicatos piristas que no atendían las demandas salariales; motivos suficientes para que el naciente MNR precipitara la fundación de la FSTMB y favoreciera el ascenso de Juan Lechín Oquendo, su máximo dirigente.
Temibles tiempos que Concepción Block sufrió sin haber ocupado jamás el primer plano de la noticia.
Carmelita, mi madre, sólo estudió la primaria, a la usanza de la época, y acompañó a su madre en todas esas penurias. Se casó con el capitán Sixto Rocha Vergara, de donde vino mi hermano Enrique, pero la guerra terminó con esa unión. El retorno de su hermano Germán determinó que trabajara como su secretaria privada y cultivara una afición que no la abandonó más: la de leer y recortar periódicos y estar al tanto en lo que hoy se llama análisis de coyuntura. De ese modo se involucró en el nacimiento del MNR aunque no figura en la fotografía oficial porque por entonces las mujeres no tenían derecho de ciudadanía ni podían firmar contratos sin la autorización del padre o del marido; sin embargo, en su vejez, el MNR le otorgó un reconocimiento como fundadora de ese partido. No se me olvida las veces que acompañé a mi madre a recibir a Paz Estenssoro cuando llegaba a Cochabamba o las llamadas telefónicas que le hacíamos cada 1º de octubre a Tarija. Con Carmelita caí preso a mis quince años, en 1965, cuando llevábamos papeletas del opositor MNR a Viacha y fuimos interceptados por la policía política. Nos incautaron las bolsas de papeletas y regresamos a La Paz con las manos vacías. Barrientos ganó esas elecciones en uso de la llamada “democracia del cero” estrenada por el MNR: 300 votos por ánfora para el oficialismo, 0 para la oposición.
El colgamiento de Villarroel fue un penoso acontecimiento familiar que mi madre recordó toda su vida. El 21 de julio era una fecha de luto en casa; pena para mi tía Maruja, María La Fuente, esposa del tío Rafael Barrón Block, porque ese era el día de su cumpleaños y le aguaba todas las fiestas. La familia fue residenciada en Cochabamba y la referencia mayor era la tía Maruja, que vivía en la calle Uruguay Nº 56, en casa de doña Isidora Prado, en una habitación grande que servía de sala, comedor, cocina y dormitorio. Yo nací a una cuadra, en la esquina Uruguay y Esteban Arze, barrio de Caracota, en casa del Dr. Juan Iriarte, y la tía Maruja me salvó en los primeros instantes, cuando me habían dado por muerto.
Así la vi y la frecuenté hasta salir bachiller, visitándola en todas las fiestas familiares o recibiendo su visita y la de mis primas, sus hijas. Nunca conocí mayor abnegación maternal como la de la tía Maruja, que tuvo durante muchos años pensionistas en su casa, a quienes trataba como a hijos. Iba a diario a la recova, y a su hija mayor, la prima Teresita, le hacía distribuir el dinero en montoncitos diarios, que ella administraba juiciosamente.
Entretanto mi familia se trasladó a la Villa Carlos Montenegro, a cuya fundación asistí en 1956. Habitábamos una casa de campo con mil metros cuadrados de terreno y una piscina, presididos por el prestigio familiar de la abuela Concha, que congregaba a todos en un haz en el cual se confundían los Monroy, los Barrón y los Block, además de las ramas laterales de la familia. Bellos días en los cuales íbamos hasta la esquina de la tía Zoraida Bloch, casada con el tío Humberto, a comprar Seven Up en su pequeña tiendita surtida por el primo Mario Block, uno de los primeros sobrecargos del LAB que traía esos productos raros de sus viajes a Salta, la única vía internacional de esa aerolínea inolvidable.
La abuela murió en 1959 y la familia se dispersó. Luego vino el golpe de Estado de 1964 y la diáspora familiar se agudizó. Perdimos la casa y nos trasladamos a la Villa Galindo, a casa de la tía Sofía Aguila, hija de la tía Guadalupe, hermana de la bisabuela Natalia, santa señora que se casó con el tío Jorge Gumucio y dejó una larga descendencia, como su hermano, el tío Hipólito Aguila, que fue chofer de Hans Kundt cuando hacía su servicio militar y tuvo muchos hijos e hijas.
Ezequiel Barrón, primer esposo de la abuela Concha, conocía muy bien al coronel alemán Alexander Dehne, quien llegó directo a la batalla del Alto de la Alianza y cayó prisionero. Sus camaradas expertos en artillería, como él, negociaron su pase al ejército chileno, pero él se mantuvo fiel a Bolivia y así retornó firmado el armisticio y fue destacado profesor del arma, como que en el Archivo Nacional hay un Manual de Artillería que él escribió. Cuando estalló la revolución federal, él formó en el ejército constitucional y con el triunfo de Pando fue dado de baja. Seguramente no quería retornar a Alemania pobre como había llegado y entonces buscó a su amigo Barrón en Oruro. De ese modo se casó con Josefina Zambrana Ruiloba, la hermana de mi bisabuela Natalia. Por sus méritos fue declarado Héroe de la Guerra del Pacífico y figura en el álbum del Centenario de la República en una foto de conjunto de la colonia alemana. Ese es el origen de nuestro parentesco con los Dehne, que son una familia numerosa y conocida sobre todo en Oruro.
MIS HIJAS
Raquel nació en Cochabamba el 25 de marzo de 1976, pero fue una presencia un año antes que la concibiéramos. Era un pretexto para retirarnos temprano de alguna fiesta, y como nació el día de la Anunciación, se llama también Gabriela, pero en realidad debería llamarse Anunciada. Estudió en el Instituto Eduardo Laredo, escogió el cello, integró la Orquesta del Instituto y hoy toca en una orquesta juvenil de la Universidad Complutense, donde hace un doctorado en Psicología, en Madrid. Por supuesto se graduó en la UMSS, emigró a España y, para mi alegría, se casó con un cultor de ese arte mayor, que es la cocina: es David Carranza Peco, y acaban de ser papás de una niña que se llama Aroa, a quién ya la he nombrado Aroína de la Coronilla.
Camila nació en Tarija el 31 de julio de 1986 en medio de una invasión de mariposas amarillas (pilpintos), que me hicieron pensar en bautizarla con el nombre de Mauricio Babilonia. Cuando fui a comprar los pasajes de retorno, ella aún no había nacido y la registré como Mauricio; de ese modo, su primer viaje fue con nombre y sexo clandestinos. Salió bachiller del Instituto Laredo y estudió Danza en una universidad pública de Caracas. Hoy enseña Danza en el Laredo y pronto en el mArtadero; se dedica con pasión a la coreografía y siento en ella esa clavación propia de los artistas obsesos con el arte que practicaron desde niños. Tiene un niño hermoso, Emilio, que cumplirá este 26 sus 3 años. Ambos reproducen una escena importante de mi novela Ando volando bajo, porque Emilín suele contemplar a su madre cuando ella danza, lo mismo que hacía José Guadalupe con Corina Odio. ¡Como para creer en la conseja de Oscar Wilde: que la naturaleza imita al arte!
Tengo dos nueras amadas: Jimena Rivera Tejada y Emma Ni Luachra. A Jime le digo Turi, en homenaje a una empleada paceña que hacía la lista del mercado y escribía: Turi, sarni, lichuja, cobito (Toddy, carne, lechuga, cubito Maggi); a Emmita le he volcado todo el cariño que siempre tuve por Irlanda, tierra de santos y de sabios.

1 comentario:

  1. Ramón:
    Te ruego proporcionar el nombre de la autora de estas memorias tan interesantes. Tengo a la mayoría de los personajes subidos en mi arbol genealógica pues soy primo hermano de los Daza Rivero de la Muyurina y hasta ahora, si bien conocía el nombre, no sabía nada de Concepción Block. Existen varios familiares de ella que proceden de Cochabamba. Una de ellas fue o es Juanita Barrón Block que era casada con Yerko Garafulic, fallecido hace años, hermano de Raúl, también desaparecido, compañero de curso del colegio. Me interesa mucho todo lo referido a la historia de Cbba. y he leído gran parte de tus trabajos. Puedes contactarme al mail riverolav@gmail.com. Necesito el tuyo. Vivo ya jubilado en Austin, Texas. Mis padres contruyeron el Capitol en los años 50s. Gracias, Rolando Rivero Lavayém

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