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miércoles, 22 de septiembre de 2010

GUZMÁN MARTÍNEZ, Augusto

Identifica a tus antepasados. Envíanos biografías u hojas de vida y fotografías de ellos para incluirlos en el blog!

GUZMÁN MARTÍNEZ, Augusto
1903-1994

No hubo lector más generoso con las nuevas generaciones de escritores. Las veces que valoró el esfuerzo inicial de un narrador o poeta, le dio alas para volar. Fue un escritor prolífico que inició su vasta obra cuando la Guerra del Chaco le sacudió la conciencia.
Nació en Totora, y consagró su vida a la escritura y el estudio de la historia. Estudió Derecho en la UMSS y se graduó de abogado en 1927. Fue profesor en colegios y universidades, diputado y diplomático en Paraguay. Sus primeras armas literarias se deben a la revista “Arte y Trabajo” y al influjo de su director, Cesáreo Capriles, maestro de una generación de intelectuales cochabambinos. Soportó año y medio de cautiverio durante la Guerra del Chaco y volcó la experiencia en una novela. En 1946, desolado por la cruel inmolación del Presidente Villarroel, retornó a Cochabamba y desde entonces hizo de su vida un ejercicio de dedicación exclusiva a las letras, con 42 libros publicados y un par de inéditos sobre autores rusos e italianos, en los géneros narrativo, histórico, ensayístico y biográfico. Entre sus biografiados figuran Fray Bernardino de Cárdenas, Tupac Katari, Mariano Baptista, Adela Zamudio y Víctor Paz Estenssoro. Dejó dos inéditos sobre autores rusos e italianos. En 1961 le concedieron el Gran Premio Nacional de Literatura. El Museo de Escritores de Cochabamba lleva su nombre. Dejó una obra vasta y valiosa de crítica literaria e historia del Siglo XX, según su biógrafo, Mariano Baptista Gumucio.
Uno puede estudiar geografía en atlas y tratados llenos de precisiones y exactitudes. Pero para sentir el alma de un lugar es mejor caminar sin rumbo, toda una jornada; preguntar por el nombre de cada accidente o río y recuperar así el sentimiento religioso de nuestros antepasados, para quienes no había rincón en el paisaje que no tuviera su ánima, unas veces buena, como el alma de los arroyos, y otras mala, como el alma de algunas quebradas.
Eso se siente al leer un pequeño libro de Geografía de Cochabamba, escrito por uno de nuestros grandes escritores, Augusto Guzmán. Bajo su mirada, la cordillera y el valle parecen seres vivos, llenos de intenciones y de afectos. Al describir la cordillera del Tunari dice que
Avanza en tropel de montañas que se juntan y separan a cada instante formando las caprichosas figuras geométricas de una dramática orografía inconforme, dislocada, anfractuosa e irreconciliable hasta perderse en los llanos orientales que la interrumpen y extinguen con el vacío incolmable de sus horizontes abiertos.
Don Augusto nos dice que el Tunari no está solo, y que junto a él hay picos como los de San Miguel e Incachaca que lo acompañan. Pero hay que ver cómo lo dice:
Se trata de un grupo eminente, de una encumbrada familia de airosas cimas entre las cuales el Tunari descuella apenas por contados metros de ventaja. Sin embargo aún se evidencian posteriores dos y tres jorobas rebeldes y huidizas que hacen la impresión de que el cuerpo colosal de la montaña andina se aleja corcoveando hacia el naciente tropical.
Los altiplanos son "los hijos primogénitos de la Cordillera...azoteas del viento helado de las alturas".
Don Augusto Guzmán era generoso y magnánimo en todo lo que hacía. Jamás dejó de alentar a los creadores jóvenes publicando comentarios oportunos y estimulantes, a diferencia de los críticos profesionales de hoy para quienes nada bueno existe en el arte sino es en el mundo de los muertos. Nunca voy a olvidar estas palabras que, en gran medida, definieron mi carrera.
Allá Lejos (1978) es desparpajada obra de facundia inagotable y alucinante; llena de sabiduría popular y de ilustración ecuménica; jugosa, picante y placentera. Así es en su travieso movimiento picaresco. Compuesto y descompuesto a la caza y al mariposeo de las situaciones reales convertidas en imaginarias o viceversa, en la fábrica de una artesanía singular que a veces pregona en su carpa de buhonero cánones estéticos de lo impúdico y de lo grosero. Léxico rico y atrevido. Desde lo más plebeyo hasta lo más aristocrático sin disminuir la vena sarcástica que borbollonea a chorros espumosos de burbujas hilarantes. Costumbrismo de bajo, de medio y de alto pueblo. Retruecanófilo, como buen jugador de palabras que las conoce al dedillo, al derecho y al revés. Poeta de la calle y filósofo al aire libre. Aplastador de chisteras solemnes y rajador de levas ceremoniosas. Su escritura acrobática y malabárica, expresionista y caricaturesca, entretiene y deleita porque ella misma es gozosa y feliz como el águila en el cielo y el pato en la laguna.

OBRA.- La sima fecunda, 1933. Prisionero de guerra. La novela de un soldado del Chaco, 1938. El kolla mitrado, 1942. Gesta valluna. Siete siglos de la historia de Cochabamba, 1953, entre otras.

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