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jueves, 23 de septiembre de 2010

CAMACHO MEDRANO, Manuel

Identifica a tus antepasados. Envíanos biografías u hojas de vida y fotografías de ellos para incluirlos en el blog!

CAMACHO MEDRANO, Manuel
1899-1952-53

El Gigante Camacho nació en Jaihuayco y fue bautizado con el nombre de Manuel María el 5 de agosto de ese año por el cura interino Pastor Gonzáles, de la Parroquia de San Antonio. Era hijo legítimo de Pablo Camacho y de Juliana Medrano, y tuvo los siguientes hermanos: Pablo, Dorotea, Tomás, Filomena y Victoriano. No habría recibido educación formal alguna, pues en 1929 se instaló la escuela básica Ismael Vásquez. Fue descubierto en julio de 1923 por el púgil Luis Ramos y hablaba solamente quechua. Tenía 23 años, según informaron los periódicos La Opinión, El Republicano y El Heraldo. Dos fotografías que le tomó Ramos circularon profusamente. De inmediato se pensó en exhibirlo en el Teatro Achá, calzado con unos zapatos enormes y vestido con un terno que consumió 4.70 m. de tela. Su primera exhibición se produjo el 30 de julio de 1923. Medía entre 2.14 y 2.16 metros y su peso entre 120 y 150 kilogramos; su embrace alcanzaba los 2.35 metros. Su estatura siguió en aumento: hacia 1943, el gigante medía 2.32 metros; vivía en el barrio Junín, de Buenos Aires y se dice que llegó a los 2.40 metros a su muerte.
El púgil Miguel Seleme fue su primer empresario y lo exhibió en Potosí, Oruro y La Paz, donde se presentó en el “Olimpic Ring”, donde recibió al boxeador argentino Luis Ángel Firpo, “el toro de las pampas” que luego sacaría del ring de un trompazo al campeón mundial Jack Dempsey. En 1925 integró el programa nacional de celebración del Primer Centenario de Fundación de la República, acompañado del enano Ayalita, descubierto en Cala Cala, que se exhibieron en la Exposición Internacional, de La Paz.
Incursionó en la lucha libre, la lucha greco-romana y el boxeo. Se entrenaba en el “Boxing Club Firpo”, ubicado en las calles Calama y Tumusla, y probó su fuerza con luchadores japoneses, australianos, norteamericanos y otros. En 1924 fue Kentaro Hara, maestro del jiu-jitzu, en el “Stadium Olimpic”, próximo a los ambientes de la empresa Luz y Fuerza Cochabamba, y fue derrotado. La revancha concluyó en un empate y el público casi lincha al referee Auad, según comentó El Heraldo el 8 de septiembre. Luego se enfrentó al norteamericano Esteban Barnes, llamado “Hércules” el 15 de septiembre de 1924 y salió victorioso. Luego fue el campeón australiano de box y lucha Jack Peter a comienzos de 1925 en el Teatro Achá, que terminó en empate, y dicen que hubo un desempate.
Después de la guerra del Chaco (1936), Camacho se encontraba en Tucumán. Tenía 35 años de edad, trabajosamente hablaba en quechua y algo en castellano, y era casado y padre de dos niños. Calzaba 53. Lo apodaron el “Rascacielos Humano” y fue exhibido en el “Cine Moderno” antes de seguir viaje a Buenos Aires. Desde entonces se decía “es un Camacho”, para referirse a alguien de estatura mayor de la habitual. En Buenos Aires se exhibió en el “Gran Circo Norteamericano”; medía 2.32 metros y pesaba 176 kilogramos. Durante los años cuarenta, recorrió varias capitales de Sudamérica. Visitó quizá por última vez Jaihuayco en 1949. La prensa decía de él lo siguiente: “Manucho, es ahora la representación genuina del trashumante diplomático sin etiqueta de nobleza, ni blasones de rancia prosapia, pero eso sí con la sincera admiración de ser el ‘gigante boliviano’…”. Su último oficio habría sido de domador de fieras. Se casó con Vicente Jaldín y tuvo cuatro hijos: Gerardo, Apolinar, Valentina y Raúl Manuel; tres nacidos en Cochabamba y uno en Buenos Aires, todos de peso y tamaño normales. Se dijo que tuvo dos hijos con una bailarina rusa o polaca, del mundo circense. Manuel Camacho murió en Buenos en 1952 o 1953; uno de sus hijos hablaba de un posible envenenamiento. Su esqueleto permaneció durante 20 años en un museo argentino y otros 20 en uno de Nueva York. Él mismo habría vendido en vida su esqueleto.
Su nieto Pablo Andrés informó que sus restos descansaban en el Cementerio de Flores, en Buenos Aires, junto a los de su esposa Vicenta, pero luego ambos fueron cremados. Los datos de esta crónica fueron proporcionados por el sociólogo Alber Quispe Escobar.

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